2019
El fondo misional de helados en bolsa
Enero de 2019


El fondo misional de helados en bolsa

La autora sirvió una misión en las Filipinas y ahora vive en Virginia, EE.UU.

“Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17).

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The Ice-Candy Mission Fund

Jared caminó de regreso a casa de la Iglesia junto a su padre y su madre en un día caluroso y soleado. Pensó en su lección en la Primaria. Debido a que no oía muy bien, Jared tenía que poner mucha atención a las ilustraciones que su maestra le mostraba y a las palabras que escribía en la pizarra.

Ese día habían aprendido que Jesucristo les había pedido a los discípulos ser misioneros. Jared se preguntaba qué podía hacer él para compartir el Evangelio, tal como Jesús lo pidió. Él sabía que todavía no podía ser misionero. Entonces se le ocurrió una gran idea. ¡Quizás podía empezar a ahorrar dinero para ser misionero!

Cuando llegó a casa, Jared corrió pasando al lado de Umber, su cabra mascota, y entró a la casa. Tomó un tarro de plástico y con cuidado hizo un hueco en la tapa. Escribió “Fondo misional” en el costado. Luego se fue a su habitación y sacó su dinero de debajo de la cama. Una por una puso cada moneda dentro del tarro. Pero todas sus monedas apenas cubrían el fondo del tarro. ¿Cómo podría ganar más dinero?

Jared pensó y pensó. Miró por la ventana al resplandeciente sol. Hacía mucho calor en las Filipinas. Jared y sus amigos comían helado de coco en bolsa casi cada tarde después de la escuela. “¡Eso es!”, pensó. Tal vez podría hacer helados en bolsa y venderlos a otros que quisieran refrescarse.

Jared corrió a encontrar a su mamá. “¿Me puedes mostrar cómo hacer helado en bolsa?”, le preguntó Jared a su madre en lenguaje de señas. Utilizaban lenguaje de señas, un lenguaje en el que hablas con las manos. Mamá sonrió y asintió.

Al siguiente día, Jared y su mamá caminaron hacia el mercado al aire libre y compraron todos los ingredientes. Al llegar a casa, Jared tomó un recipiente grande y mezcló la leche de coco, la leche condensada, la vainilla y el coco rallado. Mamá y Jared utilizaron un embudo para colocar la mezcla en pequeñas bolsas. Colocaron todas las bolsas en el congelador. “¡Muy bien!”, dijo mamá en señas.

El helado tardó bastante tiempo hasta congelarse. Pero al siguiente día, después de la escuela, ¡finalmente estaba listo! Jared se subió a una silla y agarró la nevera blanca encima del refrigerador. Puso unas toallas en el fondo de la nevera y colocó el dulce congelado encima. No podía esperar hasta venderlos.

Jared corrió afuera a la calle. Sus amigos estaban jugando con cometas hechas por ellos y arrojando sus chanclas a unos tarros de lata para tumbarlos.

Al lado de la calle, instaló una mesa con un letrero que decía: “Helados en bolsa, 5 pesos”. Su amigo Jhonell corrió hacia él y señaló la nevera. Le dio a Jared una moneda de 5 pesos y Jared le dio un helado. Se saludaron “chocando los cinco”.

En poco tiempo más amigos de Jared también vinieron a comprar helado en bolsa. Unas horas después, cuando la mamá lo llamó para cenar, solamente quedaban unos pocos helados.

Jared recogió la nevera casi vacía y las monedas. En uno de sus bolsillos colocó las monedas para su diezmo. Colocó el resto de las monedas en el otro bolsillo. No podía esperar hasta ver lleno su banco de fondo misional.

Ya en casa, puso sus monedas del fondo misional con el resto que estaban en el fondo del tarro. ¡Todavía había mucho espacio vacío! Pero Jared se sentía contento al pensar que algún día serviría una misión. Decidió vender helado en bolsa todos los días hasta que se llenara su tarro. Se sentía muy bien al ganar dinero para así poder ser un misionero, tal como Jesucristo lo había pedido.