2014
¿Libre albedrío o albedrío moral?
Octubre 2014


¿Libre albedrío o albedrío moral?

El uso sabio del albedrío nos mantiene las opciones abiertas y mejora nuestra capacidad de elegir correctamente.

Imagen
composite of 2 photos of a young man in casual clothes and him in a suit.

Ilustración fotográfica por Christina Smith; Ilustraciones por Bryan Beach.

Todavía recuerdo la ansiedad que sentía al prepararme para hablar con mi obispo sobre la posibilidad de prestar servicio en una misión. Me preguntaba si era lo suficientemente bueno. Al igual que el profeta José Smith, no era “culpable de cometer pecados graves o malos” (José Smith—Historia 1:28), pero de todos modos me sentía nervioso.

Me sentía así porque no podía evitar pensar en mi amigo Danny (se ha cambiado el nombre). Por varios meses Danny había estado hablando de lo mucho que deseaba prestar servicio en una misión; pero eso cambió después de que se reunió con el obispo.

Más tarde, Danny me dijo que, debido a que se había comportado de forma indigna con varias jóvenes, había perdido la oportunidad de prestar servicio como misionero de tiempo completo. Ya no tenía la libertad de decidir ir a la misión.

Danny, en las palabras del presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, había caído en la tentación de Satanás de “[hacer] mal uso del albedrío”1.

La verdadera libertad, tal como se enseña en Para la Fortaleza de la Juventud, la logramos cuando utilizamos el albedrío para escoger la obediencia. La pérdida de la libertad, tal como aprendió Danny, surge de escoger la desobediencia.

“Si bien eres libre de elegir tu curso de acción, no eres libre de elegir las consecuencias. Ya sea para bien o para mal, las consecuencias son el resultado natural de las decisiones que tomes”2.

Somos nuestros propios agentes

Debido a que las Escrituras enseñan que somos “libres para escoger”, “libres para obrar” y libres para hacer cosas “de [nuestra] propia voluntad” (2 Nefi 2:27; 10:23; D. y C. 58:27; Helamán 14:30), a menudo utilizamos el término “libre albedrío”.

Pero, ¿sabías que la frase “libre albedrío” no aparece en las Escrituras? Más bien, las Escrituras enseñan “que todo hombre obre en doctrina y principio… de acuerdo con el albedrío moral que yo le he dado, para que todo hombre responda por sus propios pecados” (D. y C. 101:78; cursiva agregada).

El élder D. Todd Christofferson, del Quórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “La palabra albedrío aparece [en las Escrituras] sola o con el adjetivo moral… Cuando usamos el término albedrío moral, apropiadamente ponemos énfasis en la responsabilidad, que es una parte esencial del don divino del albedrío. Somos seres morales y somos nuestros propios agentes, libres para escoger, pero también responsables de nuestras decisiones”3.

El presidente Packer agrega: “El albedrío se define en las Escrituras como ‘albedrío moral’, que significa que podemos escoger entre el bien y el mal”4. Este don que Dios nos da significa que somos “libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo” (2 Nefi 2:27).

La guerra de Satanás contra el albedrío

Debido a que el albedrío moral tiene una importante función en el Plan de Salvación, Satanás procuró destruirlo en el mundo preterrenal. Fue echado fuera por su rebelión y ahora intenta “engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él” (Moisés 4:3–4).

Satanás desea que tomemos decisiones que limiten nuestra libertad, que conduzcan a malos hábitos y adicciones, y que nos dejen incapaces de resistir sus tentaciones. La belleza del Evangelio radica en que nos ayuda a ser conscientes de nuestras opciones y de las consecuencias que tienen. El uso sabio del albedrío nos mantiene las opciones abiertas y mejora nuestra capacidad de elegir correctamente.

El ejemplo del Salvador

Cuando se presentó el Plan de Salvación en el Gran Concilio de los Cielos, el Salvador nos demostró la forma de utilizar correctamente el albedrío moral. Él dijo: “…Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre” (Moisés 4:2). Puesto que estuvo dispuesto a cumplir la voluntad del Padre en ese momento, y también más adelante en el Jardín de Getsemaní y en la cruz (véanse Mateo 26:39; Lucas 22:42), Jesús pagó el precio de nuestras malas decisiones y puso a nuestra disposición la forma de ser perdonados por medio del arrepentimiento.

Si seguimos el ejemplo del Salvador, en vez de decir: “Hago lo que quiero”, declararemos: “Hago lo que el Padre desea”5. El utilizar el albedrío de esa manera nos brindará libertad y felicidad.

Cuando fui a ver a mi obispo para mi primera entrevista misional, me sentí agradecido de haber tomado buenas decisiones. Unos meses más tarde me encontraba sirviendo al Señor en Guatemala, enseñando a otras personas el Plan de Salvación y la función vital que el albedrío moral tiene en ese plan.

Notas

  1. Boyd K. Packer, “Estas cosas sí sé”, Liahona, mayo de 2013, pág. 8.

  2. Para la Fortaleza de la Juventud, 2011, pág. 2.

  3. D. Todd Christofferson, “Moral Agency”, Ensign, junio de 2009, pág. 47.

  4. Boyd K. Packer, “Estas cosas sí sé”, pág. 8.

  5. Véase de Wolfgang H. Paul, “El don del albedrío”, Liahona, mayo de 2006, pág. 35.