2011
Beber el agua viva en abundancia
Julio de 2011


Hablamos de Cristo

Beber el agua viva en abundancia

“…mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás” (Juan 4:14).

Mi empleo me lleva a comunidades de todas partes del mundo donde la gente no tiene acceso a agua potable. Nuestro grupo trabaja conjuntamente con los gobiernos y residentes locales a fin de proporcionarles fuentes viables de agua potable que preserve la vida, tales como pozos y manantiales, o represas de agua de lluvia.

Esos proyectos para suministrar agua mejoran considerablemente la calidad de vida; hay una drástica mejoría en la salud debido a que el agua potable evita que se contraigan fiebre tifoidea, cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua. La economía también mejora ya que los padres y los hijos, quienes previamente pasaban el tiempo transportando agua, ahora pueden dedicarse al trabajo y a los estudios. Aun en las comunidades que tienen numerosos y diversos problemas, la gente siempre dice que lo que más le gustaría tener es agua potable.

El Salvador pasó el comienzo de Su ministerio terrenal en una época y un lugar donde la gente dependía de los pozos para el suministro de agua. Al enseñar a la mujer en el pozo diciéndole que “…el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás” (Juan 4:14), ¿nos estaba enseñando a nosotros también que Su evangelio sacia permanentemente nuestras necesidades más básicas? Yo creo que sí.

Siempre le estaré agradecido a la mujer de Kenya, África, que me enseñó en cuanto a estar dispuesto a esforzarse para obtener agua. La conocí en una celebración después de que se instaló un pozo en la comunidad. Con gratitud me dijo que el nuevo pozo reduciría su recorrido diario para buscar agua de catorce kilómetros a un kilómetro y medio; rebosaba de alegría por las oportunidades que ahora tendría.

No pude evitar pensar cómo me sentiría si yo tuviera que caminar un kilómetro y medio para conseguir agua. Me impresionó el hecho de que ella dejara todo de lado, desde sus quehaceres domésticos hasta su trabajo en el huerto, mientras iba a buscar agua. Ella sabía que no podía terminar las demás tareas sin el agua. Reflexioné en lo pesado de su carga. Se necesita fuerza y perseverancia para transportar agua; sin embargo, por el bienestar de su familia, estaba dispuesta a caminar catorce kilómetros todos los días a fin de conseguirla.

Me pregunto si aquellos de nosotros que sacamos agua de los grifos de nuestros hogares a veces esperamos venir a Cristo con la misma facilidad con la que se da vuelta una llave para llenar un vaso de agua. ¿O estamos dispuestos a dejar de lado otras tareas, incluso las importantes, para procurar conocer a Jesucristo y a Su Padre?

Sé que el pozo de agua viva que nos proporciona el Salvador nunca se seca, es puro y da vida. Cuando acudamos a Él con un recipiente vacío, Él lo llenará; y con frecuencia, más allá de nuestra capacidad para recibir. Él es en verdad el agua viva, una manifestación del amor de Dios.

¿Qué es el agua viva?

  • El agua viva es el evangelio de Jesucristo.

  • “…la fuente de aguas vivas… [es] una representación del amor de Dios” (1 Nefi 11:25).

  • El agua viva nos brinda “vida eterna” (Juan 4:14; D. y C. 63:23).

El Salvador enseñó: “…mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna” (Juan 4:14).

El pozo de vida, por Robert T. Barrett, se prohíbe su reproducción.