2018
Una dulce navidad
Diciembre de 2018


Una dulce navidad

Wilson Correia dos Santos

Pernambuco, Brasil

Imagen
lollipops

Ilustración por Enya Todd

Desde que tengo memoria, mi familia siempre ha hecho de la Navidad una ocasión memorable. Cuando partí para la Misión Brasil Porto Alegre Sur, no me daba cuenta de lo difícil que sería para mí pasar la Navidad lejos de ellos por primera vez.

Durante mi primera Navidad en el campo misional anhelaba estar con mi familia, pero mi compañero y yo estábamos solos. Me invadió una sensación de autocompasión y tristeza.

El día de Nochebuena una familia muy amable nos invitó a cenar; pasamos una velada agradable, pero la felicidad de esa familia solo sirvió para recordarme que estaba lejos de mi propia familia. Esa noche, cuando volvimos a casa, traté de dormir para olvidar que el día siguiente era Navidad. Por primera vez en mi vida, me sentí aliviado cuando pasó la Navidad.

Un año después, reflexioné sobre la Navidad anterior y pensé en lo que podría hacer para tener una mejor Navidad en la misión. Me di cuenta de que mi tristeza del año pasado se debía a que me había concentrado en mí mismo en lugar de enfocar mis pensamientos en el Salvador; también comprendí que la Navidad es una época para recordar el nacimiento del Salvador y que debía sentirme feliz de servirlo como Su representante.

Al hablar de ello con mi compañero, decidimos comprar dulces para regalar a los miembros, a los investigadores, a los niños y a cualquier persona con quien nos cruzáramos en el día de Navidad; además, practicamos himnos navideños. El día de Navidad se me llenó el corazón de gozo a medida que encontrábamos a las personas, cantábamos los himnos y regalábamos dulces.

Esa noche, en nuestro camino de regreso a casa, encontramos a un anciano sentado en la acera. Le preguntamos si había recibido un regalo de Navidad. Contestó que sí, que había hablado por teléfono con sus hijos que vivían muy lejos.

“Tenemos otro regalo para usted”, le dijimos; y le dimos un dulce.

“No solo me endulzan la boca”, dijo él, “sino también el espíritu”.

Durante la misión, tuve la peor Navidad por haberme concentrado solo en mí mismo, pero también tuve la mejor Navidad cuando, en cambio, me concentré en el Salvador. Sé que cuando enfocamos en Él nuestros pensamientos, Él llena nuestro espíritu de dulzura en Navidad y durante todos los días del año.