2017
Un hermoso sentimiento
Marzo de 2017


Un hermoso sentimiento

La autora vive en Colorado, EE. UU.

Paulo había cometido un error. ¿Qué podía hacer?

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Great Feeling

Después de salir del agua, Paulo y su padre se vistieron con ropa seca. Entonces, su papá, su abuelo y el obispo le impusieron las manos sobre la cabeza y lo confirmaron. Ahora era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

“Me siento muy bien”, dijo Paulo. Se tocó el corazón. “Aquí dentro”.

Su mamá le dio un fuerte abrazo. “Eso es porque recibiste el don del Espíritu Santo cuando te confirmaron”.

Paulo asintió. No quería hacer nada que causara que ese sentimiento tan hermoso desapareciera.

Pero justo el día siguiente, su hermano Carlo le rompió su avión de juguete. ¡Paulo había estado ahorrando un mes entero para comprarlo!

“¡Mira lo que has hecho!”, gritó Paulo. “¿Por qué no puedes dejar mis cosas en paz?”.

“Lo siento”, dijo Carlo. Las lágrimas le rodaban por las mejillas. “Quizás podemos arreglarlo”.

“¡Ya no será igual!”.

Carlo salió corriendo de la habitación, llorando.

Paulo se sentía terrible por dentro. Sabía que Jesús no habría gritado ni se habría enojado. ¿Se volvería a sentir igual que se había sentido después de su bautismo?

“Prometí que intentaría ser como Jesús”, le dijo a su mamá con la voz temblorosa. “Pero ya he cometido un error”.

“Hiciste algo mal”, dijo mamá con cariño, “pero Jesús también nos dio la manera de volver a tener el Espíritu Santo con nosotros después de cometer un error”.

Paulo sabía lo que iba a decir. “Ya lo sé; el arrepentimiento. Tengo que pedir perdón”.

Mamá asintió. “Y entonces, al tomar la Santa Cena, renovarás la promesa que hiciste de seguir a Jesús. Estarás tan limpio como lo estuviste justo después de bautizarte y de que te confirmaran”.

Paulo fue a encontrar a Carlo. “Siento haberte gritado”, le dijo. “Vamos a arreglar el avión juntos”.

Carlo sonrió y Paulo sintió que había hecho lo que Jesús habría hecho. Cuando hizo su oración esa noche, le pidió al Padre Celestial que lo perdonara y que le ayudara a ser más bueno con Carlo. Una dulce paz le llenó el corazón.

Ese domingo en la capilla, Paulo prestó extra atención a las oraciones sacramentales. Escuchó las palabras atentamente y, al tomar el pan y el agua, sintió el amor que el Padre Celestial tenía por él. Su mamá tenía razón. ¡Ese hermoso sentimiento había vuelto!