2017
En tiempo récord
Junio de 2017


Nuestro hogar, nuestra familia

En tiempo récord

El autor vivía en California, EE. UU., al momento de esta experiencia.

Tendría que pasar algo extraordinario para que llegase a casa para el bautismo de mi hija.

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air force plane

Fotografías de Getty Images.

Mi hija acababa de cumplir ocho años y estaba entusiasmada de que yo la bautizara. Sus abuelos también vendrían para esa ocasión especial, lo que aumentó su entusiasmo y expectativa. Sin embargo, al acercarse el gran día, parecía que no me sería posible estar en el bautismo.

Mi trabajo como piloto de aviones militares y oficial asistente de operaciones de escuadrón rara vez era aburrido, pero el ritmo se tornó aun más intenso cuando mi oficial de operaciones se ausentó a causa de otra asignación. Me encontraba tratando de atajar una ola tras otra de diversas tareas. A fin de contar con el número requerido de tripulaciones de vuelo, me vi obligado a cancelar el entrenamiento, suspender algunas funciones del escuadrón y cancelar vacaciones que se habían planificado hacía meses.

Las tripulaciones estaban saliendo con órdenes de vuelo de 21 días con pocas probabilidades de regresar a casa antes de tiempo. Y cuando mi oficial de operaciones y otro oficial asistente de operaciones regresaron, me fue difícil justificar quedarme para una actividad familiar. ¿Cómo podía hacerlo cuando había requerido sacrificios de tantas otras personas?

Me encontraba en un dilema. Siempre traté de poner a mi familia por encima de mi carrera, pero esas eran circunstancias inusuales, y también tenía el deber de servir a mi patria. Mi oficial de operaciones, aunque no era miembro de la Iglesia, comprendió la importancia de ese acontecimiento para mi familia y me permitió tomar la decisión yo mismo. Después de haber orado mucho y de consultarlo con la familia, hice lo que pensé que era lo correcto y me apunté para salir en la siguiente misión.

Cuando mi tripulación recibió la orden de una misión que iba a empezar el lunes por la mañana, parecía que no había ninguna posibilidad de que regresara para el sábado, el día del bautismo de mi hija. Teníamos que volar al sitio donde recogeríamos la carga; después haríamos escala en una base en la que tendríamos que descansar antes de reanudar el vuelo. Más tarde volaríamos a otro lugar y descansaríamos; después entregaríamos la carga en un lugar muy lejano, nos detendríamos en el vuelo de regreso para que la tripulación descansara, y luego volveríamos al punto de partida para recoger más carga e iniciar el ciclo otra vez. Por lo general costaba por lo menos siete días realizar el circuito completo una sola vez, pero sabía que mi familia estaba orando para que regresara. Su fe y sus oraciones me ayudaron a tener fe, y rápidamente quedó claro que esta no iba a ser una misión cualquiera.

En primer lugar, en lugar de detenernos durante uno o dos días, a nuestra misión se le asignó reabastecerse y continuar sin parar hasta llegar a nuestra primera ubicación internacional. Luego, tras el período legal mínimo de descanso, se nos dio la alerta de volar una misión diferente de ida y vuelta a la lejana ubicación de entrega de la carga. La descarga del equipo y el reabastecimiento en nuestro destino marchó excepcionalmente bien, y después de otro período mínimo de descanso, nos avisaron que regresáramos directamente a nuestra base. ¡Regresaríamos a casa por un par de días!

Estaba muy feliz de decirle a mi familia que estaba casi a punto de llegar a casa. Pero entonces mi esposa me dijo que el servicio bautismal lo habían cambiado de las 5 a las 2 de la tarde a fin de que se llevara a cabo una actividad de la juventud de la estaca. Llamé a nuestro gerente de transporte aéreo y le expliqué la situación. Después de una breve pausa, respondió que había suficientes tripulaciones disponibles para retrasar nuestra próxima alerta hasta las 5 de la tarde del sábado, ¡la hora en que inicialmente se había programado que empezara el servicio bautismal!

En el vuelo a casa, al pasar por encima de las montañas cercanas a mi casa, vi que aún tenía una prueba más de fe: las luces de la ciudad estaban cubiertas de niebla; sería la peor visibilidad con la que jamás habría intentado aterrizar. Rápidamente elaboramos un plan para desviarnos a otro campo de aviación si fuese necesario, completamos nuestras listas de comprobación y descendimos para echar un vistazo.

Al avanzar hacia la pista a 60 m sobre el nivel del suelo, estábamos completamente rodeados de niebla. De repente, al pasar los 37 m, vimos una pista iluminada frente a nosotros, y unos segundos más tarde nos encontrábamos a salvo en tierra. Todos suspiramos de alivio.

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Brother Bairett and daughter at baptism

Fotografía cortesía de la familia Bairett.

Una serie extraordinaria de lo que parecían ser coincidencias había permitido que mi tripulación hiciera un viaje de varias etapas al otro lado del mundo y de vuelta en un tiempo récord, y yo pude estar en casa por un breve espacio que coincidió con el bautismo de mi hija. Con la ayuda del Señor me fue posible cumplir mi deber con mi patria, mi escuadrón y, sobre todo, con mi familia. Aunque la vida habría seguido su curso si hubiese sido necesario cambiar el bautismo de nuestra hija, nuestro Padre Celestial nos estaba comunicando que nos amaba y que oyó nuestras oraciones. Él le dio a mi hija el recuerdo de esos milagrosos acontecimientos como testimonio de que Él la ama, y mi esposa y yo obtuvimos un testimonio más fuerte que “cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, si es justa, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedida” (3 Nefi 18:20).