No había lugar en el bús (10 de septiembre de 2006)

Las hermanas Berkley y Sharon Lunt, misioneras del templo, hablaban con una joven hermana boliviana que había ido al templo.

Esta joven hermana había regresado recientemente de servir en una misión en Los Ángeles, California. Seguía llena del espíritu misional y les expresaba a las misioneras cuánto amaba su misión.

Ella les dijo que su padre murió antes de ver a otros miembros de su familia convertidos al Evangelio. Sin embargo, tiempo después, su madre, ella, sus hermanos y hermanas fueron bautizados.

Después de su bautismo, se fijaron la meta de ir al templo en un año, para ser sellados como familia en la fecha del cumpleaños de su padre. Todos ellos vivían en una ciudad muy alejada del Templo de Cochabamba, por lo que iba a ser un viaje de varias horas en autobús.

El día que iban a hacer el viaje, descubrieron que no había espacio disponible en la terminal de buses. Todos los asientos y aún el espacio para viajar de pie estaban ocupados. Sin embargo, la madre estaba muy decidida a ir al templo ese día y cumplir su meta familiar.

Después de mucha persuasión y súplicas, el conductor finalmente consintió en dejarlos viajar en el compartimiento de equipaje, debajo de la sección de pasajeros, donde se lleva toda la carga.

Cuando las puertas se cerraron y quedaron en el oscuro y polvoriento compartimiento, una de las niñas comenzó a llorar. Entonces la madre comenzó a cantar himnos y pronto los niños se unieron a ella para cantar.

Después de muchas horas de viaje en el oscuro y polvoriento compartimiento de equipaje, llegaron a la ciudad y de allí al Templo de Cochabamba. Esta familia experimentó una gran alegría al completar su meta de ser sellados a su padre, en el mismo día del cumpleaños de su padre.