“¿Cómo puedo ayudar a mis amigos a superar problemas como el lenguaje profano y el uso excesivo de los videojuegos?”

Di una lección sobre el lenguaje en la Mutual. Creo que está dando resultado, al menos con uno de mis mejores amigos. Primero tenemos que dar el ejemplo. Podemos orar por nuestros amigos y tener el valor de decirles en el momento correcto: “Por favor no digas malas palabras. Te desafío a no decir groserías hoy”.

Primero, yo oraría antes de conversar con ellos. Luego les hablaría de forma amable y positiva, y les aconsejaría, por ejemplo, que se abstuvieran de reaccionar cuando estén enojados. Mi ejemplo también los ayudará a usar un mejor lenguaje.

Ser un buen ejemplo es lo más importante que puedo hacer porque tratar de ayudar a alguien a abandonar un mal comportamiento cuando yo estoy haciendo lo mismo simplemente no es razonable; no tomarán en serio mi consejo o mi punto de vista. También puedo ayudar a mis amigos al explicarles por qué no me siento cómodo con su comportamiento. Si su lenguaje no es apropiado, puedo ayudarlos a ver la impresión que causan en la gente cuando usan ese tipo de vocabulario.

Una forma específica de ayudar a mis amigos a dejar de decir malas palabras es usar un “frasco de palabrotas”, en el que cada vez que alguien dice una mala palabra tiene que poner una moneda de 25 centavos. Puedo ayudar a mis amigos a evitar el uso excesivo de los videojuegos si los invito a campamentos de jóvenes, eventos de la Iglesia y otras actividades divertidas. También puedo presentarles otras personas que los ayudarán a ser sociales y activos.

En vez de regañarlos, ayúdalos a darse cuenta de que hay mejores cosas que pueden hacer. Invítalos a hacer actividades divertidas y sanas contigo y aliéntalos a tener pasatiempos más productivos, como aprender a tocar un instrumento musical, jugar con sus hermanos o ayudarlos con las tareas de la casa.

Yo les diría que oren para pedir fortaleza y que practiquen hablar sin decir palabrotas o palabras groseras. También les diría que pasar demasiado tiempo con los videojuegos limita su relación con familiares y amigos, y que pueden dejar de hacerlo al dedicarse a actividades edificantes y útiles. Si cometen un error, pueden orar en busca de fortaleza y continuar practicando porque la práctica hace al maestro.

No podemos controlar las acciones de otras personas, pero podemos ser una buena influencia para ellas. Podemos vivir como ejemplos positivos y cristianos, y ayudar a quienes nos rodean a venir a Cristo. Si nuestros amigos están tomando malas decisiones, podemos proponer mejores alternativas y expresar lo que sabemos que es justo y verdadero por medio de nuestras palabras y nuestras acciones.

Puedes orar por ellos para que dejen de decir malas palabras o dejen de jugar tanto a los videojuegos. La oración nunca está de más.