2013
Tengo un testimonio de la familia
Marzo 2013


Para la Fortaleza de la Juventud

Tengo un testimonio de la familia

Imagen
Ann M. Dibb

Hace años escuché a una hermana de mi barrio dar su testimonio. Recuerdo lo que dijo y lo que sentí. La hermana Reese expresó gratitud por su familia justa, y por el gozo y el consuelo que le daba el concepto de las familias eternas. Sentí que el Espíritu confirmaba mi deseo sincero de tener esa misma bendición y ese testimonio acerca de la familia.

Imagen
man with daughters

Permítanme ofrecer algunas sugerencias a fin de ayudarlos a obtener un testimonio en cuanto a la importancia de la familia:

1. Busquen la inspiración del Señor con oración y registren las impresiones que reciban mientras estudian. Guarden los mandamientos a fin de purificar sus vidas; eso los ayudará a ser dignos de la compañía del Espíritu, quien los ayudará en su búsqueda.

2. Lean “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”1, pronunciada por vez primera por un profeta hace casi veinte años. Mi testimonio de los profetas, videntes y reveladores se fortalece al leer este documento y considerar los cambios que han tenido lugar en el mundo en lo referente a la familia. Al leer la proclamación, tomen nota de las doctrinas, los consejos, las advertencias y las bendiciones prometidas, y de lo que éstas significan para ustedes personalmente.

3. Estudien las palabras de los profetas y de las Autoridades Generales. Sus palabras son inspiradas y bendecirán a las personas que crean en ellas y las sigan. Por ejemplo, el presidente Thomas S. Monson enseñó: “La familia debe conservar su lugar de preeminencia en nuestro modo de vida, porque es la única base posible que siempre ha resultado factible para que las sociedades de seres humanos responsables construyan para el futuro y mantengan los valores que atesoran en el presente”2.

4. Estudien las Escrituras. En ellas encontramos muchos ejemplos de familias que se establecieron sobre el cimiento de la rectitud, la obediencia y la fe en el testimonio de Jesucristo. Lean las Escrituras, en especial el Libro de Mormón, con esta pregunta en mente: “¿Qué enseñanzas me bendecirían si las pongo en práctica en mi familia actual y en la futura?”.

5. Estudien el librito Para la Fortaleza de la Juventud, especialmente la sección “La familia”. Aprendan acerca de las responsabilidades y las bendiciones de la familia. Tomen nota de lo que se requiere de cada integrante a fin de crear y mantener una familia unida, que se centre en el Evangelio. Determinen la forma en que pueden fortalecer la relación con los integrantes de su familia. Busquen la confianza y el consuelo que se mencionan en el recuadro lateral derecho.

En verdad, cada sección de Para la Fortaleza de la Juventud se relaciona directamente con las relaciones familiares y la forma de mejorarlas. En la medida en que cada integrante siga las normas y los mandamientos, serán bendecidos con la compañía del Espíritu Santo y serán dignos de recibir las sagradas ordenanzas y convenios del templo, que bendecirán a cada familia ahora y eternamente.

6. Actúen de conformidad con lo que hayan aprendido durante su estudio y apliquen lo que hayan aprendido en su familia (véase D. y C. 88:119).

He oído testimonios conmovedores de jovencitas que han trabajado en la experiencia del tercer valor, en la sección de la naturaleza divina del Progreso Personal, donde se pide a las jóvenes que hagan un esfuerzo por fortalecer sus relaciones familiares durante dos semanas (los hombres jóvenes pueden encontrar un plan similar en Cumplir Mi Deber a Dios, 2010, págs. 80–81). Una jovencita comenta: “He experimentado un milagro. Amo a mi hermana, ¡y sucedió en sólo dos semanas! Me he puesto la meta de repetir esta experiencia con cada integrante de mi familia cada año. ¿Por qué? ¡Porque me ha hecho muy feliz!”.

7. Oren y busquen la confirmación mediante el Espíritu en cuanto a la importancia de la familia. Sean pacientes y estén atentos. El testimonio vendrá por medio del Espíritu porque “la familia es ordenada por Dios” y “es la unidad más importante que hay en esta vida y en la eternidad”3.

Sé que si hacemos estas cosas, llegará el día en que ustedes, como la hermana Reese, podrán ponerse de pie y decir: “Tengo un testimonio de la familia, y este conocimiento me da consuelo y gozo”.

Notas

  1. “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 129.

  2. Teachings of Thomas S. Monson, comp. Lynne F. Cannegieter, 2011, pág. 112.

  3. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 1.1.1.

Ilustraciones fotográficas por el Departamento de Servicios de Publicación.