2014
Nefi contestó mi pregunta
Julio de 2014


Nefi contestó mi pregunta

Judy M. Smith, Kansas, EE. UU.

Soy miembro de la Iglesia desde que nací, pero mi familia raramente asistía mientras yo crecía. A pesar de ello, siempre encontré la manera de ir a la Iglesia sola. A principios de la década de los 70, prestaba servicio como maestra de seminario en Pittsburg, Kansas, EE. UU. Cuando estudiamos el Libro de Mormón, desafié a la clase, incluyéndome a mí misma, a que leyéramos el libro completo. Un día, mientras estaba leyendo, recibí un fuerte testimonio de que es verdadero.

Unos años después, mis padres vinieron a visitarme. Mientras estaban de visita, mi padre sacó algunos temas de conversación sobre los cuales no estábamos de acuerdo y de los que yo no quería hablar con él. No obstante, él insistió, al grado de que yo estaba a punto de perder la paciencia. Me retiré por un momento y me fui a mi cuarto, donde me arrodillé y oré al Padre Celestial pidiéndole ayuda para saber cómo actuar con mi padre. La respuesta llegó como un pensamiento: el relato de Nefi cuando rompió su arco.

Busqué el relato en 1 Nefi capítulo 16. Pensé en Nefi, que fue lo suficientemente humilde como para dirigirse a su padre, quien había murmurado en contra del Señor, para preguntarle dónde debía ir a buscar alimentos (véase el versículo 23). Con eso en mente, sentí la impresión de acudir a mi padre y pedirle consejo, así como una bendición del sacerdocio.

Cuando regresé a la sala y le pedí que me diera una bendición, se sintió conmovido y comenzó a llorar. “Déjame pensarlo”, dijo.

Los próximos días, él ayunó y oró. Entonces, antes de que mi mamá y mi papá se fueran, él me dio una bendición hermosa.

Después de esa experiencia, mi padre comenzó a cambiar. Cuando se fueron de Kansas para volver a su casa, mis padres visitaron Adán-ondi-Ahmán, en Misuri, EE. UU., donde mi padre tuvo una profunda experiencia espiritual.

Al poco tiempo, mis padres se activaron en la Iglesia y llegaron a ser Santos de los Últimos Días dedicados. Durante los años siguientes, sirvieron juntos en dos misiones: una en Alemania, y la otra en la Manzana del Templo, en Salt Lake City, Utah, EE. UU. Mi padre prestaba servicio como patriarca de estaca cuando falleció en 1987.

El Señor sabía que mi padre era un buen hombre. Fue por medio del Libro de Mormón que recibí la respuesta a mi pregunta; y fue debido a que actué de acuerdo con la impresión que recibí que mi padre supo que tenía que ser un líder para nuestra familia. Esa experiencia cambió todo para nosotros.

He aprendido que el Libro de Mormón verdaderamente es otro testamento de Jesucristo y que fue escrito para nuestros días. Sé que puedo acudir a él cuando estoy desanimada o en cualquier otra situación; las respuestas están allí.

Verdaderamente, las “palabras de Cristo [nos] dirán todas las cosas que [debemos] hacer” (2 Nefi 32:3).