2017
Maestro de la multiplicación
Febrero de 2017


Maestro de la multiplicación

La autora vive en Texas, EE. UU.

El examen se acercaba, pero Luca tenía un plan.

“Ama al Señor y tu parte haz” (Children’s Songbook, pág. 9).

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PDF of Multiplication Master

Nueve por siete es 63. Seis por ocho es… ¿42? No, eso no es correcto.

Luca borró su respuesta rápidamente.

“¡Se acabó el tiempo!”, dijo la maestra. “Todos tienen que entregar su examen”.

“¡Oh, no!”, pensó Luca. “Ni siquiera he terminado”.

Luca suspiró al entregar su examen. Tenía que conseguir un noventa por ciento en sus exámenes cronometrados para aprobar las tablas de multiplicación y poder llegar a ser el Maestro de multiplicación de la clase, ¡pero no sabía cómo iba a conseguirlo!

Esa noche, durante el estudio familiar de las Escrituras, el papá leyó lo siguiente en Doctrina y Convenios: “Por consiguiente, si me pedís, recibiréis; si llamáis, se os abrirá” (D. y C. 6:5).

Luca levantó la cabeza de golpe. ¡Esa era la respuesta! ¡La oración!

Luca comenzó a orar todos los días para poder hacer bien su examen de multiplicación; eso funcionaría. Tenía que funcionar. ¡Por fin llegaría a ser el Maestro de la multiplicación!

El martes, Luca llegó a casa de la escuela y buscó su pelota de baloncesto.

“¿Necesitas ayuda para estudiar?”, preguntó la mamá.

“¡No!, lo tengo todo bajo control”, dijo Luca mientras salía corriendo por la puerta. Creía tanto en la oración que ni siquiera sacó sus tarjetas de estudio para practicar matemáticas.

El viernes, Luca sabía que iba a aprobar el examen, pero cuando se sentó a tomarlo, no supo las respuestas, e incluso sacó una nota peor que antes.

Luca caminó a casa cabizbajo desde la parada del autobús; había orado mucho para ser Maestro de la multiplicación. ¿Por qué el Padre Celestial no contestó su oración?

Al llegar a casa, jugó a tirar la pelota a la canasta de baloncesto hasta que el papá llegó a casa del trabajo. El papá tocó la bocina del auto al llegar.

“¿Qué tal te fue en la escuela?”, preguntó el papá.

“No muy bien”, dijo Luca, agachando la cabeza. “No consigo aprobar mi examen de multiplicación”.

“Siento oír eso”, dijo el papá. Levantó las manos para que le pasara la pelota.

“¡Debería haber aprobado!”, dijo Luca. “Oré y todo. Papá, tú dijiste que el Padre Celestial contesta las oraciones. ¡Definitivamente no contestó la mía hoy!”.

“¿Practicaste con las tarjetas de estudio?”, preguntó el papá.

“No”.

“¿Estudiaste siquiera?”.

“No”, dijo Luca. “¡Pero oré toda la semana!”.

El papá miró a Luca mientras botaba la pelota. “Bueno, la multiplicación es parecida al baloncesto. ¿Cómo llegaste a ser tan bueno al baloncesto?”.

“Practicando”, dijo Luca.

“Sí, y cuando oramos al Padre Celestial para que te ayude antes de tus partidos, no oramos para que haga que mágicamente te vuelvas un mejor jugador de baloncesto. ¿Para qué oramos?”.

“Para que pueda recordar lo que practiqué”, dijo Luca.

“Así es. La oración da su mejor resultado cuando hacemos nuestra parte y también le pedimos al Padre Celestial que nos ayude”, dijo el papá.

“¿Y mi parte es estudiar las tarjetas de estudio?”, preguntó Luca.

“Exactamente”, dijo el papá, pasándole otra vez la pelota.

Luca suspiró profundamente y lanzó la pelota. La pelota botó sobre el aro. “Está bien. Va a tomar mucho esfuerzo, pero creo que puedo estudiar duro y pedirle al Padre Celestial que me ayude”.

“¡Así se habla!”, dijo el papá. “¿Estás listo para un mano a mano?”.

Luca sonrió y le robó la pelota al papá. “Sí, claro, con tal de que me ayudes a estudiar al mismo tiempo”.

“Trato hecho”, dijo el papá. “¿Seis por ocho es?”.

“¡Cuarenta y ocho!”, dijo Luca, lanzando la pelota de nuevo al aro. Y esta vez encestó.

Entre la práctica y la oración, después de todo llegaría a ser un Maestro de la multiplicación.