2018
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Junio de 2018


¿Sabías que…?

El lunes 21 de enero de 2008, se inició una de las jornadas más importantes de la Iglesia en Perú. Desde Lago Salado, se había aprobado la reconstrucción de las casas para los miembros de las localidades de Ica, Pisco, Chincha y Cañete, quienes el año anterior (15 de agosto de 2007) habían sido afectados por el fuerte sismo que destruyó sus viviendas. El total de casas a construir era de 420, agregándose finalmente 2 escuelas para alumnos de primaria que fueron otorgadas al Gobierno peruano. El tiempo del proyecto de construcción fue calculado en 11 meses de duración.

El primer contingente que viajó a Chincha, donde se instaló la oficina del proyecto, estaba conformado por los que trabajarían en Ingeniería y Construcción. Estos eran el hermano Layton, su esposa y 2 jóvenes ingenieros de la Estaca La Molina. Les acompañaban, también, la pareja de misioneros Aland, quienes trabajarían en el sector contable. Yo fui asignado para trabajar en Pisco, en la supervisión del proyecto, que consistía en el trabajo con las municipalidades y la membresía en general. Por la dimensión de esta asignación, al poco tiempo fue llamado Fernando Morán, de la Estaca Limatambo, para que exclusivamente trabajara con las inscripciones en los registros estatales de Cofopri; ya que, previamente a la inscripción todo futuro propietario debería recibir una capacitación. El desafío era que las personas damnificadas, solamente miembros, deberían tener sus terrenos inscritos en Registros Públicos si querían que se les construyeran sus casas.

Los hermanos nunca se habían preocupado por registrar sus propiedades. Me contaron que ellos vivían desde el tiempo de sus bisabuelos y aún tatarabuelos y consideraban que bastaba con su presencia para ser propietarios. Cuando entendieron la posición de la Iglesia de no construir mientras no tuvieran los terrenos registrados, y evitar así algún problema legal posterior, comenzó el sacrificio de los líderes y los miembros. En muchas ocasiones, se trasladaron a propietarios muy ancianos y a veces enfermos a las alcaldías, quienes por la premura del tiempo debían hacer sus trámites documentarios de inmediato.Este fue el principal desafío y ahí surgió la participación de todos los miembros, ya que se tuvo que hablar primeramente con cada alcalde de la región.

Cuando estuvimos trabajando como un gran equipo, tanto el presidente de Área, élder Marcus B. Nash, los miembros del Proyecto, los líderes y la membresía, entendimos los propósitos que tenía el Señor para todos nosotros. Esta era una gran oportunidad para todos los que pudimos participar y especialmente para las generaciones futuras y aquí se les demandó mucho sacrificio.

Recordamos con mucho aprecio a los líderes y a las membresías de entonces. De las 3 ramas del Distrito Cañete, de las 6 ramas del Distrito Chincha, de los 6 barrios y 1 rama de la Estaca Pisco y de los 5 barrios y 1 rama de la Estaca Ica. Tuvimos largas jornadas junto a muchos líderes que nos obsequiaron su tiempo. Tenemos presente, entre otros, al presidente Marquesado de San Clemente, que nos ayudó a descubrir el Grupo Familiar de Independencia, a Luis Acevedo de Imperial en Cañete, al obispo Cómena del Barrio Pisco, y al obispo Gutiérrez del Barrio La Villa, quien nos llevó a una entrevista con su alcalde. Este último obtuvo tan buena impresión de la Iglesia que cedió 100 terrenos para familias de miembros que no tuvieran casa.

Estas fueron muy buenas experiencias para nosotros, quienes mayormente no conocíamos a estos hermanos damnificados. Ellos nos enseñaron acerca del trabajo en favor de los demás, lo cual es una característica de los miembros en cualquier parte del mundo.