2018
Huevos, fusibles y fe
Octubre de 2018


Huevos, fusibles y fe

Álvaro Alcaino

Antofagasta, Chile

Imagen
pencil sharpener

Ilustración por Carolyn Vibbert.

Una de nuestras metas como familia es ahorrar el dinero suficiente para hacer el pago inicial de nuestra propia vivienda. Sin esa meta, podría desperdiciar mis fines de semana viendo la televisión, mientras aguardo que me llueva del cielo alguna oportunidad económica.

En mi trabajo de chófer de una compañía minera del norte de Chile, paso cuatro días lejos de casa en las minas y luego tengo tres días libres: desde el sábado hasta el lunes. A fin de aumentar nuestros ingresos y ahorrar para la casa, decidimos empezar a vender huevos. El plan era tomar pedidos de amigos, vecinos y miembros de la Iglesia; comprar unos 1000 huevos cada semana a un vendedor mayorista para luego recogerlos y entregarlos los sábados y los lunes.

Laura —mi esposa— y yo resolvimos que llevaríamos a nuestros dos hijos con nosotros durante las entregas para disfrutar del tiempo juntos. Sin embargo, mientras íbamos de camino a comprar el primer lote de huevos, sobrevino el desastre. Uno de nuestros hijos arrojó un pequeño sacapuntas metálico con el que jugaba, el cual cayó precisamente en el orificio abierto del encendedor de cigarrillos del vehículo. Se produjeron chispas y se cortó todo el suministro eléctrico de la furgoneta, que se detuvo de forma repentina justo en medio de la carretera; se había fundido un fusible.

Mientras permanecíamos allí, causando un embotellamiento de tráfico y preguntándonos qué hacer, nos sentimos tan frustrados que tuvimos ganas de llorar; pero en ese momento, recordé que el Señor ha prometido elevarnos y ayudarnos si depositamos nuestra confianza en Él. Entonces me sobrevino una calma; comprendí que no podía quedarme sentado quejándome. Teníamos un problema y, con la ayuda de Dios, lo resolveríamos.

Laura y yo nos miramos el uno al otro, y dijimos: “Tenemos que mostrar fe”. Ofrecimos una oración y nos secamos las lágrimas. Luego, con Laura al volante, salí de la furgoneta para empujarla; enseguida salieron varias personas de otros vehículos y me ayudaron.

Empujamos la furgoneta unos doscientos metros antes de hallar un lugar seguro junto a la carretera para estacionar. Mientras esta se detenía, noté que habíamos estacionado frente a una tienda de autorradios.

Determiné cuál era el fusible fundido, entré en la tienda y pregunté: “¿Tiene uno de estos?”.

El empleado respondió: “Por supuesto”.

Compré un fusible y lo instalé en su sitio; la furgoneta arrancó y continuamos nuestro viaje. Cuando llegamos, el vendedor mayorista de huevos estaba a punto de cerrar. Compramos los huevos e hicimos las entregas.

Cuando tenemos dificultades, debemos recordar pedir ayuda a nuestro Padre Celestial. Sé que Él nos responderá conforme nosotros sigamos adelante y demostremos nuestra fe en Él.