2011
El poder de las Escrituras
Abril 2011


El poder de las Escrituras

Cuando dos jóvenes tahitianos decidieron probar estudiar las Escrituras, sus vidas cambiaron.

Rooma realmente no quería estudiar las Escrituras; Vaitiare ciertamente no tenía interés en asistir a seminario; y no estaban obligados a hacerlo; pero cuando tomaron la decisión, sus vidas cambiaron.

¿Por qué no?

¿Por qué escogería un adolescente dedicar dos horas cada jueves por la noche para estudiar las Escrituras con su madre? Hace un año Rooma Terooatea, de Tahití, probablemente se hubiera preguntado lo mismo.

Ahora quizás él se pregunte, por qué no lo haría un adolescente.

Durante los tres años en seminario, Rooma nunca había prestado realmente atención cuando los maestros asignaban pasajes de las Escrituras para leer para la siguiente lección. “No quería leerlas”, comenta él. “Realmente las Escrituras no me interesaban”.

Pero se preguntaba por qué los líderes de la Iglesia de su barrio y de su estaca siempre utilizaban las Escrituras en los discursos y las clases. Él observaba a sus líderes y notó la facilidad con que su presidente de estaca citaba los pasajes de las Escrituras.

Así que, cuando la Estaca Faaa, Tahití, dividió a los estudiantes de seminario en equipos para las competencias de dominio de las Escrituras en su último año de seminario, Rooma decidió probar estudiar las Escrituras.

Entonces fue cuando comenzaron las sesiones semanales de estudio con su madre. Cada jueves por la noche estudiaban juntos para la competencia en clase del día siguiente; aprendía dónde estaban los versículos importantes y memorizaba muchos de ellos.

Y fue entonces que empezaron a cambiar las cosas para Rooma. Su estudio de las Escrituras fortaleció su relación con su madre, y comenzó a hallar paralelos entre las enseñanzas de las Escrituras y lo que acontece en el mundo actual. Al orar acerca de lo que leía, comprendió que venía de Dios.

También lo ayudó a conducir a su equipo a la victoria en la competencia de dominio de las Escrituras.

En las bendiciones que ha recibido, Rooma reconoce una lección que aprendió durante su estudio. “En Mosíah 2:24 el rey Benjamín enseñó que cuando escogemos hacer lo que el Señor nos pide, somos bendecidos inmediatamente”, dice Rooma. Una de las bendiciones más grandes que ha recibido es que “después de estudiar las Escrituras este año, yo sé que el Libro de Mormón es verdadero”.

No me digan lo que tengo que hacer

Al inicio del año escolar, Vaitiare Pito ni siquiera era miembro de la Iglesia. ¿Cómo fue entonces que una miembro nueva que nunca antes había asistido a seminario ayudó a su equipo a ganar la competencia de dominio de las Escrituras de la estaca Faaa?

“No me preocupaba el no tener mucha experiencia”, dice ella. “Yo había aprendido muchos de esos pasajes de las Escrituras en las charlas misionales”.

La mayor parte de la familia de Vaitiare se unió a la Iglesia después de que su padre muriera inesperadamente y el líder misional del barrio llevara a los misioneros a su casa. Ellos hablaron sobre la unidad familiar y el estar juntos para siempre. “Verdaderamente se produjo un cambio en nuestra familia”, dice ella.

Sin embargo, eso no necesariamente cambió la actitud independiente de la joven de 17 años. “Después de mi bautismo todos me decían que debía asistir a seminario”, comenta ella. “A mí no me gusta que me digan lo que debo hacer, por lo que me llevó un poco de tiempo empezar a ir”.

Con el tiempo, ella decidió por sí misma asistir y descubrió que le gustaba. Se le asignó ser parte del mismo equipo de dominio de las Escrituras que Rooma.

Al principio ella no se esforzaba por leer las asignaciones de las Escrituras, pero cuando decidió hacerlo, pronto reconoció un número de bendiciones.

“Las Escrituras han sido una gran ayuda”, dice ella. “He aprendido de ellas muchas cosas”, incluso la importancia de orar y que el Padre Celestial contestará las oraciones.

También aprendió que cuando ella decide comprometerse a hacer algo, tal como asistir a seminario o estudiar las Escrituras, guardar ese compromiso es más fácil que si lo hace porque tiene que hacerlo o porque se “supone” que debe hacerlo.

Ahora que ha concluido el año escolar, Vaitiare está agradecida de haber decidido asistir a seminario y estudiar las Escrituras. “Yo sé que somos bendecidos al leer las Escrituras”.

Cuando Rooma Terootea (abajo) y sus compañeros de la clase de seminario viajaron a la ciudad vecina, Moorea (izquierda), para probar su conocimiento de las Escrituras, el resultado de la competencia no importaba— Rooma ya era un ganador.

Una vez que Vaitiare Pito, de Tahití, decidió estudiar las Escrituras, ella comenzó a reconocer las bendiciones.

Fotografía por Adam C. Olson, excepto donde se indica; arriba: fotografía © iStock; fotografía de una flor © iStock