2019
Como el Salvador: Crecer en cuatro áreas importantes
Enero de 2019


Como el Salvador: Crecer en cuatro áreas importantes

No sabemos mucho sobre cómo creció Jesucristo, pero Lucas 2:52 nos da una gran pista.

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woman rappelling

Fotografía de mujer haciendo rapel de Getty Images

“Entonces, se supone que haga… ¿qué?”.

Había escuchado, en verdad lo había hecho. El instructor había revisado mi arnés, me había mostrado exactamente cómo soltar la cuerda, incluso me había mirado a los ojos y me había dicho: “¡NO voy a dejarte caer!”.

Pero en ese momento crucial, ahí estaba yo, temblando y sudando al mirar por encima de mi hombro hacia abajo… muy abajo, con el conocimiento de que debía dar ese primer paso.

Descender del acantilado.

Tal vez no hayas estado en mi lugar, a punto de bajar literalmente por un acantilado, con la esperanza de estar lo suficientemente preparado para descender en rapel de manera segura, pero es muy probable que hayas estado ahí espiritualmente. Ya sabes, cuando has estudiado las Escrituras solo y has escuchado a los maestros testificar de la doctrina y los principios verdaderos. Sientes que el Espíritu te invita a actuar de maneras que te ayudarán a llegar a ser más como el Salvador. Te sientes entusiasmado al dar ese paso y mostrarle al Señor lo comprometido que estás con Su evangelio.

Entonces piensas: “¿cómo lo hago?”.

Y lo que parecía tan claro y fácil hace solo un momento ya no lo es. Ahí estás, al borde de un acantilado espiritual, y no estás seguro de si tienes el equipo o la preparación adecuada para actuar conforme a la verdad que has recibido.

Llegar a ser como Jesucristo: ¿Cómo se logra eso?

Comencemos por el principio

El Salvador comenzó Su vida terrenal de la misma manera que tú lo hiciste: como un bebé. Y con el tiempo, así como nosotros, Jesús comenzó a crecer (véase Doctrina y Convenios 93:11–17). Aprendió a caminar, a hablar y a reír. Aprendió a trabajar, a leer y a llevarse bien con las personas.

De hecho, la manera en la que el Señor “creció” está registrada en Lucas 2:52, “Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”.

Si queremos llegar a ser como el Salvador, podemos seguir Su ejemplo.

Entonces, miremos este modelo, ¡y veamos por nosotros mismos cómo es posible llegar a ser como Jesucristo!

“Crecía en sabiduría”

Dios creó nuestra mente para que tuviera una capacidad asombrosa para evaluar, procesar e implementar el conocimiento. Hechos, cifras, habilidades, procedimientos, ¡la cantidad de información que podemos acumular es casi ilimitada!

Sin embargo, al igual que el Salvador, procuramos crecer en sabiduría, no solo en información. Ser sabio es ser capaz de usar la información de manera correcta, comprender nuestras elecciones y tomar buenas decisiones.

“El meramente poseer conocimiento no constituye la sabiduría, sino el uso adecuado de él”, enseñó el élder James E. Talmage (1862–1933), del Cuórum de los Doce Apóstoles1. También explicó cómo el Salvador obtuvo sabiduría: “Acumuló conocimiento por medio del estudio y logró sabiduría por medio de la oración, la meditación y el empeño”2. Alma enseñó a su hijo Helamán: “¡Oh recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud; sí, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios!” (Alma 37:35; cursiva agregada). Piensen es eso: ¡La fe, el estudio y la obediencia aumentan nuestra capacidad para obtener conocimiento y desarrollar sabiduría!

“Crecía… en estatura”

Nefi era grande y fuerte. Era lo que las Escrituras llaman “grande de estatura” (1 Nefi 2:16). Yo no lo soy. La estatura de Nefi estaba diseñada para llevar a cabo actividades distintas a las que requiere mi estatura, ya que el Señor tenía diferentes tareas para Nefi. Él tenía que construir un barco, encontrar alimento para su familia y ayudarlos a viajar por el desierto.

Nuestros cuerpos físicos tienen lo que requerimos para vivir y disfrutar de la vida terrenal. Por causa del designio divino de Dios, un bebé recién nacido incrementa su estatura con el tiempo. No necesitamos desarrollar órganos adicionales o miembros a medida que crecemos; esos elementos ya están creados como parte de nuestros cuerpos. ¡No se requiere ensamblaje adicional! Pero a fin de que sirvamos a Dios y a aquellos que nos rodean, debemos mantener nuestro cuerpo saludable.

Nuestro cuerpo es un templo o una casa diseñada perfectamente para nuestro espíritu (véase 1 Corintios 3:16–17; 6:19–20). El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El cuerpo de ustedes, cualesquiera que sean sus dones naturales, es una magnífica creación de Dios; es un tabernáculo de carne, un templo para su espíritu”3.

Fisicamente, nuestros cuerpos pueden experimentar severos desafíos, discapacidades y dolor, ya que estamos teniendo una experiencia terrenal; pero nuestro Padre Celestial diseñó nuestros cuerpos de manera perfecta para que alcancemos de manera exitosa nuestras oportunidades en la vida.

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young man at the top of mountain

“Crecía… en gracia para con Dios”

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La primera gran verdad de toda la eternidad es que Dios nos ama con todo Su corazón, alma, mente y fuerza”4.

Dios te ama. Aunque tu cabello no luzca perfecto, Él te ama, con todas tus fortalezas, debilidades, preguntas y deseos. Entonces, ¿cómo “creces en gracia para con Dios”? ¡Le demuestras que también lo amas!

Jesús dijo una vez a sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Tu obediencia demuestra tu amor por Dios. Tu obediencia de buena voluntad en actividades diarias y pequeñas puede prepararte para responder conforme vengan Sus invitaciones en el futuro, y logres cosas todavía mayores.

“Crecía… en gracia para con… los hombres”

¡Sorpresa! Tener el mayor número de seguidores en las redes sociales no significa que tengas “gracia para con los hombres”.

Jesús mostró una manera distinta para influir en los demás, y a quiénes permitía que influyeran en Él. “… anduvo haciendo bienes… porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).

El presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, en una ocasión dijo: “Todavía puedo recordar, como si fuera hoy, a los amigos que hace tanto tiempo impactaron mi vida para bien. Ya no están aquí, pero todavía me edifica el recuerdo de su amor, ejemplo, fe y testimonio”5.

¡Puedes incrementar tu influencia al ser un amigo que influye para bien en la vida de los demás¡ Para la Fortaleza de la Juventud te enseña cómo hacerlo: “… demuestra interés genuino en los demás; sonríe y hazles saber que te preocupas por ellos. Trata a todos con bondad y respeto, y evita juzgar y criticar a quienes te rodeen… Haz un esfuerzo especial por ser amigo(a) de aquellos que sean tímidos, que se encuentren solos, que tengan necesidades especiales o que sientan que no son parte del grupo”6.

Piensa en las personas que sinceramente admiras y respetas, aquellos que prefieres. ¿Qué características han desarrollado que te recuerdan a Jesucristo? Por muy buenos que nuestros amigos puedan ser, ¡Jesucristo es nuestro mejor amigo, y Su ejemplo es el que deseamos seguir!

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Jesus sitting with a child

En Su luz, por Greg K. Olsen

Todo está conectado

“Y Jesús crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52). Al seguir el modelo de crecimiento del Salvador, te darás cuenta de que los elementos trabajan perfectamente en conjunto, y llegarás a ser más parecido a Él. Tu mente, cuerpo y espíritu trabajarán juntos para tu bien, ¡y podrás bendecir la vida de muchas otras personas y “… [servir a Dios] con todo [tu] corazón, alma, mente y fuerza”! (Doctrina y Convenios 4:2).

Notas

  1. James E. Talmage, Artículos de Fe, 1980, pág. 109

  2. James E. Talmage, Jesús el Cristo, 1975, pág. 66

  3. Russell M. Nelson, “Somos hijos de Dios”, Liahona, enero de 1999, pág. 101.

  4. Jeffrey R. Holland, “Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”, Liahona, mayo de 2016, pág. 126.

  5. Henry B. Eyring, “Amigos verdaderos”, Liahona, julio de 2002, pág. 32.

  6. Para la Fortaleza de la Juventud, folleto, 2011, pág. 16.