2013
El estudio de las Escrituras para fortalecer a la familia
Agosto 2013


El estudio de las Escrituras para fortalecer a la familia

Establezca un cimiento fuerte para usted y su familia llevando a cabo un estudio más constante y significativo de las Escrituras.

Las siguientes ideas contribuirán a que usted y su familia reciban los beneficios de un mejor estudio de las Escrituras. Estos ejemplos son sólo sugerencias y se pueden adaptar a lo que sea más conveniente tanto en lo individual como en el ámbito familiar.

Inicie el estudio con una pregunta

El recurrir a las Escrituras en busca de respuestas es una buena manera de mejorar su estudio; puede comenzar con una oración, pidiendo encontrar respuesta a determinadas preguntas. Mientras estudia, marque los pasajes que se relacionen con sus preguntas; haga anotaciones en los márgenes del libro o en una libreta.

Cada vez que estudie las Escrituras con su familia, podría comenzar por preguntar a sus hijos si quieren recibir respuesta a alguna pregunta. Mientras leen, busquen pasajes que contesten esas preguntas y hagan una pausa para analizarlas.

El estudio por tema

Elija un tema sobre el que quiera aprender más, como la oración, y lea la nota sobre ese tema en la Guía para el estudio de las Escrituras. Lea las Escrituras que se mencionen en la Guía o en el Índice bajo ese tema y marque los versículos que considere de mayor aplicación en esos pasajes. Una vez que haya marcado sus pasajes de Escritura preferidos sobre la oración, tendrá una referencia personalizada sobre ese tema. Podría marcar con el mismo color todos los pasajes relacionados con determinado tema. Cuando haya terminado, elija otra doctrina para estudiar y utilice un color diferente para marcar esos versículos.

Cuando estudien en familia, elijan un tema juntos y dé a cada uno de sus hijos la asignación de leer en silencio algunos pasajes relacionados y luego compartir con los demás el que prefieran. Quizás les lleve varios días terminar de estudiar el tema, de modo que verifiquen lo que han aprendido analizándolo y tomando notas al terminar cada una de las sesiones de estudio.

Estudie para recibir guía

El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, explicó una vez cómo empleaba el estudio de las Escrituras a fin de buscar guía específica para su vida y su llamamiento. Después de orar al Padre Celestial sobre lo que tenía que hacer, escribió una lista de respuestas, las marcó con colores diferentes por tema y pegó una copia de esa lista en un ejemplar económico de las Escrituras. Él explicó: “La primera [respuesta en la lista] fue: ‘Yo debo ser testigo de que Cristo es el Hijo de Dios’. Luego leí las Escrituras buscando ideas que me enseñaran cómo testificar que Cristo es el Hijo de Dios. Cada vez que me topaba con algo, lo marcaba con azul. En muy poco tiempo, creé mi propia guía temática acerca de lo que pensaba que el Señor quería que yo hiciera”1.

Al estudiar con su familia, decidan qué aspectos de su vida familiar les gustaría mejorar juntos; anoten esos puntos y pongan la lista en un lugar visible. Al leer, pida a cada uno de sus hijos que busque y marque pasajes de las Escrituras que se relacionen con uno de esos puntos específicos.

Si les resulta difícil leer unos cuantos versículos por día y un estudio más profundo les parece imposible, o si el hecho de juntar a su familia para hacerlo es demasiado esfuerzo, no se desanimen ni se den por vencidos. El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, aconsejó que, aunque ninguna sesión de estudio de las Escrituras parezca especialmente memorable o de éxito, “nuestra constancia en acciones aparentemente pequeñas puede llevarnos a alcanzar resultados espirituales significativos”2.

Cuando nos esforcemos por leer las Escrituras con mayor constancia y por mejorar nuestra lectura con un estudio más significativo, el Señor bendecirá nuestros esfuerzos; Él nos guiará al hacer que nuestro estudio sea estructurado y lo hará más gratificante para nosotros y para nuestra familia.

Notas

  1. “Un análisis sobre el estudio de las Escrituras”, Liahona, julio de 2005, pág. 10.

  2. David A. Bednar, “Más diligentes y atentos en el hogar”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 20.

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