2015
Una lección de mi padre
Diciembre de 2015


Una lección de mi padre

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Product Shot from December 2015 Liahona

Aprendí una gran lección de mi padre en cuanto a la autoridad y el poder del sacerdocio.

Me crié en un hogar con una madre fiel y un padre maravilloso. Mi papá no era miembro de nuestra Iglesia, pero aun así iba a las reuniones de la Iglesia con nuestra familia. Era el entrenador del equipo de béisbol del barrio y ayudaba con las actividades de escultismo.

Cuando era niño, le preguntaba a mi padre muchas veces cada semana cuándo se iba a bautizar. Cada vez, mi padre me respondía lo mismo: “David, me uniré a la Iglesia cuando sepa que es lo correcto”.

Un domingo, le pregunté a mi padre cuándo se iba a bautizar; él sonrió y me hizo una pregunta: “David, tu iglesia enseña que el sacerdocio fue quitado de la tierra en la antigüedad y que mensajeros celestiales lo restauraron. Si tu iglesia realmente tiene el sacerdocio restaurado de Dios, ¿entonces por qué tantos hombres de tu iglesia no son mejores que los de la mía en cuanto a su deber del sacerdocio?”.

Mi mente quedó en blanco; no tenía una respuesta para mi padre.

Sabía que los hombres que poseían el sacerdocio deberían actuar de forma diferente que los demás hombres. Los hombres que poseen el sacerdocio no solo deben recibir la autoridad del sacerdocio, sino llegar a ser dignos y fieles para ejercitar el poder de Dios.

Decidí que nunca quería ser un mal ejemplo para mi padre. Sencillamente quería ser un buen muchacho. El Señor necesita que todos los que poseemos el sacerdocio seamos honorables, virtuosos y buenos muchachos en todo momento y en todo lugar.

Años más tarde, mi padre fue bautizado. Tuve la oportunidad de conferirle el Sacerdocio Aarónico y el de Melquisedec. Una de las más grandes experiencias de mi vida fue observar a mi padre recibir la autoridad y el poder del sacerdocio.