2012
Aprendamos del Experto
Enero de 2012


Hasta la próxima

Aprendamos del Experto

Cuando estudiaba para ser cirujano, siempre tenía a alguien más capacitado a mi lado. Como hijo de Dios, tengo la misma oportunidad.

Como cirujano, con frecuencia se me pregunta cómo adquirí mis destrezas. Algunos piensan que se toma una clase, se observa una operación y ya se está listo para operar. Incluso entre los que reciben capacitación hay un dicho irónico: observa una, efectúa una y enseña una; sin embargo, no hay nada que se aleje más de la verdad.

Obtuve mis destrezas y conocimiento profesionales bajo la guía de muchos médicos talentosos y pacientes. Para comenzar, observaba por encima de sus hombros; luego, más de cerca. Después de un año de observar, se me dieron pequeñas asignaciones para ayudar al cirujano y a su “primer asistente”, el cirujano auxiliar.

Después de otro año, se me permitió colocarme frente al cirujano en la mesa de operaciones y ser el primer asistente en operaciones sencillas. Después de uno o dos años más, se me permitió ser el primer asistente en operaciones más complicadas; y luego comencé a realizar operaciones muy simples, como las de reparación de hernia, mientras el cirujano con experiencia actuaba como mi primer asistente.

En mi último año de práctica, siete años después de terminar la facultad de medicina, se me permitió efectuar cirugías complicadas en las que el cirujano actuaba como mi primer asistente. Descubrí que los mejores maestros lograban que la cirugía se realizara sin complicaciones mediante su asistencia, porque me mostraban lo que se tenía que hacer de manera clara y sencilla, de la forma en que ellos habían aprendido a lo largo del mismo proceso de instrucción.

No aprecié por completo la guía de esos cirujanos extraordinarios y talentosos que fueron mis primeros asistentes sino hasta que terminé las prácticas y me encontré solo. Sin embargo, treinta años después, a diario pienso en mis maestros cuando pongo en práctica las destrezas que ellos me enseñaron, demostraron y corrigieron tan meticulosamente.

El aprender los principios del Evangelio es igual. Un Maestro muy paciente nos enseña línea por línea mediante experiencias. Tenemos nuestra vista puesta en Él, seguimos Su ejemplo, pedimos inspiración y nuestro Padre Celestial nos bendice con dirección, que con frecuencia se recibe por medio del Espíritu Santo, de las palabras de los profetas vivientes, de las Escrituras y de otras personas que aman y prestan servicio. En sentido figurado, nuestro Guía está a nuestro lado a medida que adquirimos seguridad, allanando nuestro camino, corrigiéndonos cuando es necesario, contestando nuestras preguntas y brindándonos más y más confianza cuando demostramos que somos dignos de ella.

Algunos cirujanos estudiantes están ansiosos por actuar independientemente, de hacer las cosas a su propia manera. Del mismo modo, a veces tratamos de actuar sin la ayuda de nuestro Guía experto. Sin embargo, he aprendido, a lo largo de mis muchos años como cirujano, que aun ahora siempre espero y aprecio tener un primer asistente que sepa más que yo; ¡en especial cuando están en juego la vida y el alma de las personas!

Nuestro progreso en el Evangelio comenzó en el reino premortal, continúa aquí y sin duda continuará mucho después de que finalice nuestra vida mortal. Pero en todas las fases de nuestra experiencia, nuestro Salvador ha ido por delante, demostrando las destrezas que se necesitan para tener éxito; y Él nos invita a poner nuestra confianza en Él y en Su sabiduría.

Fotografía © iStockphoto.