2017
El Evangelio y la vida buena
Marzo de 2017


El Evangelio y la vida buena

Tomado del discurso “The Good Life”, pronunciado en la Universidad Brigham Young-Idaho, el 18 de diciembre de 2015. Para leer el texto completo en inglés, vaya a web.byui.edu/devotionalsandspeeches.

En la peor de las circunstancias, cuando todo lo demás se viene abajo, la familia y el evangelio de Jesucristo son fundamentales.

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Father and daughters

En muchos discursos se hace hincapié en la búsqueda de los sueños y las pasiones. Reconozco esos objetivos, pero deseo que contemplen un propósito más elevado en la vida.

Gratitud por las bendiciones

Para empezar, espero que se sientan agradecidos por sus bendiciones, en especial por su legado. La gratitud y la humildad están estrechamente relacionadas. Vivimos en una época de egocentrismo. Los medios de comunicación social, en particular, fácilmente se pueden utilizar para la autopromoción. Nunca ha sido de más importancia el ser agradecidos y humildes. Aquellos que poseen esos atributos expresan agradecimiento por sus bendiciones al seguir el ejemplo del Salvador.

Mi amigo Roger B. Porter, profesor de Harvard, quien es miembro fiel de la Iglesia, señaló en una de las ceremonias de graduación de Harvard en mayo de 2015 que la gratitud “exige que reconozcamos nuestra deuda con los demás”, y “con frecuencia implica una humilde respuesta ante regalos inmerecidos o que no nos hemos ganado”. Concluyó: “Si eligen abrazar la gratitud como un elemento central de su vida, les será de provecho; les servirá para resistir la tentación de sucumbir al orgullo y vivir con la expectativa de que se tiene derecho a recibir algo. Les servirá para ver lo bueno y reconocer lo positivo; les ayudará a poner en contexto las tribulaciones a lo largo del camino y la adversidad que enfrentarán de cuando en cuando. Les ayudará a centrar la atención en los menos afortunados que ustedes, cuyas vidas pueden bendecir”1.

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Grandfather and grandson washing dishes

Yo propondría que tenemos que estar especialmente agradecidos por nuestro legado. Cuando somos bendecidos con buenos padres, debemos estar agradecidos. Esa es la deuda que cada uno de nosotros tiene por nuestro legado. Un antiguo proverbio chino reza: “Cuando bebas el agua, no olvides el pozo de donde provino”.

En las Escrituras, queda claro que debemos honrar a nuestros padres. En Proverbios dice: “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre” (Proverbios 6:20). En Efesios se nos enseña: “Honra a tu padre y a tu madre” (véase Efesios 6:2–3; véase también Éxodo 20:12). El gran filósofo alemán Goethe lo expuso de esta manera: “Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso o no será vuestro”2. Queda claro que tenemos que estar agradecidos por nuestros padres y tomar acción positiva para adquirir lo que ellos esperaban concedernos.

Principios eternos versus filosofías mundanas

Además de animarlos a tener gratitud, deseo compartir algunos consejos prácticos que pueden ayudarlos a ser felices y a tener éxito en lograr una vida significativa, a la cual se le suele conocer como “la vida buena”.

En una disertación reciente, Lord Jonathan Sacks, ex rabino de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Mancomunidad Británica, expresó la preocupación que tengo sobre el papel reducido de la fe, de los valores morales y sentido en la vida moderna. Él declaró:

“Si hay una cosa que las grandes instituciones del mundo moderno no hacen, es proporcionar significado…

“La ciencia, la tecnología, el mercado libre y el… estado democrático nos han permitido alcanzar logros sin precedentes en conocimiento, libertad, expectativa de vida y riqueza. Se encuentran entre los logros más grandiosos de la civilización humana y se les debe defender y atesorar.

“Pero no dan respuesta a las tres preguntas que hará cada persona reflexiva en algún momento de su vida: ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo, pues, viviré? El resultado es que el siglo XXI nos ha dejado con un máximo de opciones y un mínimo de significado”3.

Esta cita expresa de una manera elegante la esencia de mi mensaje. Me preocupa profundamente que la vida buena basada en la vida y las enseñanzas de Jesucristo pase ahora a un plano secundario al de una visión mundana de la vida buena.

Para aquellos de nosotros que somos miembros de la Iglesia, el evangelio de Jesucristo y Su resurrección y expiación son el fundamento de todo lo que es esencial, y también brindan significado a esta vida. El Salvador ha inspirado creencias y normas establecidas de conducta en cuanto a lo que es moral, justo y deseable y eso resulta en la vida buena. Sin embargo, los principios y la moral básica que el Salvador enseñó están seriamente bajo ataque en el mundo actual. El cristianismo mismo está bajo ataque.

Eso no es nuevo. La receta para la vida buena se ha debatido durante siglos. Cuando el apóstol Pablo estaba en Atenas, se encontró con “filósofos de los epicúreos y de los estoicos” (Hechos 17:18). Los estoicos creían que el bien supremo era la virtud, y los epicúreos creían que el mayor bien era el placer. Muchos estoicos se habían vuelto orgullosos y usaban su filosofía como “un manto para… la ambición y la iniquidad”. Muchos epicúreos se habían convertido en hedonistas que tenían como su lema: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos”4. Muchos en el mundo académico han señalado desde hace tiempo la defensa que hacía Aristóteles de la contemplación intelectual como un modelo para la vida buena. Es interesante que muchas de esas mismas filosofías mundanas que entraron en conflicto con el cristianismo primitivo todavía están presentes en formas ligeramente diferentes hoy en día.

Además, muchas nuevas filosofías entran en conflicto directo con el evangelio de Jesucristo. Eso ha sucedido rápidamente. Utilizando las palabras del Libro de Mormón, “en el espacio de no muchos años” (Helamán 7:6), gran parte del mundo ahora “a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo” (2 Nefi 15:20). De hecho, esas dos frases de las Escrituras reflejan lo que está sucediendo en nuestros días. Lo que se considera moral ha cambiado rápidamente. Ha habido un movimiento increíble que se ha apartado de la conducta moral como la base de la vida buena. Algunos disminuyen el cristianismo aceptando el mito de que en el cristianismo la felicidad no tiene que ver con esta vida, sino solo con el cielo5. Les aseguro que seguir al Salvador trae felicidad en esta vida y en el cielo.

Virtudes del epitafio versus las virtudes del curriculum vitae

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Family scripture study

Algunos desafíos no son solo acerca del bien y del mal. Algunos requieren que tomemos decisiones basadas en lo que es mejor, no solo lo que es bueno6.

David Brooks, en un editorial titulado “The Moral Bucket List”, desarrolló el concepto de que hay “dos tipos de virtudes: las que se ponen en el curriculum vitae y las que se enumeran en los epitafios. Las virtudes del curriculum vitae son las habilidades que uno ofrece en el mercado laboral; mientras que las del epitafio son aquellas de las que habla la gente en nuestro funeral”7. Brooks concluyó correctamente que las virtudes del epitafio son mucho más importantes. Eso me pareció significativo, ya que cuando tenía veintitantos años de edad, tuve una experiencia que me impactó profundamente. Tuvo que ver con los funerales de dos hombres buenos, los cuales ocurrieron con unos días de diferencia. El relato es verídico, pero he cambiado los nombres y, a propósito, no he sido muy específico en cuanto a algunos de los hechos.

Yo tenía 25 años, me había graduado de la Facultad de Derecho de Stanford, y acababa de empezar a trabajar en un bufete de abogados. En mi jornada laboral, pasaba el tiempo con personas con mucho conocimiento que habían acumulado grandes posesiones materiales. Eran personas amables y, por lo general, eran corteses y atractivas.

Los miembros de la Iglesia con los que me relacionaba eran mucho más diversos; la mayoría de ellos tenía pocas riquezas materiales. Eran personas maravillosas, y la mayoría tenía vidas con sentido. Fue en aquel entonces que fallecieron dos hombres mayores y jubilados, a quienes había conocido durante muchos años. Los funerales se llevaron a cabo con solo unos días de diferencia, y viajé para asistir a ambos. He decidido llamar a uno de ellos Rico, y al otro Fiel. Esos dos funerales están arraigados en mi mente porque aclararon el significado de las opciones a las que se enfrentan todas las personas, en especial los jóvenes. Además, demuestran la complejidad de la distinción que existe entre las virtudes del curriculum vitae y las virtudes del epitafio.

Tanto Rico como Fiel sirvieron en misiones cuando eran jóvenes. Por lo que se sabe, ambos fueron misioneros devotos. Después de que asistieron a la universidad, sus vidas comenzaron a ir en diferentes direcciones; Rico se casó con una mujer hermosa que con el tiempo se hizo menos activa en la Iglesia, y Fiel se casó con una mujer igualmente bella que era completamente activa en la Iglesia. Más que cualquier otro factor, esa decisión determinó las demás decisiones de sus vidas. En mi experiencia, cuando las parejas permanecen firmes y fieles al Salvador y a la importancia eterna de la familia, las virtudes que se enumeran en el epitafio casi siempre son perdurables.

Ahora hablaré más acerca de Rico. Él tenía el don de gentes y se preocupaba mucho por las personas. Comenzó a trabajar en una de las grandes empresas de Estados Unidos y, con el tiempo, llegó a ser el presidente de dicha compañía. Tenía ingresos considerables y vivía en una casa grande y hermosa ubicada en amplios terrenos. Esa es la razón por la que he decidido llamarlo Rico. Sería justo decir que sus decisiones profesionales no solo fueron buenas o mejores, sino que fueron excelentes.

No obstante, sus decisiones en cuanto a la familia y la Iglesia no fueron tan buenas. Era un buen hombre y no participaba en decisiones personales que fueran malas de por sí, pero sus decisiones familiares y la influencia que tenía en sus hijos se centraban casi exclusivamente en la educación y el empleo, esencialmente en las virtudes del curriculum vitae que tanto se valoran en el mercado laboral. Sus hijos también emprendieron excelentes carreras profesionales. Sin embargo, no permanecieron activos en la Iglesia y se casaron con jovencitas que no eran miembros. No estoy al tanto de todos los detalles acerca de sus hijos, pero, en cada uno de los casos, esos matrimonios terminaron en divorcio.

Rico y su esposa también se volvieron menos activos; se ocupaban principalmente en actividades sociales y comunitarias de alto perfil. Él siempre se consideró Santo de los Últimos Días y se sentía orgulloso de su misión, pero no asistía a la Iglesia. De vez en cuando, hacía contribuciones para proyectos de construcción de la Iglesia y ayudaba a miembros SUD en sus carreras profesionales. Además, fue un ejemplo de honradez, integridad y benevolencia en todos los puestos que desempeñó.

Su funeral se llevó a cabo en una capilla no confesional del cementerio. Al funeral asistieron muchos grandes ejecutivos y dignatarios, incluso el gobernador del estado donde vivía. A no ser por sus hijos, nietos y yo, todos los que asistieron eran mayores de cincuenta años. Fue, en general, un funeral sombrío. No se enseñaron los principios básicos del plan de felicidad, y poco se dijo de Jesucristo. La vida de Rico se basaba casi exclusivamente en las virtudes del curriculum vitae.

Las decisiones de empleo de Fiel eran de mucho menos éxito. Sus primeros intentos por tener un negocio independiente se vinieron abajo cuando el negocio se quemó y lo perdió todo. Posteriormente, creó un pequeño negocio, pero apenas podía hacer los pagos necesarios. Tenía una casa pequeña, pero adecuada; disfrutaba de su trabajo y de su interacción con la gente. Su carrera fue buena y sin duda satisfactoria, pero no fue distinguida ni lo que podría llamarse excelente; no fue una carrera con virtudes de un curriculum vitae.

Por otro lado, sus decisiones familiares y eclesiásticas fueron definitivamente excelentes. Él y su esposa eran completamente activos en la Iglesia; él cumplía con su llamamiento, que a menudo era como maestro, asistía al templo con frecuencia, y era un fiel poseedor del sacerdocio. Sus relaciones eran maravillosas, especialmente con su familia inmediata y sus muchos nietos. Todos tenían una buena educación, pero lo que más les recalcaba era que vivieran una vida semejante a la de Cristo. Cuando se jubiló, él y su esposa sirvieron en una misión. Aunque hizo frente a tribulaciones, incluso la muerte de un hijo en la Segunda Guerra Mundial, logró satisfacción y alegría a lo largo de su vida gracias al propósito y al significado que le proporcionaban su familia y el evangelio de Jesucristo.

Su funeral en la capilla del barrio fue grande y lleno de júbilo. Asistieron personas de todas las edades, entre ellas un gran número de nietos y jóvenes a quienes había servido. Se enseñó el plan de felicidad, y el Salvador ocupó el lugar central del servicio. Fue un funeral Santo de los Últimos Días ejemplar. Los discursos fueron acerca de su carácter, bondad, preocupación por los demás, y fe en el Señor Jesucristo y su amor por Él.

Las opciones y la vida buena

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Family at the temple

He indicado que esos dos funerales tuvieron lugar durante una época decisiva para mí. Había servido en una misión y amaba la Iglesia. Apenas iniciaba mi vida profesional y comenzaban a llamarme la atención las personas que tenían éxito material y profesional. Me di cuenta de que las decisiones que estaba tomando definirían mi felicidad en esta vida y determinarían el legado que dejaría. También me di cuenta de la importancia eterna de las decisiones a las que me enfrentaba. Me quedó claro que las decisiones tienen importancia eterna. Lo que fue más importante para mí con respecto a las vidas que acabo de describir es que me di cuenta de que las decisiones más importantes las puede tomar cualquier persona, sin importar cuáles sean sus talentos, habilidades, oportunidades o circunstancias económicas. Me di cuenta de que para mí, para mis futuros hijos y para todos aquellos en quienes tuviera la oportunidad de influir, era esencial que pusiera al Salvador, a mi familia y a la Iglesia en primer lugar. El hacerlo resultaría en una vida buena.

En la peor de las circunstancias, cuando todo lo demás se viene abajo, la familia y el evangelio de Jesucristo son fundamentales. Piensen en Lehi, en el Libro de Mormón, donde describe cómo “salió para el desierto; y abandonó su casa, y la tierra de su herencia, y su oro, su plata y sus objetos preciosos, y no llevó nada consigo, salvo a su familia” (1 Nefi 2:4).

Esta generación tiene el reto de proteger la fe y la familia. Un investigador se ha remontado hasta la antigua India y Grecia y ha llegado a la conclusión de que cada población no religiosa en la historia ha experimentado un declive demográfico8. Los medios de comunicación destacaron recientemente la disminución de la tasa de natalidad en gran parte del mundo actual. El diario Wall Street Journal declaró en un artículo de primera página: “La bomba de tiempo de la nueva población del mundo: Muy poca gente”. El artículo afirmaba que en 2016, “por primera vez desde 1950… la población combinada en edad de trabajar disminuirá”9.

La falta de fe y el descenso de la población están claramente interrelacionados. El plan eterno del Padre para Sus hijos depende tanto de la fe como de las familias. Estoy agradecido de que los Santos de los Últimos Días, en encuesta tras encuesta, estén conservando la fe en el Señor Jesucristo y sigan casándose y teniendo hijos.

Algunos quizás no tengan la oportunidad de casarse ni de tener hijos, pero las personas que siguen rectamente al Salvador y Sus mandamientos —y que proporcionan servicio desinteresado a los hijos de nuestro Padre— “recibirán todas las bendiciones prometidas en las eternidades”10.

Al enfrentar las vicisitudes de la vida, ocurren muchos acontecimientos sobre los cuales tenemos muy poco o ningún control. En lo que respecta a principios, conducta, observancia religiosa y un vivir recto, nosotros tenemos el control. Nuestra fe en Dios el Padre y en Su Hijo Jesucristo y la forma en que los adoramos son decisiones que tomamos.

El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, al citar a William Law, un clérigo inglés del siglo XVIII, lo expresó de una manera muy sucinta: “Si no has escogido el reino de Dios en primer lugar, al final no importará lo que hayas elegido”11.

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Father working at computer

FOTOGRAFÍAS POR PAUL CONRATH/THE IMAGE BANK/GETTY IMAGES

Por favor entiendan que, al citar las historias verdaderas de los hombres a los que llamé Rico y Fiel, no estoy proponiendo que tengamos menos interés en las metas relacionadas con la educación o el trabajo. Por el contrario, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance por promover nuestros logros en esos dos aspectos. Lo que estoy diciendo es que, cuando a las metas relacionadas con la educación y el trabajo se las coloca en un plano superior al de la familia, de la Iglesia y de un testimonio del Salvador, las consecuencias imprevistas que resultan por poner demasiado énfasis en las virtudes del curriculum vitae pueden ser sumamente desfavorables.

Estoy seguro de que ustedes pueden alcanzar el gozo y la felicidad que desean y que Dios quiere para ustedes si están:

  • Agradecidos por sus bendiciones, especialmente por su legado.

  • Comprometidos a los principios eternos que aportarán sentido a su vida.

  • Resueltos a que las virtudes propias del epitafio perduren más que las virtudes de su curriculum vitae.

  • Preparados para dar un informe al Salvador de que han vivido una vida buena.

La reunión más importante que cada uno de nosotros tendrá en el otro lado del velo es con el Salvador, “el guardián de la puerta” (2 Nefi 9:41). Independientemente de quiénes sean nuestros antepasados y de que seamos ricos o pobres, daremos un informe del cumplimiento de los mandamientos que se nos han dado. Vivamos de tal modo que “[entremos] por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. ¡Alabadle; bendecid su nombre!” (Salmos 100:4).

Con alegría desearemos informar que hemos vivido una vida verdaderamente buena.

Notas

  1. Roger B. Porter, discurso de graduación, Dunster House, Harvard University, 28 de mayo de 2015.

  2. Johann Wolfgang von Goethe, Faust, trad. Bayard Taylor, 1912, tomo I, pág. 28.

  3. Jonathan Sacks, “How to Defeat Religious Violence”, Wall Street Journal, 2 de octubre de 2015, pág. C2; véase también Jonathan Sacks, Not in God’s Name: Confronting Religious Violence, 2015, pág. 13.

  4. Véase de Frederic W. Farrar, The Life and Work of St. Paul, 1895, pág. 304.

  5. Véase de Carl Cederstrom, “The Dangers of Happiness”, New York Times, 19 de julio de 2015, sección Sunday Review, pág. 8.

  6. Véase de Dallin H. Oaks, “Bueno, Mejor, Excelente”, Liahona, noviembre de 2007, págs. 104–108.

  7. David Brooks, “Moral Bucket List”, New York Times, 11 de abril de 2015, SR1, nytimes.com; véase también David Brooks, The Road to Character, 2015, pág. xi.

  8. Véase de Michael Blume, en David Brooks, “Peace within the Texts”, New York Times, 17 de noviembre de 2015, pág. A23, nytimes.com.

  9. Greg Ip, “The World’s New Population Time Bomb: Too Few People”, Wall Street Journal, 24 de noviembre de 2015, pág. 1.

  10. Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 1.3.3.

  11. Neal A. Maxwell, “Response to a Call”, Ensign, mayo de 1974, pág. 112; véase también de William Law, en The Quotable Lewis, ed. Wayne Martindale y Jerry Root, 1989, pág. 172.