2014
El viaje de Mamá Sefi al templo
Enero de 2014


El viaje de Mamá Sefi al templo

Betty Ventura, Utah, EE. UU.

Un día, cuando estaba en la oficina de la Misión México, durante la década de los cuarenta, llegó una hermana del pequeño pueblo de Ozumba, ubicado al pie del Popocatépetl, un volcán activo a unos 70 km al sureste de la Ciudad de México. Todos la conocíamos; se llamaba Mamá Sefi.

Los misioneros de tiempo completo vivían en su pequeña casa de adobe, donde ella siempre tenía una habitación preparada para ellos. Mamá Sefi, que no alcanzaba a medir 1,5 m, se ganaba la vida vendiendo fruta en los mercados de los pueblos alrededor de Ozumba. Cada ciudad tenía un día diferente para el mercado, y ella iba a cada uno de ellos para vender su fruta.

Ese día, fue a la oficina de la misión llevando un costal de harina grande lleno de tostones, monedas de plata de cincuenta centavos que había ahorrado a lo largo de los años. Algunas piezas se remontaban a la época de Porfirio Díaz, quien gobernó México desde 1884 hasta 1911. Mamá Sefi había viajado de Ozumba a la casa de la misión en autobús cargando el costal de dinero. Le dijo al presidente Arwell L. Pierce que había estado ahorrando por muchos años a fin de viajar al Templo de Salt Lake para recibir sus investiduras.

Obtuvo permiso para salir del país, una misionera le prestó una maleta y nosotros la llevamos al tren. El presidente Pierce llamó a alguien de El Paso, Texas, para que fuera a esperar el tren del otro lado de la frontera con los Estados Unidos y se asegurara de que Mamá Sefi tomara el autobús hacia Salt Lake City. Algunos miembros de la rama de habla hispana de Salt Lake City la irían a recoger a la parada del autobús y se encargarían de su alojamiento y de ayudarla en el templo.

Unas semanas después, Mamá Sefi volvió a la Ciudad de México y luego a su casa en Ozumba. Había completado el viaje a salvo, y volvió a la venta de fruta en los mercados.

Mamá Sefi no hablaba inglés, así que le preguntamos cómo se las había arreglado para ordenar comida mientras viajaba en autobús desde El Paso hasta Salt Lake City, un viaje de varios días. Dijo que alguien le había enseñado a decir “tarta de manzana” en inglés, de modo que cada vez que el autobús hacía una parada para comer, ella ordenaba tarta de manzana.

Ya que ésas eran las únicas palabras que sabía en inglés, vivió a base de tarta de manzana durante su viaje por el país, de ida y de vuelta; pero a Mamá Sefi no le importó; regresó agradecida y radiante por la experiencia que había tenido en el templo.