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El recogimiento de Israel

¿Quiénes forman la casa de Israel?

La frase “la casa de Israel” por lo general se refiere a los descendientes de Jacob, a quien se le cambió el nombre por el de Israel en el Antiguo Testamento (véase Génesis 32:27–28). En el Libro de Mormón, el Salvador amplió la definición a fin de que incluyera no sólo a los descendientes literales de Israel (véase 3 Nefi 20:25–27), sino también a todos los gentiles que se arrepientan, se bauticen y vengan a Cristo (véase 3 Nefi 21:6).

Se recogerá a Israel como cumplimiento del convenio

El recogimiento de Israel en los últimos días es parte del cumplimiento del convenio que Jehová hizo con los profetas del Antiguo Testamento (véase Isaías 11:12; Jeremías 31:10; Ezequiel 34:12; 1 Nefi 19:15–16; Abraham 2:9–11). Jesucristo repitió esta promesa en 3 Nefi 20:12–13, 29, cuando señaló que el convenio de recoger a Israel se inició primeramente con Abraham, como parte de lo que llamamos el convenio de Abraham (véase 2 Nefi 29:14; 3 Nefi 20:25; Abraham 2:9–11).

La función del Libro de Mormón en el recogimiento de Israel

En 3 Nefi 21:1–7, el Salvador enseñó que el surgimiento del Libro de Mormón es una señal al mundo entero de que el Señor ha empezado a recoger a Israel y a cumplir los convenios que hizo con Abraham, Isaac y Jacob (véase también 3 Nefi 29:1; Éter 4:17).

El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que “[el] Libro de Mormón es fundamental para esta obra, pues proclama la doctrina del recogimiento; motiva a las personas a aprender acerca de Jesucristo, a creer en Su Evangelio y a unirse a Su Iglesia. De hecho, si no existiera el Libro de Mormón, el prometido recogimiento de Israel no se llevaría a cabo” (Liahona, noviembre de 2006, pág. 80).

El recogimiento de Israel es tanto espiritual como físico

El recogimiento espiritual de Israel ocurre cuando alguien acepta el evangelio de Jesucristo y se bautiza para ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, recalcó la importancia del recogimiento espiritual cuando dijo lo siguiente: “El recogimiento espiritual tiene precedencia sobre el temporal… Los hombres pueden ser salvos doquier que moren, pero no pueden salvarse a menos que, vivan donde vivan, acepten el Evangelio y acudan a Cristo” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 567).

Jesucristo enseñó que al final habría dos centros de recogimiento: la Nueva Jerusalén y la Antigua Jerusalén (véase 3 Nefi 20:21–22, 29). A medida que empezaba a haber más miembros de la Iglesia en otras tierras, el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) enseñó que el lugar actual para el recogimiento es el sitio donde viva cada uno: “El lugar de recogimiento para los santos mexicanos es México; Escandinavia, para los de los países nórdicos; el lugar de congregación para los alemanes es Alemania; para los polinesios, las islas; para los brasileños, Brasil; para los argentinos, Argentina” (véase Liahona, agosto de 1975, pág. 35).

Nuestra responsabilidad de ayudar a congregar a Israel

“Ser heredero del convenio de Abraham no hace que uno sea en sí una ‘persona escogida’, aunque efectivamente significa que es escogida para llevar responsablemente el Evangelio a todos los pueblos de la tierra” (Bible Dictionary, “Abraham, Covenant of”, pág. 602). La promesa de recoger a Israel se cumple hoy en día cuando los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob llevan el nombre del Señor, Su ministerio y Su sacerdocio a todas las familias de la tierra, ofreciéndoles así “las bendiciones del evangelio, que son las bendiciones de salvación, sí, de vida eterna” (Abraham 2:11).

“…conviene que todo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo” (D. y C. 88:81).