2014
Cómo vivir una vida de paz, gozo y propósito
Febrero de 2014


Cómo vivir una vida de paz, gozo y propósito

Tomado de un discurso pronunciado el 21 de abril de 2011 en la ceremonia de graduación de la Universidad Brigham Young. Para leer el texto completo en inglés, véase speeches.byu.edu.

Imagen
Élder Richard G. Scott

Que el Señor fortalezca tu determinación, el ejercicio de tu fe y tu carácter en desarrollo a fin de que llegues a ser el instrumento para bien que Él quiere que seas.

Este mundo se encuentra en graves dificultades. Se están socavando los valores básicos de los Estados Unidos y de otros países occidentales; hay un desmoronamiento continuo de los principios, la virtud, la integridad y los valores religiosos, que son las piedras fundamentales de la civilización y los elementos decisivos de la paz y la felicidad. Te mostraré, lo más sencilla y claramente que me sea posible, un modelo para tener éxito y felicidad en la vida a pesar de esas condiciones.

Dios te ha dado la capacidad de ejercer la fe para que encuentres paz, gozo y propósito en la vida. No obstante, para emplear su poder, esa fe debe estar arraigada en algo seguro, y no hay ningún fundamento más sólido que la fe en el amor que el Padre Celestial tiene por ti, fe en Su plan de felicidad, y fe en la disposición y en el poder que tiene Jesucristo para cumplir todas Sus promesas.

Algunos de los principios en los que se basa la fe son:

  • La confianza en Dios y en Su deseo de proporcionarnos ayuda cuando la necesitemos, por muy difíciles que sean las circunstancias.

  • La obediencia a Sus mandamientos y un modo de vivir que demuestre que Él puede confiar en ti.

  • La percepción de los apacibles susurros del Espíritu y la aplicación valiente de las impresiones que se reciban como resultado.

  • Paciencia y comprensión cuando Dios deja que pases por dificultades a fin de que progreses, y cuando las respuestas llegan poco a poco a lo largo de un período prolongado.

Sería bueno que comprendieras y emplearas el poder de interacción que existe entre la fe y el carácter. Dios utiliza tu fe para moldear tu carácter, el cual se entreteje pacientemente con hilos de doctrina, principios y obediencia. El carácter es la manifestación de lo que estás llegando a ser, y será el criterio que Dios empleará para determinar cuán bien has utilizado tu vida mortal. Un firme carácter moral es la consecuencia de las constantes decisiones correctas ante las dificultades y las pruebas de la vida; esas decisiones se toman confiando en lo que se cree y, cuando se actúa de acuerdo con ello, se recibirá la confirmación de que es verdadero.

El carácter digno

Al dirigirte al límite de tu entendimiento y entrar en el crepúsculo de la incertidumbre mediante el ejercicio de la fe, se te guiará en las dificultades de la vida para encontrar soluciones que no encontrarías de otra manera. Aun cuando tu fe sea muy fuerte, Dios no siempre te recompensará inmediatamente de acuerdo con tus deseos; más bien responderá, poco a poco, lo que en Su plan eterno sea lo mejor para ti. Ejercer la fe de manera continua forjará en ti una fortaleza de carácter que estará a tu disposición en tiempos de crisis. Ese carácter no se desarrolla en los momentos de grandes desafíos o de tentación; es entonces cuando se utiliza.

El cimiento del carácter es la integridad, y un carácter digno fortalecerá tu capacidad para reconocer la guía del Espíritu y obedecerla. La fortaleza de carácter es más importante que tus posesiones, que lo que hayas aprendido o que las metas que hayas logrado. El ejercicio constante de la fe desarrolla en ti un carácter fuerte que, a su vez, expande tu habilidad de ejercer fe, mejorando así tu capacidad y confianza para vencer las pruebas de la vida. Ese ciclo de fortalecimiento continúa porque, cuanto más se fortifique tu carácter, más capaz serás de ejercer el poder de la fe.

Dondequiera que vivas y cualquiera sea tu ocupación o tu enfoque en la vida, tendrás parte en la batalla por las almas de los hombres y las mujeres; sé valiente en esa lucha, la cual se libra en base al carácter. Satanás y sus huestes han definido su carácter mediante su oposición terminante a la voluntad de nuestro Padre y con la continua violación de Sus mandamientos. Tu carácter se hace más sólido por las decisiones correctas que tomas constantemente. A lo largo de la vida recibirás la recompensa por tu esfuerzo de escoger lo correcto.

Ni Satanás ni ningún otro poder son capaces de debilitar o destruir el carácter que estés forjando; sólo tú puedes hacerlo por medio de la desobediencia. Es por ese motivo que él se ha concentrado tan firmemente en tentarte para que tomes decisiones que debilitarán tu carácter. Satanás es un hábil maestro en hacer que las decisiones destructivas tengan una apariencia atractiva, y hasta razonable; por lo tanto, ten cuidado. En este período crítico de la vida te enfrentarás a muchas decisiones; las decisiones que tomes afectarán profundamente tu vida ahora y en la eternidad; tómalas con sabiduría y con oración.

Tomar decisiones basándose en verdades eternas

Hay dos modos de tomar decisiones en la vida: (1) decisiones basándose en las circunstancias, y (2) decisiones basándose en la verdad eterna. Satanás incita a que se tomen de acuerdo con las circunstancias: ¿Qué hacen los demás? ¿Qué es lo aceptable en los ámbitos sociales o políticos? ¿Qué proporcionará el resultado más rápido y satisfactorio? Ese modelo da a Lucifer mayor oportunidad para tentar a la persona a tomar decisiones que serán dañinas y destructivas, aunque en el momento de tomarlas parezcan lo mejor.

En ese enfoque no existe un conjunto de valores o normas que guíen las decisiones de manera uniforme; cada una se toma según lo que parezca ser la opción más atractiva en el momento. El que elija seguir ese camino no puede esperar la ayuda del Señor, sino que queda expuesto a su propia fortaleza y a la de los que quieran ayudarle. Lamentablemente, la mayoría de los hijos de Dios toman decisiones de esa manera; ése es el motivo por el cual el mundo se encuentra en tal estado de agitación.

El modelo del Señor es que Sus hijos tomen decisiones basadas en la verdad eterna. Eso exige que tu vida se mantenga centrada en los mandamientos de Dios; de ese modo, las decisiones se toman de acuerdo con verdades inalterables y con la ayuda de la oración y la guía del Espíritu Santo. Además de tu propia fortaleza y capacidad, gozarás de la inspiración y el poder divinos cuando lo necesites; tus acciones serán predecibles y bendecirán a todos los que se hallen en tu círculo de influencia. Tendrás así una vida significativa de propósito, paz y felicidad.

No hay ninguna garantía de que la vida vaya a ser fácil para nadie. Progresamos y aprendemos más rápidamente al enfrentar y vencer obstáculos. Tú estás aquí para demostrar tu capacidad, para progresar y sobrellevar los desafíos. Habrá constantes dificultades que te obligarán a pensar, a discernir en forma apropiada y a actuar con rectitud; gracias a ellas progresarás. Sin embargo, hay algunos problemas que no tienes por qué enfrentar; son los que se relacionan con las transgresiones graves. Mientras sigas evitando ese tipo de tragedia, tu vida será más simple y feliz. Verás a tu alrededor otras personas que no toman esa decisión y hacen cosas impropias y malas que les acarrean pesar. Agradece a tu Padre Celestial el hecho de que tu estilo de vida sea diferente y de que hayas recibido ayuda para tomar decisiones con la guía del Espíritu Santo. Esa inspiración te mantendrá en el camino correcto.

El Evangelio nos enseña a tomar decisiones basadas en la verdad eterna. Te ruego que nunca te permitas hacer una excepción a esa norma de vida sólo para lograr una ventaja pasajera y atractiva o para participar en una experiencia que sabes que es indigna. He visto tantas personas y parejas jóvenes malograr su vida por recurrir a fuentes erróneas para saber cómo vivir. Se desvían de los principios verdaderos al ser tentados a transigir sólo un poco a fin de obtener influencia, posición o aceptación; y justifican esas desviaciones argumentando que más adelante se logrará con ello un bien mayor. A la larga, ese modo de vivir te llevará a donde, sin duda alguna, no quieres estar.

Cómo mantener tu resolución

¿Cómo mantendrás tu resolución de vivir dignamente? ¿Cómo puedes tener la seguridad de que esa determinación que tienes en el corazón no se verá corroída por las presiones que te rodean? Si tienes la bendición de haberte casado, regocíjate en ese compañerismo con tu cónyuge y con tus hijos; que no haya absolutamente ningún secreto entre los dos; eso les proporcionará una fuerte garantía de rectitud y felicidad continuas. Decidan juntos todos sus asuntos.

Mantén en tu hogar la luz del Evangelio viva y brillante por medio del estudio de las Escrituras, la oración y las demás cosas que sabes hacer. Al recibir los convenios del templo, hónralos y vive de acuerdo con ellos; bebe profundamente de la fuente de la palabra revelada de Dios; aférrate firmemente a Su palabra; santifica el día de reposo. En resumen, continúa haciendo lo que sabes que debes hacer. A dondequiera que vayas, mantente en estrecho contacto con la Iglesia y presta servicio en ella continuamente; y mientras no te cases, mantén esos mismos objetivos hasta donde se apliquen.

Por ser un excepcional hijo o hija de Dios, se te necesita muchísimo. Existe una urgente necesidad de más hombres y mujeres como tú que defiendan los principios contra las presiones en aumento que inducen a transigirlos. Hacen falta hombres y mujeres que actúen noble y valientemente con respecto a aquello que el Señor ha definido como justo y no a lo que se considere políticamente correcto o socialmente aceptable. Necesitamos personas que ejerzan la influencia espiritual y recta que motive a los demás a vivir honorablemente. Necesitamos políticos con integridad, hombres de negocios que sean honrados y moralmente limpios, abogados que defiendan la justicia y el sistema legal, y funcionarios gubernamentales que protejan los principios porque es lo correcto. Sobre todo, necesitamos madres y padres que preserven la santidad y la seguridad del hogar, así como la integridad de la familia en la cual se enseñen la fe en Dios y la obediencia a Sus mandamientos como el cimiento de una vida productiva.

Tú puedes ser una parte esencial de esa luz resplandeciente, esa influencia justa que aumente la fibra moral de tu nación y de sus hogares. Muchos de tus amigos viven para el momento sin entender cuánta falta hacen los principios, las leyes eternas y la verdad; se han criado en un ambiente en el cual las decisiones se toman de acuerdo con las circunstancias del día o las oportunidades de obtener beneficio en el futuro. Muéstrales una vida mejor, un camino mejor. Hay algunas cosas que son malas porque Dios ha decretado que lo son. La verdad no se determina de acuerdo con lo que el hombre piense, por muy influyente que sea, sino que fue determinada por un Dios Todopoderoso antes de la creación de esta tierra. La verdad existirá inalterable para siempre.

Es verdad que el poder, la influencia o las riquezas pueden provocar una euforia transitoria, pero la felicidad verdadera y perdurable, la que se siente temprano por la mañana cuando eres honesto contigo mismo, se logra sólo por medio de la obediencia a las enseñanzas de Dios. Debes conservar la honradez, integridad, castidad, virtud y la disposición de renunciar a algo atractivo, e incluso aparentemente deseable en el momento, por algo mejor en el futuro; me refiero a la buena disposición cuando las circunstancias nos exigen sacrificar todo a fin de seguir los principios verdaderos.

Cómo seguir el plan con éxito

Quiero sugerirte diez ideas específicas para ayudarte a lograr el plan que el Señor quiere que sigas en la vida.

Primero, establece un conjunto de principios que guiarán todos los aspectos de tu vida: en tu hogar, en el servicio a la Iglesia, en tu profesión y en tu comunidad. Muchas personas tratan de compartimentar su vida y tener una norma para la Iglesia y otra diferente para sus negocios y otros aspectos de su vida. Te aconsejo seriamente que no hagas eso. Hay sólo un conjunto de normas que tiene sentido: son las enseñanzas de Jesucristo, que nos indican la importancia de la fe, del servicio, de la obediencia y de la integridad.

Segundo, no hagas excepciones a tus normas. Nunca transijas en ellas. Una de las maneras en que el Señor nos protege es dándonos dirección en la vida. Una de las maneras en que Satanás nos destruye es apartándonos hábilmente de lo que sabemos que es fundamentalmente importante en la vida. Gran parte de mi vida viví en Washington, D.C., y recuerdo que de vez en cuando llegaban a la ciudad hombres que habían sido elegidos como representantes del gobierno y eran miembros de la Iglesia. Algunos emplearon las enseñanzas del Salvador a lo largo de su carrera política y llegaron a ser grandes servidores; otros empezaron desde el principio a racionalizar diciéndose: “Si fuéramos más amigos de los demás y nos entendieran mejor, lograríamos posiciones que nos colocarían en un lugar en el que podríamos prestar servicio mejor”, y comenzaron entonces a hacer pequeñas excepciones a las normas por las cuales sabían que debían guiarse. Muy pocas personas los recuerdan siquiera; perdieron sus puestos por hacer excepciones a las normas. No cometas ese error.

Sé leal a las enseñanzas que hayas recibido de tus padres y de los líderes de la Iglesia; ésas son las cosas de mayor valor. Si incorporas tu formación académica con lo que sabes de las enseñanzas del Señor y de los ejemplos de las personas rectas que sean modelos de conducta para ti, tendrás un fundamento sólido; tu vida será productiva y harás por los demás cosas que valgan la pena.

Tercero, sé leal. Sé leal a tus padres y a otros seres queridos. Sobre todo, sé leal a Jesucristo, el Salvador. Tendrás éxito cuando tus acciones estén en armonía con las enseñanzas del Señor. Cuando busques trabajo, busca algo que sea un desafío para ti, que te eleve a niveles más altos de desempeño. Tal vez sea más difícil, pero crecerás, te perfeccionarás más y contribuirás algo de más valor. En realidad, todavía no tienes idea de quién eres ni de lo que puedes lograr en la vida. Tu potencial es muy grande, mucho más de lo que hoy te imaginas.

Cuarto, vive de tal manera que el Señor te guíe a donde Él quiere que estés y que prestes servicio. Lo hará si vives Sus mandamientos dignamente y te empeñas en todo aspecto para ser obediente a Sus enseñanzas.

Quinto, presta servicio a los demás. El compartir tu conocimiento con los demás te traerá felicidad y bendecirá la vida de ellos.

Sexto, sonríe. No quiero decir que debas estar contando chistes todos los días, pero un buen chiste de vez en cuando es una válvula de escape; no es nada malo. Muy pronto te darás cuenta de que todo el mundo tiene problemas y nadie quiere escuchar los tuyos; deja todo eso de lado y sonríe. Ten un buen sentido del humor, como los profetas. Ojalá pudiera contarte algunas cosas de las que hablamos; no son frívolas ni impropias, sólo de buen sentido del humor. Te diré un secreto para que te despiertes por la mañana con una sonrisa en los labios, sea como sea que te sientas: cuando te vayas a dormir, ponte una percha en la boca. Acuérdate de que un buen sentido del humor te ayudará muchísimo.

Séptimo, no te quejes. La vida no es siempre justa, ése es un hecho innegable, pero siempre está cargada de oportunidades maravillosas si sabes dónde buscarlas. Recuerdo una época en que trabajé más que nunca. Trabajaba para un hombre que tomaba todas mis ideas, mis sugerencias y mi trabajo y se las presentaba a su supervisor como si fueran suyas. Durante un tiempo eso me molestó mucho, pero al meditar sobre ello, se me ocurrió una idea y decidí que de ahí en adelante le mandaría informes escritos de todo lo que hacía o lo que planeaba hacer, con copia a su jefe. A él no le gustó nada, pero mi idea funcionó a la perfección.

Octavo, ten siempre una asignación en la Iglesia. No quiero decir que vayas a pedir un llamamiento en particular, sino que, dondequiera que vayas en el mundo, dondequiera que el Señor te lleve, ofrece siempre tus servicios a la autoridad que presida, y deja en sus manos el decidir dónde y cuándo prestarás servicio. Mantente en contacto con los asuntos de Dios y las maneras de servirlo.

Las dos últimas ideas son las más importantes.

Noveno, asiste al templo. Ten contigo una recomendación vigente para el templo. Habrá algunos que quieran esperar para ir al templo hasta que vayan a sellarse con su cónyuge; pero casi toda persona puede obtener y conservar una recomendación para el templo. Eso te mantendrá en armonía espiritual, te hará recordar las cosas más importantes de la vida y te animará a prestar mayor servicio a los demás.

Décimo, utiliza al Salvador Jesucristo como tu ejemplo en la vida. Emplea Sus enseñanzas como tu manual de instrucciones para vivir. Nunca hagas excepciones a ellas.

¿Considerarás, con oración, las cosas de las que hemos hablado? Hay muchas personas que están dispuestas a dejarse guiar por tu buen ejemplo. Dado que se te ha iluminado, tú tienes la obligación hacia los que te sigan de darles el mejor ejemplo de que seas capaz; no sólo serán ellos bendecidos, sino que tu vida se enriquecerá también. Llega a conocer la gran influencia para bien que proviene de las acciones individuales motivadas por la conciencia y por los principios que se arraigan en la verdad. Decide que cada momento de tu vida reflejará tu determinación de ser humildemente un ejemplo de rectitud, integridad y convicción. Con esa clase de vida, sin duda tendrás éxito en lograr el propósito por el cual viniste a la tierra.

Haz lo justo

Comencé este mensaje señalando que he probado en mi propia vida la verdad de los principios que he compartido. Ha habido veces en que mi decisión de defender cierto principio contra potentes fuerzas implicaría una pérdida personal importante si lo hacía; pero eso no me disuadió, pues estaba resuelto a hacer lo correcto. Sin embargo, la supuesta pérdida nunca tuvo lugar. De alguna manera, el hacer lo correcto, con el tiempo me dio oportunidades mucho mejores y más importantes. Testifico que nunca te equivocarás si confías en el Señor y en Sus promesas, por muy grave que sea la dificultad.

¿Puedo contarte una experiencia? Presté servicio en la Marina de los Estados Unidos con el almirante Hyman G. Rickover, una persona extremadamente exigente. Cuando recibí el llamamiento para ser presidente de una misión, él trató de disuadirme de que aceptara. Al decirle que quien me había llamado era un profeta de Dios, me contestó: “Si así es como son los mormones, no quiero tener a ninguno trabajando en mi programa”. Yo sabía que había muchas familias en el estado de Idaho, EE. UU., que dependían de su trabajo en aquel programa, y me quedé muy preocupado por lo que me dijo.

Mientras oraba, me vino a la memoria un himno: “Haz tú lo justo por más que te cueste” (“Haz tú lo justo”, Himnos, Nº 154). Y eso fue lo que hice. No veía cómo algunas de las dificultades que enfrentábamos se resolverían de la manera que yo esperaba que se resolvieran con la persona que me iba a reemplazar, pero seguí el consejo de “haz tú lo justo por más que te cueste”, y todo resultó bien.

Al enterarse de que me iba a la misión, el almirante Rickover había dicho que no quería verme ni hablarme nunca más. El último día de mi trabajo pedí una cita con él; la secretaria se quedó sorprendida, pues suponía que tendríamos una discusión acalorada.

Entré a su oficina y él me dijo: “Scott, siéntese. ¿Qué quiere decirme? He tratado de todas maneras de que cambie su decisión. ¿Qué tiene que decirme?”.

Le entregué un ejemplar del Libro de Mormón y dije: “Almirante, yo creo en Dios. Y creo que si hacemos lo mejor que podemos, Él nos ayudará”.

A continuación, el almirante Rickover dijo algo que jamás esperé escuchar: “Cuando termine su misión, quiero que vuelva a trabajar conmigo”.

“Haz tú lo justo por más que te cueste”.

Que el Señor fortalezca tu determinación, el ejercicio de tu fe y tu carácter en desarrollo a fin de que seas el instrumento para bien que Él quiere que llegues a ser. Testifico que Él vive. Al buscar Su ayuda dignamente, Él te guiará en la vida. Lo testifico con todas las fuerzas que poseo. Jesucristo vive. Él guía Su obra en la tierra.

Como apóstoles del Señor Jesucristo, tenemos experiencias que son muy sagradas y que nos permiten expresar nuestro testimonio de Su nombre y de Su poder. Eso hago con profunda convicción. Jesucristo te ama y Él te guiará a lo largo de la vida. En tiempos de grandes dificultades y cuando te encuentres perplejo en cuanto a la dirección que debes tomar, arrodíllate, pide a tu Padre Celestial que te bendiga y deja que tu fe en el Salvador y en Su expiación sean la roca y el cimiento de tu éxito en la vida.