2014
El diezmo ayuda a edificar el reino de Dios
Diciembre de 2014


Lo que creemos

El diezmo ayuda a edificar el reino de Dios

Creemos en dar al Señor una décima parte de nuestros ingresos para ayudar a edificar Su reino. La ley del diezmo requiere que sacrifiquemos parte de nuestros bienes materiales a fin de gozar de mayores bendiciones espirituales.

El principio del diezmo se ha practicado desde que el Evangelio se enseñó por primera vez en la tierra. Por ejemplo, Abraham pagó sus diezmos al sumo sacerdote Melquisedec (véase Génesis 14:18–20). El Señor mandó a Moisés que enseñara al pueblo sobre el diezmo (véase Levítico 27:30–34). Más adelante, cuando el Salvador visitó a los nefitas, les dio la ley del diezmo (véase 3 Nefi 24); y en nuestros días, restauró el mandamiento mediante el profeta José Smith (véase D. y C. 119).

A fin de cumplir con este mandamiento, damos la décima parte de nuestros ingresos al Señor por medio de los líderes locales del sacerdocio. Los fondos se envían a las Oficinas Generales de la Iglesia, donde un consejo, integrado por los miembros de la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y el Obispado Presidente, determina la manera en que se utilizarán esos fondos sagrados (véase D. y C. 120).

Los diezmos son lo que permite a la Iglesia edificar y mantener templos y centros de reuniones, solventar los gastos de Seminario e Instituto, proporcionar materiales para los miembros y apoyar la obra misional, la obra del templo y la de historia familiar.

Creemos en pagar el diezmo de buena voluntad, “porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). El pago del diezmo es una forma de contribuir a la edificación del Reino de Dios en la Tierra y de demostrar gratitud a nuestro Padre Celestial por bendecirnos con todo lo que tenemos; pero pagar el diezmo nos trae aún más bendiciones. Como enseñó Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Todo el que pague un diezmo íntegro, aunque la cantidad sea pequeña, recibirá bendiciones espirituales y temporales.