2012
Cuidar y ministrar por medio de las maestras visitantes
Enero de 2012


Mensaje de las maestras visitantes

Cuidar y ministrar por medio de las maestras visitantes

Estudie este material y, si es pertinente, analícelo con las hermanas a las que visite. Utilice las preguntas como ayuda para fortalecerlas y para que la Sociedad de Socorro forme parte activa de la vida de usted.

Fe, Familia, Socorro

“La caridad [significa] mucho más que un sentimiento de benevolencia”, enseñó el presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia. “La caridad es fruto de la fe en el Señor Jesucristo y es una consecuencia de Su expiación”1. Para las hermanas de la Sociedad de Socorro, el programa de las maestras visitantes es la caridad en acción, una manera importante de ejercer nuestra fe en el Salvador.

Mediante el programa de maestras visitantes cuidamos de cada una de las hermanas al ponernos en contacto con ellas, compartir un mensaje del Evangelio y procurar conocer las necesidades de ellas y de sus familias. “El programa de las maestras visitantes se convierte en la obra del Señor cuando nos concentramos en las personas en vez de en los porcentajes”, explica Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro. “En realidad, esta obra nunca se termina; es más un modo de vida que una tarea. El servir con fidelidad como maestra visitante es evidencia de nuestro discipulado”2.

Al velar de manera constante y en oración, aprendemos cómo ministrar mejor a las hermanas y cómo satisfacer las necesidades de cada una de ellas y de su familia. El ministrar se puede manifestar de muchas formas —algunas grandes, otras no tanto. “Muchas veces todo lo que se requiere son pequeños actos de servicio para elevar y bendecir a los demás: una pregunta acerca de alguien de la familia, unas palabras de aliento, un sincero cumplido, una pequeña nota de agradecimiento o una breve llamada telefónica”, enseñó el presidente Thomas S. Monson. “Si somos observadores y nos mantenemos informados, y si actuamos de acuerdo con la inspiración que recibimos, podemos hacer mucho bien… Incontables son los actos de servicio que ha proporcionado el numeroso ejército de las maestras visitantes de la Sociedad de Socorro”3.

De las Escrituras

Juan 13:15, 34–35; 21:15; Mosíah 2:17; Doctrina y Convenios 81:5; Moisés 1:39.

De nuestra historia

En 1843, a los miembros de la Iglesia de Nauvoo, Illinois, se los dividió en cuatro barrios. En julio de ese año, las líderes de la Sociedad de Socorro nombraron un comité visitante de cuatro hermanas en cada barrio. Las responsabilidades… [del] comité visitante eran evaluar las necesidades y recolectar las donativos… La Sociedad de Socorro utilizaba esos donativos para brindar ayuda y socorro a los necesitados4.

Las maestras visitantes ya no recolectan donaciones, pero conservan la responsabilidad de evaluar las necesidades —espirituales y temporales— y de trabajar para satisfacer esas necesidades. Eliza R. Snow (1804–1887), segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro, explicó: “Una maestra… ciertamente debería tener consigo el Espíritu del Señor al entrar en una casa, lo suficiente como para reconocer el espíritu con el que se encuentra allí… Supliquen ante Dios y el Espíritu Santo para recibir [el Espíritu] a fin de que puedan reconocer el sentimiento que prevalece en esa casa… y entonces quizá deseen expresar palabras de paz y consuelo; y si ustedes hallan a una hermana en frialdad (de ánimo), acérquenla a su corazón como tomarían a un niño en los brazos, y denle abrigo”5.

Notas

  1. Henry B. Eyring, “El perdurable legado de la Sociedad de Socorro”, Liahona, noviembre de 2009, págs. 124–125.

  2. Véase Julie B. Beck, “La Sociedad de Socorro: Una obra sagrada”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 111.

  3. Véase Thomas S. Monson, “Tres metas para guiarte”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 120–121.

  4. Véase Hijas en Mi reino: La historia y la obra de la Sociedad de Socorro, 2011, pág. 118.

  5. Eliza R. Snow, en Minutas de la Sociedad de Socorro del Barrio Mt. Pleasant North, 7 de agosto de 1880, Biblioteca de Historia de la Iglesia, pág. 56.

Ilustración fotográfica por Matthew Reier.