2013
El diezmo lleva a la conversión
Marzo 2013


El diezmo lleva a la conversión

Ol’ga Nikolayevna Khripko, Ucrania

El tema de pagar el diezmo surgió en nuestra familia cuando nuestra hija se unió a la Iglesia. En ese entonces, ni mi esposo ni yo éramos miembros. Ella ganaba su propio dinero, pero dado que vivía con mi marido y conmigo, todos compartíamos los ingresos. No imaginaba cómo íbamos a lograr pagar todo sin el diez por ciento de sus ingresos que ella había decidido pagar como diezmo; pero, poco a poco me acostumbré a la decisión de mi hija. Siempre que traía el cheque a casa, lo primero que le preguntaba era: “¿Ya apartaste tus diezmos?”.

Con el tiempo, comenzó a interesarme el saber acerca del Evangelio, pero decidí no unirme a la Iglesia porque tendría que pagar los diezmos. ¡Dos pagos del diezmo de un mismo presupuesto familiar era simplemente demasiado!

Tras asistir a la Iglesia por más de un año, empecé a sentirme incómoda e insatisfecha. Al reflexionar y orar, me di cuenta de que quería pagar los diezmos. En vista de mi oposición previa, me sorprendió que tuviera el deseo de hacerlo.

Al domingo siguiente le pedí una papeleta de diezmos al presidente de rama, pero me desilusionó el enterarme de que no podía pagar los diezmos hasta que fuese miembro. Podía, no obstante, hacer un donativo; así que doné diez por ciento de mis ingresos a la Iglesia del Señor. De inmediato sentí consuelo, dicha y satisfacción. No veía la hora de que llegara el día de mi bautismo para poder pagar un diezmo real.

Sé que las bendiciones temporales de las que goza nuestra familia provienen de pagar el diezmo; pero las bendiciones más grandes son los sentimientos incomparables que experimentamos cuando obedecemos al Padre Celestial: la satisfacción de ser obedientes, la confianza de que nuestro Padre Celestial no nos abandonará y los sentimientos de paz y felicidad.