2012
Sean un ejemplo radiante
Enero de 2012


Sean un ejemplo radiante

Hombres jóvenes de la Iglesia, diáconos, maestros y presbíteros del magnífico Sacerdocio Aarónico: han tomado sobre ustedes el nombre del Salvador, portan Su santo sacerdocio, han sido llamados a llevar a cabo Su obra y a bendecir a toda persona que los conozca. Éste es el momento de cumplir con sus deberes del sacerdocio y “brillar” como un “estandarte a las naciones” (véase D. y C. 115:5).

Éste es el momento de que “…alumbre [su] luz delante de los hombres, para que vean [sus] buenas obras y glorifiquen a [su] Padre que está en los cielos” (véase Mateo 5:16). Jesucristo es el ejemplo perfecto. Esfuércense por conocerlo, por seguirlo y por llegar a ser más semejantes a Él al obedecer Sus mandamientos y cumplir las normas de la Iglesia, según se describen en Para la Fortaleza de la Juventud. Al hacerlo, serán una fuerza resplandeciente de fortaleza espiritual para quienes los rodeen.

El Señor dijo: “Sed limpios los que lleváis los vasos del Señor” (D. y C. 133:5). Su pureza moral les permitirá brillar con una luz especial ante los miembros de su barrio o rama a medida que representen dignamente al Salvador cada domingo al preparar, bendecir y repartirles la sagrada Santa Cena.

Busquen y aprovechen las oportunidades diarias de servir a su familia, a sus amigos, a los miembros del quórum y a otras personas. Ustedes se convertirán en alegres ministros de luz para ellos y para quienes los observen en silencio.

Brillen con una amistad y bondad sinceras para con todos. Compartan con sus amigos las maravillosas bendiciones de las actividades de la Iglesia y de las enseñanzas del Evangelio. Sean valientes e invítenlos a venir a la Luz y Vida del mundo, es decir, Jesucristo.

¡Los queremos! Rogamos por ustedes. Damos testimonio de que el Señor los ama y necesita que ayuden a edificar Su reino. Como poseedores de Su santo sacerdocio, éste es el momento en que han de “levantarse y brillar”. A medida que magnifiquen este sacerdocio y cumplan con su deber a Dios, su luz se convertirá en “un estandarte a las naciones”.