2017
El poder de Dios
Abril de 2017


Hasta la próxima

El poder de Dios

De un discurso de una sesión general del sacerdocio titulado “La doctrina del sacerdocio”, Liahona, julio de 1982, págs. 64–68; se ha estandarizado el uso de letras mayúsculas.

La fe es poder y el poder es sacerdocio.

Imagen
Enoch and the city of Zion

La Ciudad de SION es trasladada, por Del Parson.

Dios es Dios porque en Él se personifican toda la fe, y todo el poder, y todo el sacerdocio. La vida que Él vive se llama vida eterna.

El grado en que podemos llegar a ser como Él depende del grado en que logremos tener Su fe, obtener Su poder y ejercer Su sacerdocio. Y cuando seamos como Él es, en el verdadero sentido de la expresión, también tendremos vida eterna.

La fe y el sacerdocio van de la mano. La fe es poder y el poder es sacerdocio. Después de lograr la fe, recibimos el sacerdocio. Luego, por medio de este, aumentamos nuestra fe hasta que, teniendo ya todo poder, seremos como nuestro Señor.

Nuestra vida aquí en la tierra está destinada a ser un periodo de prueba y de oposición. Mientras estamos aquí, tenemos el privilegio de perfeccionar nuestra fe y progresar en el poder del sacerdocio…

El Santo Sacerdocio hizo más para perfeccionar a los hombres en los días de Enoc que en cualquier otra época. Conocido entonces como el Orden de Enoc (véase D. y C. 76:57), fue el poder por el cual él y su pueblo fueron trasladados. Y lo fueron porque habían tenido fe y habían ejercido el poder del sacerdocio.

El Señor hizo un convenio eterno con Enoc de que todos los que recibieran el sacerdocio tendrían poder, por medio de la fe, de gobernar y controlar todo en la tierra, desafiar los ejércitos de las naciones y aparecer ante el Señor investidos de gloria y exaltación.

Melquisedec tenía una fe similar: “Y su pueblo hizo justicia, y alcanzó el cielo y buscó la ciudad de Enoc” (Traducción de José Smith, Génesis 14:34)…

¿Cuál es, entonces, la doctrina del sacerdocio? Y ¿cómo debemos vivir siendo siervos del Señor?

Esta doctrina es que Dios nuestro Padre es un Ser glorificado, perfeccionado y exaltado que tiene toda potestad, todo poder y todo dominio, que sabe todas las cosas y es infinito en todos Sus atributos, y que vive en una unidad familiar.

Esta doctrina es que nuestro Padre Eterno tiene este alto grado de gloria, perfección y poder porque Su fe es perfecta y Su sacerdocio ilimitado.

Esta doctrina es que sacerdocio es el nombre del poder de Dios, y que si vamos a llegar a ser como Él es, debemos recibir y ejercer Su sacerdocio o poder de la misma forma en que Él lo hace…

Esta doctrina es que tenemos el poder, por medio de la fe, de obtener y controlar todo, tanto en lo temporal como en lo espiritual; de hacer milagros y perfeccionar nuestra vida; de llegar a la presencia de Dios y ser como Él porque habremos obtenido Su fe, Su perfección y Su poder, o, en otras palabras, la plenitud de Su sacerdocio.

Esta es, pues, la doctrina del sacerdocio, y no existe ni puede existir nada que sea más grande. Este es el poder que podemos obtener mediante la fe y la rectitud.

Verdaderamente hay poder en el sacerdocio, un poder que procuramos obtener y ejercer, un poder por el que devotamente oramos para que esté con nosotros y nuestra posteridad para siempre.