2012
Decide ahora mismo
Marzo 2012


Decide ahora mismo

Tomado de un discurso de la conferencia general de octubre de 2010.

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Presidente Thomas S. Monson

Estoy tan agradecido a un amoroso Padre Celestial por el don del albedrío, o el derecho de elgir. Cada uno de nosotros ha venido a esta tierra con todos los medios necesarios para tomar decisiones correctas. El profeta Mormón nos dice: “…a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que sepa discernir el bien del mal” (Moroni 7:16).

Estamos rodeados por los mensajes del adversario: “Sólo esta vez no importará”. “No te preocupes; nadie lo sabrá”. Constantemente tenemos decisiones ante nosotros. A fin de tomarlas sabiamente, se necesita valor, el valor para decir no, y el valor para decir sí. Las decisiones sí determinan nuestro destino.

Permítanme compartir con ustedes el ejemplo del hermano Clayton M. Christensen, un miembro de la Iglesia que es profesor de la Universidad Harvard.

Cuando tenía dieciséis años, el hermano Christensen decidió que no jugaría deportes el día domingo. Años más tarde, cuando asistió a la Universidad Oxford en Inglaterra, jugó de centro en el equipo de baloncesto. En la temporada de ese año habían salido invictos y lograron ir al campeonato.

Ganaron fácilmente los partidos en el campeonato, clasificándose como finalistas. Fue entonces que el hermano Christensen se fijó en el calendario y vio que el último partido estaba programado para un domingo. Fue a hablarle al entrenador sobre su dilema, quien le dijo al hermano Christensen que esperaba que participara en el juego.

El hermano Christensen se fue al cuarto del hotel y se arrodilló para preguntarle a su Padre Celestial si estaría bien, si sólo por esa vez, jugaba en domingo. Dijo que antes de terminar de orar, recibió la respuesta: “Clayton, ¿para qué me lo preguntas? Tú ya sabes la respuesta”.

Fue a donde estaba el entrenador para decirle que lamentaba mucho que no jugaría en el partido final y después se fue a las reuniones dominicales.

El hermano Christensen aprendió que es más fácil cumplir los mandamientos el 100 por ciento del tiempo que un 98 por ciento del tiempo.

Les suplico que tomen la determinación ahora mismo de no desviarse del sendero que nos llevará a nuestra meta: la vida eterna con nuestro Padre Celestial.