2012
Una valiosa posesión
Enero de 2012


Una valiosa posesión

Rafael Barrios, Santa Fe, Argentina

Trabajaba en un centro de llamadas de servicio al cliente en el que era imposible que los compañeros de trabajo pudieran conocerse y conversar. Un sábado, nuestra supervisora decidió organizar un almuerzo para todo el grupo de trabajo con el fin de que nos conociéramos mejor. Nos pidió a cada uno que lleváramos un objeto que fuera de valor para nosotros y que explicáramos por qué lo era.

Mientras pensaba en lo que nos había pedido, me di cuenta de que ésa sería una oportunidad para enseñar a mis compañeros de trabajo acerca del Evangelio. Debido a que la religión es un tema delicado, sabía que tenía que tener cuidado con respecto al objeto que llevara y a cómo explicar el valor que tenía para mí.

Cuando llegó el día del almuerzo, todos disfrutamos de poder conocernos mejor. Después de comer, y para iniciar nuestra actividad, nuestra supervisora presentó su objeto de valor: un álbum de fotos de su familia. Nos contó en cuanto a las dificultades que había tenido al separarse de su esposo, pasar a ser madre sola y comenzar una nueva vida.

Después de varias presentaciones, llegó mi turno. Les dije a mis compañeros de trabajo que mi objeto era algo que llevaba conmigo todos los días: mi anillo HLJ. Les dije que las siglas significaban “Haz lo justo” y que el anillo me recordaba que siempre debía obedecer los mandamientos de Dios. Varias personas hicieron preguntas sobre la Iglesia y sobre las creencias de los Santos de los Últimos Días, lo cual me dio la oportunidad de hablarles sobre la importancia de las familias en el plan de nuestro Padre Celestial para Sus hijos, que las familias pueden ser eternas y que tenemos un Salvador que dio Su vida por nosotros. También compartí algunas experiencias de mi misión. Mientras hablaba, sentí el Espíritu, al igual que mis compañeros de trabajo.

Después de ese día, algunos hicieron otras preguntas acerca del Evangelio y yo invité a varios de ellos a la Iglesia. Posteriormente cambié de trabajo y nunca supe si alguno de ellos se interesó en saber más, pero me sentí bien al saber que les había dicho que la verdadera Iglesia de Jesucristo está sobre la tierra y que nuestro Padre Celestial tiene un plan de felicidad para Sus hijos.

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la responsabilidad de compartir el Evangelio. Por medio de cosas pequeñas y sencillas, como un anillo HLJ, podemos enseñar grandes lecciones que quizás ayuden a conducir a la salvación de nuestros hermanos y nuestras hermanas.