2015
El Plan de Salvación: un sagrado tesoro de conocimiento que nos guía
October 2015


El Plan de Salvación un sagrado tesoro de conocimiento que nos guía

La clave de nuestro éxito en la vida premortal fue el apoyo que le dimos al plan del Padre, y es también la clave para el éxito en la vida mortal.

A menudo he meditado sobre la desesperanza de los hijos de Dios que vagan por el mundo obscuro y lúgubre sin saber quiénes son, de dónde vienen, por qué están aquí en la tierra ni adónde irán después de su vida terrenal.

No hay necesidad de que andemos errantes. Dios ha revelado verdades eternas para contestar esas preguntas, y se encuentran en el gran plan que tiene para Sus hijos. En las Escrituras ese plan se conoce como el “plan de redención”1, el “plan de felicidad”2 y el “plan de salvación”3.

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The Beeches, by Asher Brown Durand

Las hayas, por Asher Brown Durand, © El Museo Metropolitano de Arte, fuente de las imágenes: Centro de Arte, N.Y., prohibida su reproducción.

El comprender y seguir obedientemente el plan de Dios evitará que nos apartemos del sendero que nos lleva de regreso a nuestro Padre Celestial4. Entonces, y solo entonces, podremos vivir el tipo de vida que Él vive, que es la “vida eterna… el mayor de todos los dones de Dios”5.

El don de la vida eterna merece cualquier esfuerzo que hagamos para estudiar, aprender y poner en práctica el Plan de Salvación. Todo el género humano resucitará y recibirá las bendiciones de la inmortalidad; pero para obtener la vida eterna, el tipo de vida que Dios vive6, vale la pena vivir el Plan de Salvación con todo el corazón, mente, alma y fuerza.

Comprender el Plan de Salvación

¡Cuánto poder nos da el conocimiento del plan! El Plan de Salvación es uno de los tesoros más grandes de conocimiento que se han dado a la humanidad, ya que explica el propósito eterno de la vida. Sin él, realmente andamos vagando en la obscuridad. Es por eso que el modelo de Dios es dar mandamientos a Sus hijos “después de haberles dado a conocer el plan de redención”7.

Mi deseo es ayudar a cada uno de nosotros a aprovechar este tesoro de conocimiento; a entender mejor el Plan de Salvación y a poner en práctica ese entendimiento en nuestra vida diaria.

El albedrío

Ya que el albedrío es un elemento esencial de ese plan, comencemos allí. Nuestro Padre nos ha dado la capacidad de actuar o de negarnos a actuar8 de conformidad con verdades eternas: las verdades que hacen que Dios sea lo que es y que el cielo sea lo que es9. Si hacemos uso del albedrío para aceptar y vivir esas verdades, recibimos gozo sempiterno. En cambio, si hacemos uso del albedrío para desobedecer y para rechazar las leyes de Dios, experimentamos sufrimiento y pesar10.

El albedrío es un principio que se relaciona con los tres capítulos del Plan de Salvación: la vida premortal, la vida mortal y la vida postmortal.

La vida premortal

Tal como se declara en “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, cada uno es “un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales”, y tenemos “una naturaleza y un destino divinos”11. En un concilio preterrenal, el Padre Celestial nos explicó Su plan de redención12. Dicho plan se basaba en doctrina, leyes y principios que siempre han existido13. Aprendimos que si aceptábamos y seguíamos el plan, se nos requeriría dejar voluntariamente la presencia de nuestro Padre y ser probados a fin de demostrar si escogeríamos vivir de conformidad con Sus leyes y mandamientos14. Nos regocijamos ante esa oportunidad15 y con agradecimiento apoyamos el plan porque nos ofrecía la manera de llegar a ser como nuestro Padre Celestial y de heredar la vida eterna.

Sin embargo, el plan suponía riesgos: si en la vida terrenal escogíamos no vivir de conformidad con las leyes eternas de Dios, recibiríamos algo menor a la vida eterna16. El Padre sabía que tropezaríamos y que pecaríamos en la vida terrenal a medida que aprendiéramos por medio de la experiencia, por lo que proporcionó un Salvador para redimir del pecado a todo el que se arrepintiera y para sanar las heridas espirituales y emocionales de quienes fueran obedientes17.

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Cropped portion of Carl Bloch's painting depicting Christ sitting at a table with the two men with whom He walked on the road to Emmaus.

Jesucristo fue el Hijo amado, escogido y preordenado del Padre desde el principio18. Él apoyó el plan del Padre y se ofreció a ser nuestro Salvador, diciendo: “Heme aquí; envíame”19. Fue así que Jesús fue nombrado por el Padre para ser quien llevara una vida sin pecado en la vida mortal, expiara nuestros pecados y aflicciones y resucitara para romper las ligaduras de la muerte.

Lucifer, que llegó a ser conocido como Satanás, también vivió en la existencia premortal20. Por razones egoístas, rechazó el plan, procuró destruir el albedrío del hombre y se rebeló contra el Padre21; como consecuencia, él y los que lo siguieron nunca tendrán un cuerpo. Renunciaron a su oportunidad de participar en el plan del Padre y perdieron su destino divino22. En la actualidad, continúan su guerra de rebelión contra Dios y procuran poner el corazón y la mente del género humano en contra de Él23.

Esta tierra fue diseñada y creada para aquellos que aceptaron el plan del Padre24. Aquí es donde obtenemos un cuerpo creado a la imagen y semejanza de Dios, donde somos probados, y donde ganamos la experiencia necesaria para heredar la vida eterna25.

La vida mortal

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Adam and Eve

Dios creó a Adán y a Eva y los unió en matrimonio, los puso en el Jardín de Edén y les mandó que tuvieran hijos26. Haciendo uso de su albedrío, Adán y Eva, juntos, cayeron de la presencia de Dios y se convirtieron en seres mortales27. Con ello se cumplió el plan del Padre haciendo posible que tuvieran hijos, lo cual no podían hacer en el Jardín de Edén28. Por ley eterna, el poder divino de la procreación se debe utilizar dentro de los límites fijados por nuestro Padre Celestial. El hacerlo nos brinda la oportunidad de [recibir] gozo eterno. Cualquier uso que se le dé a ese poder sagrado fuera de los límites que Dios ha fijado resultará finalmente en aflicción29.

Satanás, que desea que todos “sean miserables como él”30, procura alejarnos de las oportunidades que están disponibles por medio del plan de Dios. ¿Por qué permite el Padre Celestial que Satanás nos tiente? Porque sabe que la oposición es necesaria para nuestro crecimiento y probación en la vida terrenal31. La oposición nos da la invaluable oportunidad de volvernos a Dios y depender de Él. Debido a que el bien y el mal están constantemente ante nosotros, podemos expresar claramente los deseos de nuestro corazón al aceptar el uno y rechazar el otro32. La oposición se puede encontrar en las tentaciones de Satanás, pero también en nuestras propias debilidades, las flaquezas mortales que son inherentes a la condición humana33.

A fin de ayudarnos a decidir sabiamente, Dios ha revelado Su plan de redención y nos ha dado mandamientos34, la luz de Cristo35 y la compañía del Espíritu Santo36. Pero incluso con todos esos dones, cada uno de nosotros en este mundo caído comete pecados, por lo que somos incapaces de entrar en la presencia de Dios por nuestros propios méritos37. Es por eso que Su plan misericordioso proporciona un Salvador.

Jesucristo vino a la tierra en calidad de Hijo Unigénito de Dios y cumplió a la perfección la misión que se le asignó, sometiéndose a la voluntad del Padre en todas las cosas38. De acuerdo con el misericordioso plan del Padre, los efectos de la Caída se conquistan por medio de la resurrección del Salvador39, las consecuencias del pecado se pueden vencer y la debilidad se puede convertir en fortaleza si hacemos uso de la expiación de Jesucristo40.

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Frontal head and shoulders portrait of Jesus Christ. Christ is depicted wearing a pale red robe with a white and blue shawl over one shoulder. Light emanates from the face.

Imagen de Cristo, por Heinrich Hofmann, cortesía de C. Harrison Conroy Co.

Solo mediante la obediencia a los mandamientos podemos reunir los requisitos para la vida eterna. Ello requiere que tengamos fe en el Señor Jesucristo, que nos arrepintamos, que seamos bautizados, que recibamos el don del Espíritu Santo y que perseveremos hasta el fin en seguir el ejemplo del Salvador41. En términos prácticos, debemos recibir todas las ordenanzas esenciales del sacerdocio y perseverar hasta el fin en guardar los convenios relacionados con ellas.

La vida postmortal

Después de morir, un día nos presentaremos ante el Salvador para ser juzgados42. Puesto que Dios es misericordioso, los que hayan ejercitado su fe en Cristo para arrepentimiento serán perdonados y heredarán todo lo que el Padre tiene, incluso la vida eterna43; pero debido a que Dios es justo, toda persona que no se arrepienta no recibirá el don de la vida eterna44. Todos serán recompensados de conformidad con su fe, arrepentimiento, pensamientos, deseos y obras45.

Aplicar el Plan de Salvación a nuestra vida diaria

Una vez que entendemos el gran panorama del plan y nos visualizamos en él, ganamos algo que es de mucho valor, incluso esencial: una perspectiva eterna. La perspectiva eterna guía nuestras decisiones y acciones cotidianas; estabiliza la mente y el alma y, cuando a nuestro alrededor se arremolinan opiniones persuasivas pero eternamente erróneas, nos mantiene firmes e inamovibles.

Tal como el élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Sin el entendimiento del Plan de Salvación, incluso de nuestra existencia preterrenal y el juicio y la resurrección, el tratar de hacer que esta vida por sí misma tenga sentido es como solo ver el segundo acto de una obra de teatro de tres actos”46. Debemos entender el primer acto (la vida premortal) a fin de saber cómo tomar las mejores decisiones durante el segundo acto (la vida mortal), lo cual determinará lo que nos sucederá en el tercer acto (la vida postmortal).

Expresado de otra manera, el entender el Plan de Salvación, acompañado de la oración sincera, cambia la forma en que vemos la vida, a todos los que nos rodean y a nosotros mismos. El entender el plan aclara nuestra visión espiritual y permite que veamos las cosas tal como son47. De la misma forma en que el Urim y Tumim permitió que el profeta José Smith recibiera revelación y guía48, el tener conocimiento del plan nos mostrará cómo “[obrar] en doctrina y principio pertenecientes a lo futuro, de acuerdo con el albedrío moral” que el Señor nos ha dado49. De ese modo, se fortalecerá nuestra fe y sabremos cómo trazar el curso de nuestra vida y tomar decisiones que concuerden con la verdad eterna.

A continuación figuran algunos ejemplos que son especialmente pertinentes a nuestro tiempo.

El propósito del matrimonio en el plan de Dios

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illustration of a bride and groom in front of a temple

iIlustración por James Johnson

El matrimonio y la familia están bajo ataque porque Satanás sabe que son esenciales para obtener la vida eterna; son tan esenciales como la Creación, la Caída y la expiación y resurrección de Jesucristo50. Puesto que no pudo destruir ninguno de esos pilares del plan, Satanás procura destruir nuestro entendimiento y nuestra práctica del matrimonio y la familia.

Si el plan del Padre Celestial es nuestro punto de referencia fijo, el propósito del matrimonio se vislumbra claramente. El mandamiento de dejar al padre y a la madre, de unirse el uno al otro en matrimonio51 y de multiplicar y henchir la tierra52 hace que Su plan sea posible. Por medio del matrimonio traemos al mundo a los hijos que Él procreó en espíritu, y nos asociamos con Él para ayudar a Sus hijos a participar en Su plan53.

El plan del Padre nos proporciona el camino para heredar la vida eterna, que es la vida que nuestros padres celestiales llevan. En el plan, “ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” en el Señor54. La esencia misma de la vida eterna incluye el matrimonio eterno de un hombre y una mujer, lo cual es una parte esencial de llegar a ser como nuestros padres celestiales55.

El matrimonio entre un hombre y una mujer

En el matrimonio nos completamos el uno al otro, de la forma en que solo un hombre y una mujer con sus diferencias únicas y esenciales pueden hacerlo. Al caminar por la vida terrenal como esposo y esposa, crecemos juntos y nos acercamos más al Salvador a medida que, juntos, obedecemos, hacemos sacrificios para hacer la voluntad de Dios y edificamos Su reino. Con el conocimiento de que el matrimonio eterno es un mandamiento de Dios y que Él prepara el camino para que Sus hijos logren lo que les manda56, sabemos que nuestro matrimonio tendrá éxito si estamos unidos en guardar los convenios que hemos hecho.

Es por medio de las ordenanzas del sacerdocio y de decidir guardar los convenios asociados con ellas que recibimos el poder de la divinidad a medida que hacemos frente a los desafíos de la vida mortal57. Las ordenanzas del templo nos invisten de poder de lo alto y permiten que regresemos a la presencia de nuestro Padre Celestial58. La ordenanza del sellamiento permite al esposo y a la esposa crecer juntos mediante el poder de Dios y ser uno con el Señor59. Cualquier sustituto para ese tipo de matrimonio no cumplirá Sus sagrados propósitos para nosotros ni para las generaciones futuras de Sus hijos60.

Atracciones y deseos

Todos llegamos a este mundo caído con debilidades o desafíos inherentes a la condición humana61. El entender el plan de Dios nos permite ver todas las flaquezas humanas —incluso las atracciones y deseos que no van de acuerdo con Su plan— como temporales62. El saber que vivimos antes de esta vida como amados hijos e hijas de padres celestiales permite que basemos nuestra identidad personal en nuestro origen divino. Es nuestra condición de hijos e hijas de Dios —y no nuestras flaquezas o tendencias— lo que es la verdadera fuente de nuestra identidad63.

Con esa perspectiva, somos más capaces de esperar humilde y pacientemente en el Señor64, confiando en que mediante nuestra fe, obediencia y perseverancia hasta el fin nuestros deseos y tendencias se purificarán, nuestro cuerpo se santificará, y realmente llegaremos a ser los hijos e hijas de Cristo, perfeccionados por medio de Su expiación.

La perspectiva eterna del plan nos da la seguridad de que, para los fieles, el día seguramente vendrá en que “enjugará Dios toda lágrima… y ya no habrá más… dolor, porque las primeras cosas han dejado de ser”65. Ese “fulgor perfecto de esperanza”65 calmará nuestra mente y nuestro corazón y nos dará la capacidad de esperar paciente y fielmente en el Señor.

Promesas para los que perseveren fielmente

Aquellos que se pregunten si sus circunstancias o condición actuales les impedirán obtener la vida eterna deben recordar que “[nadie] está predestinado a recibir menos que todo lo que el Padre tiene para Sus hijos”67.

No se negará ninguna bendición a los fieles. El presidente Lorenzo Snow declaró: “Ningún Santo de los Últimos Días que muera, después de haber llevado una vida fiel, perderá bendición alguna por no haber hecho ciertas cosas si no se le presentaron las oportunidades de hacerlas. En otras palabras, si un joven o una joven no tiene la oportunidad de casarse y lleva una vida fiel hasta la hora de su muerte, tendrá todas las bendiciones, la exaltación y la gloria que tendrá cualquier hombre o mujer que tenga esa oportunidad y la aproveche. Eso es seguro y verdadero”68.

Promesas para todos los que conocen el plan y lo ponen en práctica diariamente

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One painting depicting a boy writing, with open books on a table, including the scriptures. The father, next to him seated, looks at his work and rests his arm on the back of the boy's chair. A case of books is at viewers left and french doors are at viewers left in background.

Cada uno de nosotros apoyó de todo corazón el plan del Padre en la vida premortal. Sabíamos que Él nos amaba, y Su generosa oferta de la oportunidad de heredar todo lo que Él tiene, incluso la vida eterna, nos maravilló. La clave de nuestro éxito en la vida premortal fue el apoyo que le dimos al plan del Padre, y es también la clave para el éxito en la vida mortal.

Por tanto, mi invitación es que, juntos, apoyemos nuevamente el plan del Padre, lo cual hacemos al demostrar amor por todos, ya que el plan mismo es una expresión del amor de Dios.

A medida que apliquemos el conocimiento que tenemos del plan del Padre, nuestra vida cobrará un significado más profundo; haremos frente a los desafíos con mayor fe; y seguiremos adelante con la segura, brillante y resplandeciente esperanza de la vida eterna.