2015
Tú puedes cambiar
Septiembre de 2015


puedes cambiar

No importa cuáles sean tus limitaciones actuales, tú puedes decidir cómo utilizar tu potencial en el futuro.

Imagen
illustrations showing future potential

Ilustraciones por J. Beth Jepson.

Durante la ceremonia de graduación de la escuela secundaria (preparatoria) pueden venirte todo tipo de pensamientos a la cabeza. ¿Qué sucederá ahora? ¿Estás listo? ¿Se mantendrán en contacto tú y tus amigos?

Pero a mí no; yo sólo tenía una pregunta cuando me llegó el turno de caminar frente a todo el mundo mientras pronunciaban mi nombre: ¿realmente voy a graduarme?

Yo no era exactamente lo que se diría una persona inteligente en lo académico. Estudiar nunca ocupó los primeros puestos de mi lista ideal de tareas, y durante mi último año me iba tan mal en una asignatura, que ni siquiera estaba seguro de haberla aprobado. El examen final que había hecho al comienzo de la semana iba a sellar mi destino, pero las notas no se publicarían hasta una semana después;

si no aprobaba esa asignatura, no podría graduarme.

Al final obtuve la nota mínima, apenas si la pasé y me gradué. (¡Qué alivio!). En aquel momento aún me faltaban catorce meses para cumplir diecinueve años, la edad en la que, por aquel entonces, se podía ser misionero. Mi intención era trabajar durante ese tiempo para ahorrar dinero para la misión. Como sabía que no era un gran estudiante, en ningún momento pensé en ir a la universidad.

La trampa de encasillarse

¿Alguna vez te has sentido así, que tu rendimiento pasado en algún momento de la vida haya determinado tus habilidades de manera definitiva?

No te dejes engañar por ese tipo de pensamientos; ¡es una de las mentiras más grandes de Satanás!

“Una vez que cualquiera de nosotros llega a esa conclusión: ‘así es como yo soy’, renunciamos a nuestra capacidad de cambiar”, enseñó el élder Donald L. Hallstrom, de la Presidencia de los Setenta. “Bien podríamos levantar la bandera blanca, abandonar nuestras armas, admitir la derrota y simplemente rendirnos; entonces, toda posibilidad de ganar se habrá perdido”1.

La escuela puede parecer especialmente intimidatoria cuando las cosas no van bien; aun con unas pocas malas notas, es demasiado fácil decidir que eso es lo máximo a lo que uno puede aspirar; pero no es verdad.

“Lo que somos ahora no define lo que podemos llegar a ser”, dijo el élder Hallstrom2.

Borrón y cuenta nueva

A pesar de los susurros acuciantes de duda o fracaso que lleguen a nuestros oídos, siempre podemos escoger mirar adelante y dejar de castigarnos por lo que sucedió en el pasado.

“Hay algo increíblemente prometedor en un nuevo comienzo”, enseñó el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia3.

Cuando decidas empezar de cero, no olvides orar a Dios en busca de ayuda. Dile que quieres tener éxito y luego presta atención a las impresiones y la guía del Espíritu Santo y de tus líderes;

eso podría requerir que cambies algunas de tus prioridades. “Nuestra conducta y opciones diarias deben estar en armonía con nuestras metas”, dijo el élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles. “Muchas opciones no son malas por naturaleza, pero si ocupan todo nuestro tiempo e impiden que tomemos las mejores decisiones, entonces se vuelven perjudiciales”4.

Descubre tu nuevo tú

Avancemos tres años y medio desde aquella ceremonia de graduación. Trabajé durante un año y medio, serví en una misión por dos años y al final decidí probar con la universidad.

Desearía poder decir que me sentía como un adulto y preparado para ir a la universidad, pero eso sería ridículo; me sentía más aterrorizado que nunca. Si había sido tan mal estudiante en la secundaria, ¿cómo iba a ser capaz de salir adelante en la universidad? Esta vez decidí dar lo mejor de mí mismo e incluir a Dios en el proceso. Oré con fervor para desarrollar técnicas de estudio nuevas y mejores.

Para mi total sorpresa, aquel semestre me fue tan bien, que califiqué para varias becas académicas. ¡Nadie estaba más sorprendido que yo! Aun así, podía fácilmente mirar hacia atrás a aquellos meses previos y ver la mano de Dios ayudándome a medida que aprendía a ser un buen alumno.

Sencillamente, lo que pensaba de mí en la preparatoria no era verdad. A partir de entonces, y con la ayuda de Dios, logré forjarme un camino completamente nuevo que me llevó a licenciarme y más allá.

Cuando incluimos al Señor en nuestro ascenso y decidimos comenzar de nuevo en cualquier ámbito de la vida, podemos llegar a alturas que antes nos parecían inimaginables.

Notas

  1. Véase de Donald L. Hallstrom, “¿Qué clase de hombres?”, Liahona, mayo de 2014, págs. 53–54.

  2. Véase de Donald L. Hallstrom, “¿Qué clase de hombres?”, pág. 54.

  3. Dieter F. Uchtdorf, “El mejor momento para plantar un árbol”, Liahona, enero de 2014, pág. 4.

  4. Quentin L. Cook, “Elijan sabiamente”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 48.