2012
Decidí escuchar
Junio de 2012


Decidí escuchar

Nancy Williamson Gibbs, Colorado, EE. UU.

Hace años, empecé a tener un sentimiento molesto y constante de que necesitaba compilar un recetario familiar que incluyera recetas de mis parientes. Descarté la idea y con frecuencia me decía a mí misma: “¡No tengo tiempo para un ridículo libro de cocina; tengo seis hijos bien activos! ¡Preparar un recetario es para el tipo de madres que hacen pan y bizcochos caseros! ¡Yo no tengo tiempo para eso!”.

Durante años seguí teniendo ese sentimiento persuasivo, hasta que un día por fin decidí considerarlo seriamente; sin embargo, me preguntaba quién de mi familia estaría siquiera interesado en participar. De mi familia, yo era la única que era miembro de la Iglesia; mis padres habían fallecido, no tenía hermanos ni hermanas y la mayoría de mis familiares vivían lejos. De todos modos decidí dar oído a ese sentimiento.

Me puse en contacto con mis parientes, explicándoles que estaba recopilando un recetario familiar, y los invité a que me enviaran recetas. Durante el año siguiente, recibí varias recetas; algunos parientes incluso enviaron historias y fotografías familiares. Eso me motivó a entrevistar a mis familiares de más edad y a recopilar nuestra historia familiar, la cual también decidí incluir en el libro.

Al armarlo, me di cuenta de que ni siquiera conocía a muchos de los parientes que habían enviado recetas; por esa razón, decidí incluir un árbol genealógico. Solicité la información de todos, creé el árbol y lo incluí en el manuscrito.

Al darle un último vistazo al libro terminado, fui hasta la página del árbol genealógico y me sentí sumamente conmovida por el Espíritu. Las lágrimas me rodaron por las mejillas al reconocer claramente la razón por la que tenía que compilar ese “ridículo” libro de cocina. Tenía poco que ver con recetas; había recopilado nombres y fechas de generaciones de mis antepasados, y ahora se podría llevar a cabo la obra del templo por todas esas personas. Además, había preservado historias maravillosas para generaciones futuras.

Actualmente me mantengo en contacto con varias primas en forma regular y disfruto de una maravillosa relación con los demás parientes. Al ver el recetario, a menudo pienso en el pasaje de las Escrituras: “Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes” (D. y C. 64:33). Todavía me asombro al detenerme a pensar en todas las cosas agradables y maravillosas que resultaron por dar oído a un susurro y crear un simple recetario.