2013
Algo le pasaba al avión
Abril de 2013


Algo le pasaba al avión

Craig Willie, Utah, EE. UU.

Una noche, mientras rodaba el avión lleno de pasajeros hacia la pista de despegue, tuve la sensación de que algo le pasaba al sistema de dirección del avión. A fin de confirmar mi impresión espiritual, salí de la pista de rodaje y di algunas vueltas de 360 grados. Parecía que todo estaba en orden.

Me preguntaba: “¿Debo despegar y llevar a los pasajeros a su destino a tiempo, o regresar a la puerta de embarque?”. Sabía que si regresaba, provocaría una gran demora. Las pistas de despegue van en una sola dirección, por lo cual tendría que esperar hasta que el control de tierra me hiciera un lugar para desplazarme en el sentido opuesto al tránsito. Después tendríamos que esperar a que el personal de mantenimiento revisara el avión. La demora podría causar problemas a la aerolínea y a los pasajeros que tuvieran a alguien esperándolos o que tuvieran que hacer alguna conexión. Además, me preguntaba cómo reaccionaría el departamento de mantenimiento cuando les informara que el avión tenía un problema, sin tener ninguna evidencia salvo una fuerte impresión de que así era.

Como capitán de la nave, era responsable de nuestra seguridad, así que decidí seguir la impresión y regresar.

Cuando llegamos a la puerta, le dije al mecánico que tenía la sensación de que el avión tenía un problema, pero que no sabía dónde. Él no creía que hubiera ningún problema.

“Seguramente sólo era la pista mojada”, dijo. “Probablemente se haya estado resbalando en el asfalto”. De todos modos, accedió a echarle un vistazo al mecanismo de dirección del tren delantero. Tras revisarlo, me pidió que hiciera descender a los pasajeros para llevar el avión a un recorrido de prueba.

Cuando regresó, treinta minutos más tarde, estaba muy preocupado. Durante el recorrido de prueba, oyó un chirrido intermitente. Al aplicar los frenos mientras viraba para volver a la puerta de embarque, perdió el control del avión y casi se sale de la pista.

Una inspección minuciosa reveló que el mantenimiento de los frenos que se había hecho la noche anterior había sido deficiente. De haber aterrizado después de nuestro vuelo, los frenos habrían fallado y yo habría perdido el control del avión.

Me dieron otro avión para pilotear y conduje a mis pasajeros a su destino a salvo con tres horas de retraso.

Me alegra haber escuchado los susurros del Espíritu. Sé que el Espíritu nos dirigirá si procuramos la guía del Señor y escuchamos las impresiones que recibimos.