2018
Dios siempre cumple sus promesas
Septiembre de 2018


Cómo llegué a saberlo

Dios siempre cumple sus promesas

Mi madre fue una de los primeros miembros de la Iglesia en Honduras y desde que se bautizó fue absolutamente fiel a los principios y mandamientos que esta enseña.

Una de sus acciones que más me demostraron su fe y obediencia fue que siempre pagó sus diezmos y ofrendas con absoluta integridad. A pesar de estar criando a cinco hijas pequeñas, con su esposo por largo tiempo desempleado, por la situación política del país y de contar con escasos recursos económicos, nunca dejó de obedecer este mandamiento y su fidelidad fue contestada. A pesar de la dura situación económica por la que pasamos, en nuestra familia nunca faltó el alimento, un techo para cobijarnos, salud y las cosas que necesitábamos.

Desde allí nació y creció mi seguridad del cumplimiento de las promesas que se encuentran en Malaquías 3:8–11 y 3 Nefi 24:8–11. Toda mi vida, soltera primero y junto a mi esposo después, me he esforzado por nunca dejar de obedecer este mandamiento y de contribuir lo más generosamente posible al fondo de ofrendas de la Iglesia, especialmente al de ofrendas de ayuno. Nuestra familia fue bendecida con siete hermosos y especiales hijos (seis varones y una niña), a los que me dediqué totalmente a cuidar en nuestro hogar. Y aunque mi esposo, doctor en medicina, tuvo que tener tres empleos, además de siempre cumplir con llamamientos en la Iglesia de mucha responsabilidad y que requerían de la mayor parte de su tiempo que quedaba de sus empleos, el Señor estuvo siempre a nuestro lado con Su amoroso cuidado y protección.

A nosotros tampoco nos faltó nunca nada y pudimos criar y educar a nuestros hijos con lo necesario. Ya todos los varones fueron a su misión de tiempo completo y los siete se sellaron a sus cónyuges en el templo y están criando a sus hijos, que también son buenos y talentosos, de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio. En verdad tengo, no un testimonio, sino la seguridad absoluta de que el Señor cumple Sus promesas (D. y C. 82:10) si, aunque a veces nos sea difícil, cumplimos con Sus mandamientos y vamos todo lo más allá que podamos.

Con todo mi corazón espero y confío en que mi posteridad sepa y compruebe, como mi madre, mi esposo y yo lo hemos hecho, que las promesas que se nos dan al ser generosos con lo que tenemos y ayudar así a nuestros hermanos y al establecimiento del Reino de Dios aquí en la tierra, nos colmarán de bendiciones.