2014
¿Dónde estoy? Cómo reconocer y desarrollar tus talentos y dones espirituales
Diciembre de 2014


¿Dónde estoy?

Cómo reconocer y cultivar tus talentos y dones espirituales

El Padre Celestial te ha dado talentos y dones espirituales a fin de ayudarte a llegar a ser la persona que Él desea que llegues a ser.

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Elder Richard G. Scott and Elder Mervyn B. Arnold holding a painting by Sister Arnold.

En las Escrituras encontramos muchas preguntas que hacen que reflexionemos sobre nuestra vida. Una de las primeras preguntas que se hacen en la Biblia iba dirigida a Adán después de que participó del fruto prohibido. Te invito a meditar en cuanto a la forma en que esta pregunta podría aplicarse a tu vida:

“…se escondieron el hombre y su mujer de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

“Y llamó Jehová Dios al hombre y le dijo: ¿Dónde estás?” (Génesis 3:8–9; cursiva agregada).

El Señor es omnisciente, por lo que podemos estar seguros de que sabía dónde estaban escondidos Adán y Eva. Si sabía dónde estaban, ¿qué era lo que realmente estaba preguntando el Señor?

Lo más probable es que esa pregunta hizo que Adán y Eva pensaran en lo que estaba sucediendo en su vida; y nosotros podríamos hacernos preguntas similares. Por ejemplo: ¿En dónde nos encontramos en nuestra jornada por el sendero del convenio hacia la vida eterna? ¿Qué dones y talentos nos dio nuestro Padre Celestial en la vida preterrenal a fin de ayudarnos en nuestra trayectoria por ese sendero? ¿Qué otros dones y talentos debemos obtener a medida que nos esforzamos por llegar a ser la persona que el Señor desea que lleguemos a ser?

El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) dijo: “…el hombre, como espíritu, fue engendrado por padres celestiales, nació de ellos y se crió hasta la madurez en las mansiones eternas del Padre antes de venir a la tierra en un cuerpo temporal [físico]”1. En el manual Principios del Evangelio se nos enseña que “nuestro Padre Celestial sabe quiénes somos y lo que hicimos antes de venir aquí. Él ha elegido el momento y el lugar en el que cada uno de nosotros debe nacer para aprender las lecciones que necesitaremos en forma individual y para hacer el máximo bien posible con nuestros talentos y nuestra personalidad2.

El Padre Celestial te ha puesto en el mejor lugar posible para que puedas utilizar tus dones espirituales y desarrollar tus talentos. Sin importar dónde vivas ni cuáles sean las circunstancias de tu vida, puedes tomar la decisión de triunfar, a pesar de tus desafíos. Nunca te des por vencido; persevera; no te rindas. Recuerda: es lo que haces con lo que tienes lo que te convierte en la persona que eres.

El ejemplo de Adán y Eva nos puede dar mucha esperanza. Tras haber transgredido el mandamiento de no comer del fruto prohibido, fueron expulsados de un hermoso jardín, la tierra fue maldecida, aparecieron espinos y cardos, y tuvieron que trabajar y labrar la tierra para proveer de lo necesario para sí mismos. Ellos no se dieron por vencidos; se pusieron a trabajar, tal como el Señor se lo mandó (véase Moisés 5:1). Su hijo Caín tomó una muy mala decisión, pero ellos siguieron viviendo en rectitud y continuaron enseñando a sus hijos.

El descubrimiento del tío Ben

Tengo un tío que continuamente se esforzaba por mejorar y aumentar los dones y talentos que había recibido del Padre Celestial. Permítanme relatarles una historia de su vida que me ha ayudado a ver la forma en que los talentos y los dones espirituales se desarrollan y se magnifican.

Un día, cuando mi tío Ben estaba trabajando en una mina de cobre, observó una pieza de metal doblada y vieja junto a la vía del tren. Le preguntó a su jefe si se la podía llevar, y su jefe le dijo: “Ben, esa pieza de metal no sirve para nada; es una pérdida de tiempo siquiera el levantarla”.

El tío Ben sonrió y dijo: “Yo veo mucho más que una vieja pieza de metal”.

Con el permiso de su jefe, se la llevó a casa. En su taller, calentó el metal hasta que estaba al rojo vivo. Luego pudo, con mucho trabajo, moldearlo y doblarlo hasta que lo enderezó.

Cuando se enfrió, dibujó sobre él la forma de un cuchillo grande y, con un soplete caliente, cortó el metal en la forma de un cuchillo. El tío Ben comenzó a limar las asperezas, trabajando hora tras hora para cortar, afilar, pulir y refinar esa vieja pieza de metal.

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Still life of a piece of metal and a knife with elk antlers laying on top of them.

Día tras día trabajó en lo que su jefe había llamado una pieza de metal que no servía para nada. Poco a poco, la cuchilla comenzó a tomar forma y a convertirse en una hermosa y brillante obra maestra.

Lo único que le faltaba era un mango. El tío Ben fue al bosque y encontró el cuerno de un alce. En su taller, limpió, cortó y pulió el cuerno; cuando terminó, estaba liso y era hermoso. Con sumo cuidado, le puso el mango al cuchillo. Lo que alguna vez había sido una pieza vieja, oxidada y doblada de metal, se convirtió en una hermoso cuchillo que ganó varios premios.

Ustedes y yo somos como esa pieza de metal. También necesitamos que se nos moldee, refine y pula para que logremos todo nuestro potencial. Una parte de ese proceso es descubrir nuestros talentos y dones, mejorarlos y multiplicarlos.

El tío Ben comprendía que gran parte de nuestro potencial no está visible en la superficie y que se debe descubrir y cultivar. El Señor nos enseña: “…buscad diligentemente los mejores dones” (D. y C. 46:8), “…a fin de que todo hombre mejore su talento, y cada uno gane otros talentos, sí, hasta cien tantos” (D. y C. 82:18). ¿Y por qué es necesario que lo hagamos? Podemos utilizar nuestros dones y talentos para prestar servicio a los demás, tal como lo explica el siguiente versículo: “…buscando cada cual el bienestar de su prójimo, y haciendo todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios” (D. y C. 82:19). El prestar servicio nos moldea para que vivamos una vida más semejante a la de Cristo.

Descubrir nuestros talentos

El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado la forma en que las pruebas pueden moldearnos: “En el preciso momento en que todo parece ideal, a veces surgen simultáneamente múltiples dificultades. Si esas pruebas no son resultado de tu desobediencia, son evidencia de que el Señor siente que estás preparado para progresar más (véase Proverbios 3:11–12). Entonces te presenta situaciones que estimulen tu progreso, tu comprensión y tu compasión [dos dones muy importantes] y que te refinan para tu bienestar eterno. Llegar de donde estás a donde Él quiere que estés exige un penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y de dolor”3.

Mejorar nuestros talentos

Aumentar nuestros talentos requiere esfuerzo. No hace mucho tiempo, el élder Scott le dijo a mi esposa: “Devonna, deberías pintar”.

La hermana Arnold nunca había pintado en su vida y tuvo que esforzarse para hacerlo. Tomó algunas clases, pintó día tras día, y después de mucho tiempo y esfuerzo aprendió a pintar de una manera hermosa. Una de sus preciosas pinturas de la escena de un río cuelga en la pared de mi oficina.

Sí; adquirir talentos requiere esfuerzo, pero cuán grande será nuestro gozo cuando escuchemos al Señor decirnos: “Bien. Tus dones y talentos se multiplicarán debido a tu diligencia” (véase Mateo 25:14–30).

Tus dones espirituales

Mi esposa descubrió el talento de pintar. ¿Cuáles son tus dones y talentos? Sé que nuestro Padre Celestial te ha dado algunos. ¿Cómo lo sé? “…hay muchos dones, y a todo hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios” (D. y C. 46:11). Los dones y poderes de Dios están al alcance de todos nosotros. Tenemos el derecho y la responsabilidad de aceptar nuestros dones espirituales, de multiplicar nuestros talentos y de compartirlos.

Las Escrituras enumeran algunos dones que podemos procurar (véase, por ejemplo, D. y C. 46), pero en realidad hay cientos de dones y talentos. Escudriña el Libro de Mormón, en particular 3 Nefi 11–26, y descubrirás muchos dones y talentos que están al alcance de todos nosotros. Por ejemplo, en 3 Nefi 11 leemos que la gente escuchó la voz del Padre Celestial pero al principio no la entendió:

“…por tercera vez oyeron la voz, y aguzaron el oído para escucharla; y tenían la vista fija en dirección del sonido…

“Y aconteció que al entender, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre [Jesucristo] que descendía del cielo” (versículos 5, 8).

El escuchar y ver claramente son sólo dos ejemplos de dones espirituales y talentos que se pueden obtener y multiplicar si estamos dispuestos a procurarlos y esforzarnos por obtenerlos.

Invito a cada uno de nosotros a hacer lo que hizo el tío Ben: ver lo mejor en todas las cosas a medida que procuramos talentos y dones espirituales, y que los utilicemos para bendecir a los que nos rodean. Sé que nuestro Padre Celestial tiene muchos dones y talentos que desea otorgarnos, pero que “debemos solicitar a fin de recibirlos. Se requiere algo de trabajo o esfuerzo de nuestra parte para obtener las bendiciones” (véase Bible Dictionary, “Prayer”). Que descubramos los dones y talentos que Dios nos ha dado y con los que hemos nacido, que nos esforcemos por obtenerlos y que los multipliquemos, y que además adquiramos otros dones, es mi humilde oración.

Notas

  1. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1999, pág. 360.

  2. Principios del Evangelio, 2009, pág. 10; cursiva agregada.

  3. Véase de Richard G. Scott, “La confianza en el Señor”, Liahona, enero de 1996, pág. 18; cursiva agregada.