2012
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Febrero de 2012


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Prestar servicio unos a otros

Sé que el presidente Thomas S. Monson nos ha pedido que sirvamos a otras personas. Un domingo por la tarde, quería visitar a mi abuela, que vive sola, y pasar la noche con ella para hacerle compañía. Mi madre me dio permiso y mi abuela estaba muy sorprendida y feliz de verme. Hablamos, preparamos algo para comer y leímos la revista Liahona juntos. Después de hacer la oración, nos fuimos a dormir.

Durante la noche, hubo una fuerte tormenta, con viento, relámpagos, truenos, lluvia y granizo. La tormenta nos despertó, y mi abuela me dijo que habría estado muy asustada si yo no hubiera estado allí con ella. Me gustó haberle podido servir de esa manera.

Vinício R., 10 años, Brasil

El Templo de Salt Lake, por Eve D., 4 años, Ucrania

Una hermana misionera en la Plaza Roja, por Emile D., 9 años, Ucrania

Mia Lynn L., de 5 años, de Alemania, ya está aprendiendo a ser misionera. Mientras almorzaba con una amiga un día, Mia bendijo los alimentos, lo que causó que la madre de su amiga le preguntara a la madre de Mia en cuanto a las creencias de la Iglesia. Ahora, Mia piensa invitar a su amiga a la Primaria.

El Padre Celestial escucha nuestras oraciones

Tengo mucha fe en Jesucristo y en Sus mandamientos y, más que nada, en la oración. Un domingo, mi abuelo paterno y yo fuimos a visitar a mi bisabuela. Yo decidí llevar mi pequeño perrito. Cuando regresábamos a casa, un niño en bicicleta atropelló a mi perrito, que se asustó y salió corriendo detrás del niño. Mi abuelo y yo corrimos tras él, pero no pudimos encontrarlo; tuvimos que regresar a casa sin él, y todos estábamos muy tristes. Mi bisabuela llamó y me dijo que yo debía encontrar un lugar privado y orar por mi perrito.

Temprano a la mañana siguiente escuchamos a un perro ladrar. ¡Mi perrito estaba en casa! Sé que el Padre Celestial escuchó mi oración.

Stephanie P., 8 años, Honduras