2012
Transformaciones sagradas
Diciembre de 2012


Transformaciones sagradas

El Templo de San Salvador, El Salvador, ha hecho más que transformar el paisaje; su influencia está cambiando corazones, familias y a una nación entera.

La transformación de un cerro

El 20 de septiembre de 2008, unos seiscientos Santos de los Últimos Días se reunieron en un cerro empapado por la lluvia en la ciudad de San Salvador, El Salvador. Estaban en un terreno que se había utilizado por muchos años como plantación y, bajo la dirección de la Presidencia del Área Centroamérica, oraron juntos y compartieron testimonios. Algunos de ellos clavaron palas nuevas en la vieja tierra, anticipando un cambio que pronto ocurriría en ese lugar escogido.

El 21 de agosto de 2011, miles de Santos de los Últimos Días se saludaron unos a otros con reverente entusiasmo en ese mismo cerro. Ya no era una plantación, sino que se había transformado en el sitio más sagrado de El Salvador. Los santos se reunieron alrededor del templo, donde esperaban con ansia la llegada de un profeta: el presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, quien dedicaría ese templo al Señor. Un miembro de la Iglesia de hacía muchos años, casi en un susurro, dijo que el lugar parecía estar aislado de su entorno: “un pedacito de cielo en la tierra”.

La transformación de una familia

En abril de 2010, Evelyn Vigil temía que su esposo, Amado, estuviese perdiendo la fe. No había asistido a ninguna iglesia en once años, y había llegado a la conclusión de que la iglesia verdadera no existía. A su vez, Evelyn nunca había dejado de creer en Dios. Iba de una iglesia a la otra con el anhelo de escuchar Su palabra, pero sin estar satisfecha con lo que oía. Algunas mañanas se despertaba llorando; esos días oraba para recibir dirección de su Padre Celestial. Le preguntaba por qué ella no se sentía bien en ninguna de las iglesias a las que iba aun cuando quería desesperadamente saber más de Él. También oraba para que su familia algún día estuviera unida en una misma iglesia.

Para cuando llegó el 23 de agosto de 2011, Amado y Evelyn Vigil habían tenido una transformación muy parecida al cambio que había ocurrido en ese cerro de la capital de su país. Vestidos de blanco, entraron en una sala de sellamiento con su hija Michelle, que tenía nueve años, y su hijo Christian, de tres años. Fueron la primera familia que se selló por el tiempo y por la eternidad en el Templo de San Salvador, El Salvador. Al igual que el templo al que habían entrado, ellos acababan de dedicarse al servicio del Señor y estaban unidos en ese cometido.

La historia de la familia Vigil

“Nuestra historia comenzó”, recuerda Amado, “cuando encontramos a una pareja de misioneros; más bien, ellos nos encontraron a nosotros. Salíamos de la casa de los padres de Evelyn e íbamos cargados de bolsas con compras. Nos dimos cuenta de que los misioneros nos habían visto y que estaban cruzando la calle en dirección hacia nosotros. Uno de ellos amablemente preguntó si podía ayudarnos.

“También preguntaron si podían visitarnos; les dije que sí, mayormente por curiosidad. Hasta ese momento, yo no sabía mucho acerca de la Iglesia, sólo por comentarios que había escuchado de otras personas.

“Después de aceptar que los misioneros nos visitaran, le dije a mi esposa: ‘No te entusiasmes demasiado con esto. No te hagas la ilusión de que me uniré a una iglesia. Sólo tengo curiosidad de saber qué tienen que decir’.

“Los misioneros empezaron a visitarnos. Yo estaba dispuesto a decirles con cortesía que se fueran si decían algo que no me parecía correcto, pero eran muy amables, y me impresionó que nunca dijeran nada malo de otras iglesias. Enseñaban con tanto amor y dedicación, y eran pacientes cuando yo les hacía muchas preguntas. Enseguida nos encariñamos con ellos”.

Poco a poco, Amado y Evelyn se prepararon para ser bautizados y confirmados como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El desafío más grande para Evelyn fue la Palabra de Sabiduría. Se entristeció al darse cuenta de que tendría que dejar de tomar café. Amado no tenía que abandonar ningún mal hábito, sólo tenía que aprender a aferrarse a la verdad. Él creía lo que los misioneros le enseñaban, e incluso reconocía muchas doctrinas y prácticas que él y su esposa habían sentido que faltaban en las otras iglesias, tales como las familias eternas y el bautismo por los muertos, así como la hermandad y organización que existían en la Iglesia. Sin embargo, no se decidía a hacer el compromiso de bautizarse. Le preocupaba la idea de unirse a la Iglesia para luego descubrir que había tomado la decisión equivocada.

Esas inquietudes pronto desaparecieron. Evelyn oró pidiendo ayuda para sobreponerse a su hábito de tomar café y dijo: “No voy a permitir que esto me impida recibir bendiciones”. Después de unos dos meses de indecisión, Amado se comprometió a bautizarse. Ahora, según cuenta Evelyn, con frecuencia él dice: “Tenemos que abrazar la doctrina”.

Cambios y bendiciones

Amado, Evelyn y Michelle fueron bautizados y confirmados a comienzos de junio de 2011. “Desde el momento en que nos bautizamos”, dice Evelyn, “sentí que todo comenzaba a cambiar. Mi familia estaba unida en la Iglesia. Habíamos encontrado el Evangelio restaurado. Desde entonces hemos tenido pruebas y enfermedades, pero nuestro Padre Celestial ha derramado muchas bendiciones sobre nosotros”.

Amado indica: “El primer cambio que noté fue la unión en nuestra familia. No es que antes nos lleváramos mal, pero empezamos a ser más unidos. Las doctrinas del Evangelio nos ayudaron. A medida que los líderes de la Iglesia nos enseñaban cuán sagrada es la familia, empezamos a pensar más en el valor que debíamos darle a la nuestra”.

El obispo de la familia Vigil, César Orellana, también vio cambios en la vida de ellos. Después de su bautismo, Amado se acercó al obispo Orellana y le dijo: “Queremos pagar el diezmo, pero no sabemos cómo se hace”.

El obispo Orellana le explicó que el diezmo era el diez por ciento de los ingresos. Amado estaba un poco preocupado ya que, en ese entonces, Evelyn tenía trabajo pero él no. “El dinero nunca nos alcanza”, le explicó Amado al obispo, “pero queremos pagar los diezmos”.

El obispo Orellana le respondió: “Hermano, el Señor ha hecho muchas promesas”. Leyeron juntos pasajes de las Escrituras referentes a las bendiciones que provienen de pagar los diezmos fielmente, incluso las palabras del Señor por medio del profeta Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Después de leer juntos ese pasaje, el obispo Orellana miró al nuevo converso y dijo: “Aunque pagar el diezmo implique que no pueda pagar el agua o la luz, pague los diezmos. Aunque pagar el diezmo signifique que no pueda pagar el alquiler, pague los diezmos. Aunque pagar el diezmo implique que no tendrá suficiente dinero para alimentar a su familia, pague los diezmos. El Señor no lo abandonará”.

Al domingo siguiente, Amado se acercó al obispo Orellana otra vez. En esa ocasión no le hizo ninguna pregunta, simplemente le dio un sobre y le dijo: “Obispo, aquí tiene nuestros diezmos”.

Al reflexionar sobre esta experiencia, el obispo Orellana dice: “Desde entonces han sido pagadores fieles de diezmos”. La familia recibió algunas mercancías del almacén del obispo durante sus dificultades económicas. Más allá de eso, el Señor los bendijo para que pudiesen cuidar de sí mismos. Evelyn recibió un ascenso y Amado consiguió un buen trabajo. Más adelante, Evelyn se quedó sin trabajo, pero continuaron pagando los diezmos y recibieron bendiciones espirituales y temporales por causa de su fidelidad. En una ocasión, el obispo Orellana le preguntó a Amado cómo estaban económicamente, a lo cual respondió: “Estamos bien. A veces no tenemos mucho para comer, pero tenemos lo suficiente; y más que nada, confiamos en el Señor”.

Después de pagar el diezmo por un tiempo, Evelyn y Amado hablaron con el obispo Orellana sobre las bendiciones que habían recibido. Refiriéndose a Malaquías 3:10, ellos dijeron: “Hemos probado al Señor”; y fiel a la promesa del obispo Orellana, el Señor nunca los abandonó.

Una perspectiva nueva

Evelyn y Amado hablan con ternura del día en que su familia se reunió en la sala de sellamiento. Estaban preocupados de que para cuando hubieran recibido las investiduras y estuvieran listos para el sellamiento ese mismo día, sus hijos estarían impacientes. En especial les preocupaba su hijo de tres años, Christian, que era muy inquieto. Sin embargo, los niños entraron en la sala de sellamiento pacíficamente y en reverencia, lo cual indicó que comprendían la razón por la que estaban allí. Cuando llegó el momento de que los niños participaran en la ordenanza de sellamiento, Christian, sin recibir instrucciones ni sugerencias, caminó hacia el altar y se arrodilló junto a sus padres.

Evelyn recuerda haber visto la imagen de la familia en los espejos. Amado también habla de tener una visión, no sólo en el templo, sino en la vida cotidiana. Expresa agradecimiento por la perspectiva eterna que ahora guía su vida, una perspectiva que al parecer Michelle y Christian percibieron al estar en la casa del Señor. Esa perspectiva se ha extendido aun más desde entonces, en especial ya que la familia Vigil ha recibido a una nueva hija en la familia: Andrea, que nació bajo el convenio en agosto.

Una luz sobre la colina

Por medio del sacrificio expiatorio de Jesucristo y de la influencia de Su templo en el país donde vive, la familia Vigil ha cambiado para siempre. Debido a que una plantación se ha transformado en un terreno sagrado, su propio hogar se ha convertido en un lugar más sagrado.

En muchos aspectos ellos representan la promesa de una nación entera. En El Salvador viven millones de personas buenas y honradas que todos los días se ven bombardeadas por la conmoción y las tentaciones del mundo. Los santos salvadoreños aman a su país y encuentran esperanzas renovadas al ver el templo del Señor allí. Encuentran seguridad en las siguientes palabras que fueron pronunciadas en la oración dedicatoria por el presidente Eyring:

“Rogamos que Tus bendiciones se derramen sobre esta nación de El Salvador. Conmueve el corazón de aquellos que gobiernan, para que la gente pueda ser bendecida con libertad y oportunidades. Pedimos que reine la paz en la nación.

“Haz progresar Tu obra en esta tierra. Pedimos que el mensaje del Evangelio llegue al corazón de las personas a lo largo de la nación, que entren en las aguas del bautismo y permanezcan fieles y leales a Ti…

“…Con corazones agradecidos, dedicamos y consagramos esta sagrada estructura y sus alrededores a la realización de Tu voluntad y al cumplimiento de Tu obra eterna. Oramos para que esta influencia se sienta en toda la nación como una luz sobre la colina”1.

Sin duda, gran parte de esa influencia se sentirá a través del servicio y del ejemplo de personas como los integrantes de la familia Vigil. Conteniendo las lágrimas y con dificultad para expresarse en medio de su emoción, Amado Vigil habla ahora con cariño de esos misioneros que hicieron posible que él y su familia acudieran a Cristo y recibieran las bendiciones del templo. “Queremos que nuestros hijos presten servicio en misiones”, dice, “para que puedan bendecir a otras familias como esos jóvenes bendijeron a la nuestra”.

Nota

  1. “‘May Peace Reign in the Land’—Dedicatory Prayer for El Salvador Temple”, Church News, 27 de agosto de 2011, ldschurchnews.com.

Fotografía por Zach Gray, prohibida su reproducción.

Fotografías por Aaron L. West.