2011
Ser fiel a mi decisión
Septiembre de 2011


Ser fiel a mi decisión

Elena Ogneva Anderson, Utah, EE. UU.

Al cumplir veintiún años, comencé a sentir que debía servir en una misión. Nunca había pensado hacerlo, de modo que esas ideas eran inesperadas. Mi líder del sacerdocio me alentó a orar al respecto y así lo hice.

Mi respuesta llegó de forma muy clara: supe que Dios quería que yo sirviera en una misión. Al principio me sentí entusiasmada en cuanto a prestar servicio, pero salir a la misión constituyó un reto mayor de lo que yo había anticipado.

Mi jefe no comprendía por qué me ausentaría durante dieciocho meses y no quería darme tiempo libre a fin de prepararme para partir. Me dio un ultimátum: “O trabajas o no trabajas; es tu decisión”. Aunque no trabajar durante las últimas semanas antes de mi misión era muy inquietante, decidí dejar el trabajo.

Cumplir con los requisitos médicos también fue complicado. El doctor de mi país natal, Rusia, nunca antes había visto los documentos médicos misionales de la Iglesia y rehusaba firmarlos.

Obstáculos como esos hacían que me preguntara si en verdad había tomado la decisión correcta. Varias veces estuve a punto de cambiar de parecer; no obstante, en esos momentos de duda, recordaba la respuesta que había recibido a mi oración y así pude mantenerme fiel a mi decisión de prestar servicio. Con el tiempo, hallé la solución para esos y para otros retos que afronté.

Se me llamó a prestar servicio en la Misión Rusia San Petersburgo. Los primeros meses en el campo misional no fueron fáciles; sin embargo, debido a lo que había aprendido al hacer frente a los obstáculos que había afrontado al prepararme para servir, fui capaz de confrontar los retos de mi misión. Mi misión, y las dificultades a las que hice frente al prepararme para ella, me enseñaron que puedo lograr cosas difíciles con la ayuda del Señor.