2017
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Febrero de 2017


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EL DIEZMO Y UNA BENDICIÓN INESPERADA

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Finding money in the scriptures

Ilustración por Katie Payne.

Había sido miembro de la Iglesia solo un mes cuando pagué mi primer diezmo íntegro. Era el único miembro de la Iglesia en mi familia, y entender el diezmo era algo difícil para ellos. Mi madre me disuadía de que pagara el diezmo, y en vez de ello quería que le diera el dinero a ella.

Un día, antes de ir a trabajar, me di cuenta de que no había comida en el refrigerador, y que tendría que comprar algo para comer. No tenía dinero, así que le pedí a mi madre que me prestara un poco para el almuerzo. Ella se negó y me dijo que yo no tenía dinero porque había pagado el diezmo.

Fui por mi ejemplar del Libro de Mormón y le dije que aquel libro me daría el alimento del día: alimento espiritual. Lo abrí enfrente de mi madre y, entre sus páginas, encontré cien pesos (suficiente para comprar algo de comida). Fue un milagro; yo no había puesto ese dinero en mi ejemplar de las Escrituras. Aprendí una gran lección: Aunque los desafíos y las tentaciones están por todas partes, siempre seré bendecida si pago un diezmo íntegro y guardo los mandamientos.

Montserrat L., Distrito Federal, México

Tiempo para asistir al templo

Cuando cumplí doce años, recibí mi primera recomendación para el templo. Nunca olvidaré aquella primera experiencia en el templo; la paz que sentí fue sumamente especial. Aunque mi hogar al sur de Taiwán estaba a cuatro horas del templo, decidí ir una vez al mes en el día que se asignaba a nuestra estaca asistir al templo. Iba aunque nadie me pudiera acompañar.

Al poco tiempo comencé a invitar a mis amigos de la Iglesia a ir conmigo. Aunque al principio no mostraron mucho interés, ahora van cada mes. Muchas personas del barrio también comenzaron a asistir al templo. Ahora, no importa la frecuencia con que nuestro barrio planee un viaje al templo, muchas personas van; más de las que nuestra estaca ha visto jamás.

Poco después de mi decisión de asistir cada mes, mi familia también decidió hacerlo. Aunque tengamos exámenes escolares después de nuestro día en el templo, mi familia y yo asistimos con regularidad. Ya llevo siete años asistiendo al templo con mi familia. El templo es la Casa del Señor, y reconocemos la importancia de asistir al templo.

Chi-Yun Liu, Tainán, Taiwán