2014
Trabajo. ¿Quién lo necesita?
Julio de 2014


Para la Fortaleza de la Juventud

Trabajo ¿Quién lo necesita?

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Randall L. Ridd

Puede que trabajar no siempre sea divertido, pero te sorprendería lo bien que te puede hacer sentir.

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Man and boy pouring concrete.

Ilustración por Brian Call.

Cuando era joven, me gustaba jugar y pasarla bien, como a todo el mundo, y cuando cumplí los 16 años me encantaba salir con chicas y pasar el rato con mis amigos. Esas actividades me gustaban mucho más que trabajar.

Sin embargo, como muchos de ustedes, yo tenía un empleo. Mi padre trabajaba en el negocio de la construcción, edificando casas, y a menudo nos mandaba a mis tres hermanos y a mí a que lo ayudáramos. Trabajábamos bajo el sol y el trabajo era exigente; a veces no quería estar trabajando, pero mi padre tenía plazos que cumplir y proyectos que completar, así que trabajábamos arduamente hasta que lo terminábamos. Aunque en aquel entonces no me daba cuenta de ello, trabajar con mi familia me enseñó varias lecciones.

La satisfacción de un trabajo bien hecho

Construir casas requiere mucho tiempo, esfuerzo y precisión. Un aspecto en el que creía que no era necesario ser tan exactos era el de excavar los cimientos de una casa, pero mi padre pensaba lo contrario.

Para preparar la base de una casa, primero hay que excavar y rellenar los cimientos, que son unos losas de cemento más anchas que la base. Una vez que se rellenan y se secan los cimientos, se vierte la base encima; luego, todo se rellena con tierra.

Muchas veces me preguntaba si en realidad era importante que los cimientos fueran perfectamente cuadrados. Después de todo, al recubrirlos con tierra, nadie iba a verlos y no se iba a debilitar el soporte de la vivienda. Sin embargo, mi padre quería que los cimientos fueran cuadrados y llanos, medidos correctamente y con precisión, y así lo hacía con cada casa que edificaba.

Al mirar atrás, me doy cuenta de que mi padre trató cualquier aspecto de su trabajo con el mismo cuidado, aun las cosas que el propietario jamás vería. La atención esmerada que le daba a los detalles implicaba que la gente podía confiar en él para que hiciera un buen trabajo, y él tenía la satisfacción de saber que su trabajo era de la mejor calidad y que los propietarios lo iban a apreciar.

Tal vez haya momentos en que nadie, excepto ustedes y el Señor, sabrá lo bien que hicieron el trabajo que tenían que hacer. No les quepa la menor duda de que el Señor está al tanto de sus esfuerzos. Al dar lo mejor, se sentirán bien con ustedes mismos, sabiendo que han desarrollado integridad, confianza y destrezas prácticas.

Mediante la experiencia, aprenderán el valor de la ley de la cosecha decretada por el Señor: “Todo lo que el hombre siembre, eso también segará” (Gálatas 6:7; véase también D. y C. 130:20–21).

La actitud tiene un efecto en todo

Excavar los cimientos requirió muchas y largas horas, y confieso que no siempre tuve una buena actitud al hacerlo. Siempre que mi madre me sorprendía quejándome del trabajo, me decía: “Cuidado. ¡Vas a perder la bendición y de todos modos tienes que hacer trabajo!” (Véase D. y C. 58:28–29.) Tenía razón. Quejarse nunca hizo que menguara el trabajo; simplemente le quitaba la satisfacción y muchas de las bendiciones por hacerlo.

Aprendí que cuando escogía escuchar a mi madre y hacía mi trabajo con un corazón alegre, el tiempo pasaba mucho más rápido, hacía mejor el trabajo y me sentía mucho más feliz que cuando me quejaba. La actitud tiene un efecto en todo.

El trabajo más importante es la obra de Dios

Servir en una misión fue una experiencia que cambió mi vida. Llegué a descubrir que no hay trabajo más importante que la obra de nuestro Padre Celestial, la cual consiste en bendecir la vida de todos nosotros, Sus hijos: “Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

Al participar en la obra del Padre Celestial de servir a Sus hijos, descubrirán, al igual que Alma, el gran gozo de ser “un instrumento en las manos de Dios para conducir a algún alma al arrepentimiento; y éste es [su] gozo” (Alma 29:9).

Una invitación

Entonces, ¿quién necesita trabajar? ¡Todos nosotros! El trabajo es la base de la autosuficiencia, los logros y el gozo en esta vida. Cuando trabajen con ánimo, todos a su alrededor levantarán una rica cosecha gracias a las semillas que ustedes plantaron.

Los invito a que, durante esta semana, piensen en las lecciones que aprendí y pongan a prueba este experimento: la próxima vez que les den una tarea, den lo mejor de ustedes mismos, tengan una actitud gozosa y vean qué sucede. Tal vez les sorprenda lo felices y bien que se van a sentir.