El libro en el estante
Por el élder Walter F. González
De los Setenta
“Debo escudriñar, meditar y orar” (Canciones para los niños, pág. 66).
Tenía doce años cuando oí acerca de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Conocí a dos misioneros SUD en un autobús y me preguntaron si podían ir a enseñar a mi familia.
Los misioneros nos entregaron un ejemplar del Libro de Mormón y un folleto del testimonio de José Smith. Mis padres eran personas maravillosas, pero en ese momento no se unieron a la Iglesia.
Los dos artículos permanecieron en nuestro estante durante muchos años. Entonces, un día, cuando yo tenía dieciocho años, empecé a buscar en el estante algo bueno para leer. Escogí el Libro de Mormón y leí el primer capítulo. Al leer, me embargó un sentimiento especial.
Tuve una experiencia singular mediante la cual supe que el libro era verdadero. El Libro de Mormón tenía un mensaje especial en cuanto a la expiación de Jesucristo. Aprendí más en cuanto a mi propia vida y en cuanto a las bendiciones del Padre Celestial.
Más tarde supe que aunque José Smith solamente tenía catorce años, tuvo la valentía para leer las Escrituras y preguntar al Padre Celestial cuál de las Iglesias era la verdadera.
Desde ese momento, siempre he seguido el ejemplo de José Smith. Leo las Escrituras y le pido ayuda y guía al Padre Celestial. La oración y el Libro de Mormón son partes muy importantes de mi vida.
Cuando tengas problemas, lee el Libro de Mormón y ora. Aprenderás más sobre el Evangelio y encontrarás las respuestas que necesitas, como me ocurrió a mí. Cuando lo hagas, recuerda lo que sientas.