2019
Cómo he encontrado a mis antepasados y a mí mismo
Enero de 2019


Cómo llegué a saberlo

Cómo he encontrado a mis antepasados y a mí mismo

Soy un Joven Adulto Soltero de El Salvador. Desde mi juventud supe que la historia familiar era importante, pero no me había interesado en buscar información de mis antepasados y realizar las ordenanzas por ellos.

Eso cambió un año antes de mi misión. Como preparación, me propuse entender cada principio que enseñaría en el campo misional; estos incluían la historia familiar. Había fracasado en previas ocasiones por aprender, y no sabía por dónde empezar.

Con oración empecé a trabajar con la información que tenía, pero esta era muy escasa. Consulté a personas que habían trabajado de manera exitosa en la historia familiar de mi barrio y me dieron consejos de cómo encontrar información; siguiendo estos consejos comencé visitando a mis abuelos y tíos, e incluso otros familiares con quienes no había mantenido contacto por mucho tiempo.

A pesar del aporte de mi familia en la historia familiar, me di cuenta de que nos faltaba ayudar a muchos familiares que ya habían fallecido. En el momento en que estaba agregando mis familiares en www.familysearch.org, descubrí que alguien ya había hecho la obra por mi abuelo paterno. Esto llamó mucho mi atención, ya que de ese lado de mi familia no son miembros de la Iglesia, incluso mi padre no lo era, y nunca habían mostrado un interés por conocer la Iglesia.

Gracias a las herramientas de FamilySearch, encontré el correo de la persona que ingresó la información de mi abuelo; le escribí y concertamos una reunión. Para mi sorpresa, la hermana que había hecho las ordenanzas servía como consultora de templo e historia familiar de mi estaca. Resultó ser mi tía abuela. Todo esto lo descubrimos a través de la historia familiar. Empecé a ver milagros y mi testimonio empezó a crecer.

Ella había trabajado mucho en genealogía. Gracias a otra herramienta de FamilySearch, agregué a mi árbol los antepasados que ella ya tenía y seguí trabajando con mi familia materna.

Empezamos a reunirnos más frecuentemente, mientras mi fecha de salida a la misión se acercaba. Durante una de nuestras reuniones, ella me contó acerca de un diario escrito por uno de nuestros antepasados. La historia habla de un hombre que había viajado a Estados Unidos para vivir allá. Por el deseo de sus hijas de conocer más de su familia aquí en El Salvador, él decidió escribir una genealogía para que ellas pudieran leerla. Ella tenía este diario, con el cual avanzamos grandemente en nuestra genealogía.

Parte de mi genealogía incluye algunos próceres de la independencia, personas que trabajaron y lucharon por la libertad de nuestro país. Pronto habíamos llegado al año 40 D.C. Como resultado habíamos conectado más de 40 generaciones y nos dimos cuenta de que muchas de estas personas no tenían las ordenanzas. Así que empezamos a trabajar. Empecé a ir al templo a realizar las ordenanzas. Muchas veces tenía que ir más de dos veces por semana al templo si quería terminar todas las ordenanzas antes de irme a la misión. De hecho, llegó el tiempo de partir a mi misión y, debido a la cantidad de ordenanzas que aún faltaban por realizarse, llevé muchas tarjetas al campo misional donde me valí de la ayuda de compañeros, miembros y obreros del Templo de Veracruz México.

A la fecha, aún me faltan ordenanzas por hacer, puesto que sigo dedicando mucho tiempo a la historia familiar. La actualización constante de FamilySearch me permite enviar nombres de mis antepasados a cualquier templo en el mundo y encontrar información mucho más rápido que antes.

Mi testimonio de la historia familiar es un tesoro y conocimiento de gran valor. He visto milagros al trabajar en la historia familiar. Jamás imaginé que llegaría a convertirse en algo por lo cual siento profundo amor y respeto, y una inmensa fuente de gozo.

He aprendido de mi familia y mi amor por mis antepasados creció a pesar de jamás haberlos visto. Sé que un día podremos ver a las personas que se han beneficiado de nuestros esfuerzos aquí en la tierra al esforzarnos por convertirnos en “salvadores en el Monte de Sion”.

Testifico que esta obra es verdadera, que el sacerdocio y los templos permiten unir familias, no solo las que tenemos en el presente, sino también las que estuvieron antes de nosotros. Testifico que la Iglesia es verdadera y que Cristo vive y todo esto es posible gracias a Él.