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Capítulo 17: Enós–Palabras de Mormón


Capítulo 17

Enós–Palabras de Mormón

Introducción

Al estudiar los libros de Enós, Jarom, Omni y Palabras de Mormón, busque las formas en que usted puede recibir la guía del Señor, así como la recibió Enós. La historia de Enós manifiesta la disposición que tiene Dios para bendecirnos y dirigirnos en respuesta a las oraciones personales. El relato de los nefitas que huyeron de la tierra de Lehi-Nefi demuestra que Dios además guía a Su pueblo mediante advertencias y consejos proféticos. Al ofrecer la oración personal y seguir al profeta, obtenemos un testimonio del amor y de los cuidados infinitos del Señor para con nosotros.

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Jacob y Enós

© 1999 Scott Snow

Comentario

Enós 1:1. “…me crió en disciplina y amonestación del Señor”

  • El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) aconsejó a los padres seguir el modelo de enseñanza de los padres rectos del Libro de Mormón:

    “¿Qué les enseñaron a sus hijos los padres justos del Libro de Mormón? Les enseñaron muchas cosas, pero el mensaje principal fue ‘el gran plan del Dios Eterno’: la Caída, la Expiación, el nacer de nuevo, el Juicio y la vida eterna. (Véase Alma 34:9.) Enós dijo que sabía que su padre era un varón justo, ‘pues me instruyó en su idioma y también me crió en disciplina y amonestación del Señor —y bendito sea el nombre de mi Dios por ello—’ (Enós 1:1).

    “Las personas del Libro de Mormón a quienes no se les enseñó acerca del Señor sino solamente acerca del mundo se convirtieron en gente astuta e inicua. (Véase Mosíah 24:5, 7.)

    “No todas las verdades tienen el mismo valor; las de salvación son las de mayor valor, y éstas son las que los padres enseñaron con claridad, con frecuencia y con fervor. ¿Estamos haciendo lo mismo nosotros, como padres?” (véase Liahona, enero de 1986, pág. 28).

Enós 1:2. Una lucha ante Dios

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    La oración de Enós

    Robert Barrett, © IRI

    Enós no luchó con Dios. Lo que dice el registro es que Enós luchó ante Dios en oración. Ese tipo de lucha es la batalla por encontrar y expresar los verdaderos deseos de uno bajo la inspiración del Espíritu Santo. Orar de esta manera exige que la persona elimine las repeticiones vanas, trilladas o poco sinceras y que vuelque en palabras los deseos más profundos de su corazón, de modo que cada frase se convierta en una expresión de anhelo y deseo de hacer la voluntad de Dios. Ese tipo de oraciones cuenta con la ayuda y guía del Espíritu Santo, “porque no sabemos lo que hemos de pedir como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26).

Enós 1:3–15. La preparación para recibir la respuesta de una oración

  • El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, habló sobre el proceso que atravesó Enós, el cual aumentó su fe y lo preparó para recibir la respuesta de su plegaria:

    “Primero, [Enós] había oído las verdades del Evangelio de boca de su padre, tal como ustedes las oyen en sus familias y en esta conferencia.

    “Segundo, dejó que las enseñanzas de su padre sobre ‘la vida eterna y el gozo de los santos’ [Enós 1:3] le penetraran profundamente el corazón.

    “Tercero, se llenó de deseos de saber por sí mismo si esas enseñanzas eran verdaderas y en qué posición se encontraba ante su Hacedor. Sus palabras fueron: ‘Y mi alma tuvo hambre…’ [Enós 1:4]. Por ese intenso apetito espiritual, Enós se hizo merecedor del cumplimiento de esta promesa del Salvador: ‘…bienaventurados son todos los que padecen hambre y sed de rectitud, porque ellos serán llenos del Espíritu Santo’ [3 Nefi 12:6].

    “Cuarto, Enós obedeció los mandamientos de Dios, lo cual le dio el poder de ser receptivo al Espíritu del Espíritu Santo.

    “Quinto, Enós escribe: ‘…me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos’ [Enós 1:4]. No fue fácil. La fe no le vino al instante. De hecho, él describió su experiencia con la oración como una ‘lucha que [tuvo] ante Dios’ [Enós 1:2]. Pero recibió la fe. Por el poder del Espíritu Santo, recibió su propio testimonio.

    “No podemos tener una fe como la de Enós sin nuestra propia lucha ante Dios en la oración. Testifico que la recompensa hace que valga la pena el esfuerzo… Les prometo que si lo hacen sincera e incesantemente, estas palabras de Cristo a Sus discípulos se cumplirán para ustedes: ‘Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá’ [Mateo 7:7]” (véase Liahona, noviembre de 2004, pág. 72).

  • El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, comparó recibir respuestas a las oraciones con abrir un candado con combinación. Es un proceso que debe seguirse paso a paso: “Solicitar en oración me ha enseñado, en reiteradas ocasiones, que la bóveda del cielo, con todas sus bendiciones, se puede abrir únicamente mediante un candado con combinación. El primer cilindro se corre cuando hay fe; el segundo, cuando hay rectitud personal, y el tercero y último sólo se corre cuando lo que se pide es, a criterio de Dios —no nuestro—, lo que nos conviene. A veces damos golpes a la puerta para recibir algo que deseamos mucho y nos preguntamos por qué la puerta no se abre. Seríamos hijos muy malcriados si esa puerta se abriese con más facilidad de lo que ya lo hace. Al repasar el inventario de todas las peticiones que Dios me ha negado, me doy cuenta de que realmente me ama. Nuestras solicitudes denegadas no sólo nos revelan mucho sobre quiénes somos sino que además nos enseñan mucho acerca de nuestro intachable Padre” (“Insights”, New Era, abril de 1978, pág. 6).

Enós 1:5–8. “Enós, tus pecados te son perdonados”

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    Muchacha en proceso de arrepentimiento

    Del Parson, © 2000 IRI

    El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que el arrepentimiento completo puede limpiar a la persona por conducto de la expiación de Jesucristo: “El Redentor puede saldar tu cuenta personal con la justicia y otorgarte el perdón mediante la misericordiosa vía del arrepentimiento [véase Alma 42:15]. El arrepentimiento completo es absolutamente esencial para que la Expiación lleve a cabo un milagro completo en tu vida. Si entiendes la Expiación, verás que Dios no es un ser celoso que se complace en perseguir a los que tropiezan. Es un Padre absolutamente perfecto, compasivo, comprensivo, paciente e inclinado a perdonar” (véase Liahona, julio de 1995, pág. 85).

Enós 1:9–14. Anhelar el bienestar de los demás

  • Tras experimentar de modo personal las bendiciones de la Expiación, Enós oró por el bienestar de su propio pueblo, los nefitas, y después por el bienestar espiritual de sus enemigos, los lamanitas. El élder Robert D. Hales habló sobre la preocupación que sienten por los demás las personas que se han convertido: “Las Escrituras ratifican que el verdadero converso hace mucho más que renunciar a las tentaciones del mundo, pues ama a Dios y a su prójimo y tanto su mente como su corazón se centran plenamente en el sacrificio expiatorio del Salvador. Desde el momento de sus respectivas conversiones, tanto Enós, Alma hijo, Pablo y otros se dedicaron incondicionalmente a la obra de llevar a su prójimo y a sí mismos a Dios” (Liahona, enero de 2001, págs. 8–9). (Véase también el comentario de Mosíah 28:3 en la página 172.)

Enós 1:10. “La voz del Señor… penetró mi mente”

  • La revelación o inspiración llega de varias formas, entre ellas pensamientos, impresiones y sentimientos (véase D. y C. 6:15; 8:2–3). El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, analizó algunas formas en que podemos reconocer la voz del Señor:

    “Las respuestas a las oraciones llegan de una forma queda. Las Escrituras se refieren a la voz de inspiración como una voz apacible y delicada…

    “He llegado a saber que esa inspiración se manifiesta más como un sentimiento que como un sonido…

    “Dejen en un plano secundario las preguntas complejas y sigan transitando por la vida. Mediten y oren en forma silente y persistente en cuanto a ellas.

    “La respuesta quizás no llegue como un relámpago, sino que tal vez se manifieste en forma de una pequeña inspiración aquí y allí, ‘línea sobre línea, precepto tras precepto’ (D. y C. 98:12).

    “Algunas respuestas las encontraremos leyendo las Escrituras o al escuchar a determinados oradores; y, algunas veces, cuando sea importante, habrá respuestas que vendrán por intermedio de una inspiración en verdad directa y potente, con impresiones nítidas e inconfundibles” (véase Liahona, enero de 1980, págs. 29–32).

  • El profeta José Smith (1805–1844) dio la siguiente explicación sobre cómo se comunica con nosotros el Señor: “Una persona podrá beneficiarse si percibe la primera indicación del espíritu de revelación; por ejemplo, cuando sientan que la inteligencia pura fluye en ustedes, podrá darles una repentina corriente de ideas, de manera que, por atenderla, verán que se cumple el mismo día o poco después; (es decir) se verificarán las cosas que el Espíritu de Dios haya comunicado a su mente; y así, al aprender a reconocer y entender el Espíritu de Dios, podrán crecer en el principio de la revelación hasta que lleguen a ser perfectos en Cristo Jesús” (History of the Church, tomo III, pág. 381).

Enós 1:23; Palabras de Mormón 1:17. Hablar con severidad

  • Los líderes de la Iglesia en ocasiones tienen que hablar de forma directa y severa al advertir a los miembros de la Iglesia de cualquier cosa que ponga en peligro su salvación. El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) hizo eco de esta obligación cuando se dirigió a los jóvenes adultos: “Estoy seguro de que a Pedro y a Santiago y a Pablo les parecía un asunto poco agradable el tener que estar constantemente llamando a las personas al arrepentimiento y advirtiéndoles de peligros, pero lo seguían haciendo sin titubear. De igual manera, nosotros, que somos los líderes de ustedes, tenemos que hacerlo por siempre; si los jóvenes no entienden, tal vez nosotros tengamos la culpa en parte, pero si les dejamos bien claro cuál es el sendero verdadero, quedamos sin culpa” (Love versus Lust, Brigham Young University Speeches of the Year, 5 de enero de 1965, pág. 6).

Enós 1:27. El “lugar de mi reposo”

  • En cuanto al reposo eterno, el profeta José Smith enseñó: “Dios tiene determinado… un período o tiempo en que traerá a Su reposo celestial a todos Sus súbditos que hayan obedecido Su voz y guardado Sus mandamientos. Este reposo es de tal perfección y gloria que el hombre tiene necesidad, según las leyes de este reino, de una preparación antes que pueda entrar en él y disfrutar de sus bendiciones… Dios ha dado ciertas leyes a la familia humana que son suficientes, si se observan, para prepararla a fin de heredar este reposo” (History of the Church, tomo II, pág. 2).

Jarom 1:5. “No profanaban ni tampoco blasfemaban”

  • El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) afirmó que nuestro vocabulario debe ser puro:

    “Digo esto a los muchachos y también lo digo a ustedes, hombres mayores que posiblemente tengan un problema parecido, y lo hago con amor. Sé que el Señor se complace cuando nuestro hablar es limpio y virtuoso, porque Él nos ha dado el ejemplo. Sus revelaciones están repletas de palabras afirmativas y edificantes que nos instan a hacer lo correcto y a seguir adelante en la verdad y la virtud.

    “No digan palabrotas. No blasfemen. Eviten los chistes sucios. Aléjense de las conversaciones salpicadas de palabras inmundas y obscenas. Serán más felices si lo evitan, y el ejemplo de ustedes fortalecerá a los demás” (véase Liahona, enero de 1987, pág. 47).

Jarom 1:11. “Creer en su venida como si ya se hubiese verificado”

  • Los profetas verdaderos, como Jarom, que vivieron antes del nacimiento de Cristo escribieron acerca de Su venida y expiación como si ya se hubiesen verificado. El rey Benjamín dijo: “…el Señor Dios ha enviado a sus santos profetas entre todos los hijos de los hombres, para declarar estas cosas a toda familia, nación y lengua, para que así, quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos recibiesen la remisión de sus pecados y se regocijasen con un gozo sumamente grande, aun como si él ya hubiese venido entre ellos” (Mosíah 3:13; cursiva agregada). Abinadí declaró: “Ahora bien, si Cristo no hubiese venido al mundo, hablando de cosas futuras como si ya hubiesen acontecido, no habría habido redención” (Mosíah 16:6; cursiva agregada).

Omni 1:12–17. Tres civilizaciones distintas en el registro

  • En este relato breve, nos enteramos de tres grupos de personas que el Señor trajo a la tierra de promisión en el hemisferio occidental. El primer grupo que se menciona es la colonia de Lehi. La mayor parte del Libro de Mormón relata la historia de ésta y de sus descendientes.

    El Libro de Mormón también señala que hubo un segundo grupo, al que se menciona como el pueblo de Zarahemla, que descendía de Mulek y que se unió a los nefitas (véase Mosíah 25:2). Mulek, un hijo del rey Sedequías, salió de Jerusalén y viajó a las Américas después de que Babilonia destruyó Jerusalén alrededor de 587 a.C. (véase Omni 1:15). Sin tener Escrituras, el pueblo de Zarahemla se tornó en un testimonio viviente de lo que el Espíritu le dijo a Nefi acerca de que una nación entera podría degenerar en la incredulidad (véase 1 Nefi 4:13). Los mulekitas entonces se unieron a los nefitas bajo el rey Mosíah (véase Omni 1:19).

    El tercer grupo eran los jareditas, que llegaron a la tierra de promisión después de la época de la “gran torre” que se menciona en Génesis 11. La colonia jaredita original creció hasta convertirse en una gran nación; sin embargo, al final se aniquilaron entre sí en una enorme guerra civil que tuvo lugar entre los años 600 y 300 a.C., a la cual sólo sobrevivieron Coriántumr, el último rey, y Éter, un profeta de Dios (véase Éter 15:29–34). Éter terminó de llevar el registro, y Coriántumr aparentemente deambuló hasta que descubrió al pueblo de Zarahemla, donde vivió “por el término de nueve lunas” (Omni 1:21) antes de morir. Se sabe muy poco de los jareditas fuera de lo que fue registrado por Moroni en el libro de Éter.

Omni 1:23–25. El rey Benjamín recibió las planchas menores

  • De 1 Nefi a Omni, las panchas menores las llevaron los profetas, mientras por su parte el rey llevaba las mayores (véase Jarom 1:14). Un cambio importante ocurrió a esta altura, cuando Amalekí le dio las planchas menores al rey Benjamín, las cuales para entonces estaban llenas (véase Omni 1:30). A partir de los días del rey Benjamín, en las planchas mayores se llevó tanto la información religiosa como la histórica. No se incorporaron las planchas menores sino hasta después de 130 a.C. Los libros desde Mosíah hasta 4 Nefi constituyen una versión abreviada que Moroni hizo de las planchas mayores.

Omni 1:26. “Ofrecedle vuestras almas enteras como ofrenda”

  • El élder Neal A. Maxwell enseñó qué quiere decir ofrecernos al Señor: “El verdadero sacrificio personal no ha consistido nunca en poner un animal sobre el altar, sino en la disposición de poner en el altar el animal que está dentro de nosotros y [dejar] que se consuma” (Liahona, julio de 1995, pág. 78).

    Hablando del mismo tema, el élder Maxwell después enseñó: “Al someter su voluntad a Dios, están dándole lo único que pueden darle porque es lo que realmente les pertenece” (Liahona, mayo de 2004, pág. 46).

Palabras de Mormón. Un puente entre las planchas menores y mayores de Nefi

  • Entre los registros que llevaban los nefitas se hallaban las planchas menores y mayores de Nefi (véase 1 Nefi 9:2). Las planchas mayores principalmente contenían la historia secular del pueblo, y las menores incluían la historia sagrada (véase 1 Nefi 9:2–4). Los libros desde Mosíah hasta 4 Nefi forman una versión abreviada que hizo Mormón de las planchas mayores (véase el comentario de 1 Nefi 9:1–5 en la página 24).

Palabras de Mormón 1:7. “El Señor sabe todas las cosas que han de suceder”

  • Nefi hizo las planchas menores más de treinta años después de que la colonia de Lehi abandonó Jerusalén (véase 2 Nefi 5:28–31). No entendía por qué se le mandaba hacer un segundo juego de anales, pero tenía fe en que era “para un sabio propósito” del Señor (1 Nefi 9:5). Casi mil años más tarde, el profeta Mormón empleó palabras parecidas a las de Nefi cuando dio testimonio de que además de su compendio de las planchas mayores de Nefi incluía las planchas menores de Nefi “para un sabio propósito” (Palabras de Mormón 1:7).

    José Smith empezó la traducción del Libro de Mormón con el resumen que hizo Mormón de las planchas mayores de Nefi. Había completado ciento dieciséis páginas manuscritas cuando Martin Harris le rogó que le permitiera llevarse el manuscrito para mostrárselo a algunos familiares. José le preguntó a Dios en tres ocasiones distintas si Martin podía llevarse el manuscrito, y al final recibió permiso. El manuscrito cayó en manos de hombres perversos (véase D. y C. 10:8) y pasó a ser conocido como el manuscrito perdido o las ciento dieciséis páginas perdidas.

    La pérdida del manuscrito claramente muestra por qué el Señor le había mandado a Nefi escribir en las planchas menores y por qué Moroni fue inspirado a incluirlas. A José Smith se le mandó no volver a traducir la parte que ya había terminado y sí traducir las planchas menores de Nefi para reemplazar esta parte (véase D. y C. 10:30, 38–45). La traducción en las ciento dieciséis páginas abarcaba de 600 a 130 a.C., desde los días de Lehi a los del rey Benjamín. Las planchas menores también abarcaban desde 600 hasta 130 a.C., de Lehi al rey Benjamín. El Señor en Su omnisciencia hizo que el segundo registro, las planchas menores, abarcara exactamente el mismo término de tiempo que se cubría en las ciento dieciséis páginas robadas. Esto le permitió al Señor guardar el convenio que había hecho con Enós de que “preservar[ía] los anales” (Enós 1:16).

  • El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, afirmó que la parte del Libro de Mormón que proviene de las planchas menores ofrece más información que la que se perdió junto con las ciento dieciséis páginas:

    “La frase ‘para un sabio propósito’ se usa por lo menos seis veces en el Libro de Mormón para referirse a hacer, escribir y preservar las planchas menores de Nefi (véanse 1 Nefi 9:5; Palabras de Mormón 1:7; Alma 37:2, 12, 14, 18). Ustedes y yo sabemos que el sabio propósito, el más obvio, era compensar la pérdida de las ya mencionadas ciento dieciséis páginas manuscritas.

    “Pero me da la impresión de que hay un propósito más sabio todavía… La clave para sugerir precisamente que hay un propósito más sabio se encuentra en el versículo 45 de la sección 10 de Doctrina y Convenios. Al enseñarle a José… el Señor dice: ‘He aquí, hay muchas cosas grabadas en las planchas [menores] de Nefi que dan mayor claridad a mi evangelio’ (cursiva agregada).

    “Así que esto claramente no era… una cosa por la otra, esto por aquello, entrégame ciento dieciséis páginas de manuscrito y te daré ciento cuarenta y dos páginas de texto impreso. No. Se nos dio más de lo que perdimos, y desde el principio se supo que sería así. Fue para un propósito más sabio. No sabemos a ciencia cierta qué perdimos en las ciento dieciséis páginas, pero lo que sí sabemos es que en las planchas menores recibimos las declaraciones personales de tres grandes testigos [Nefi, Jacob e Isaías], tres de las grandes voces doctrinales del Libro de Mormón, que testifican que Jesús es el Cristo…

    “Es más, creo que se podría justificar sin dificultad la propuesta de que el único propósito de las planchas menores era crear una plataforma para estos tres testigos” (“A Standard unto My People”, simposio del Sistema Educativo de la Iglesia sobre el Libro de Mormón, 9 de agosto de 1994, págs. 9–10; véase LDS.org bajo gospel library/additional addresses/CES addresses).

  • El élder Neal A. Maxwell testificó de que Dios sabe las cosas antes de que sucedan y de que ello fortalece nuestra fe en Él:

    “Pocas doctrinas, excepto aquellas pertinentes a la realidad de la existencia de Dios, son más básicas que la verdad de que Dios es omnisciente…

    “…En los atributos de la divinidad, Dios es perfecto, y uno de tales atributos es el conocimiento: ‘…en vista de que sin el conocimiento de todas las cosas, Dios no podría salvar a ninguna de Sus criaturas, ya que es en virtud del conocimiento de todas las cosas que Él tiene, desde el principio hasta el fin, que puede brindar ese entendimiento a Sus hijos, lo cual les permite ser partícipes de la vida eterna; y, si no fuese por el concepto que tienen los hombres de que Dios tiene un conocimiento pleno, sería imposible que ellos ejercieran fe en Él’ (Disertación N° 4, párrafo once)…

    “Dios, que conoce el principio y lo distingue del fin, sabe, por ende, todo lo que está entre medio” (All These Things Shall Give Thee Experience, 1979, págs. 6–7).

Palabras de Mormón 1:10–11. Amalekí entregó las planchas al rey Benjamín

  • Las planchas que Amalekí le dio al rey Benjamín eran las menores. A las planchas mayores se les siguió agregando información de forma continua y fueron entregadas de un encargado de los registros a otro hasta el año 385 d.C. cuando éstas llegaron a manos de Mormón, quien las compendió. Su recopilación estaba escrita en las planchas de oro o planchas de Mormón.

  • A fin de obtener una perspectiva de la cantidad de páginas del Libro de Mormón dedicadas a cada uno de los distintos períodos de tiempo, véase el cuadro “Personas responsables de llevar los registros nefitas” en el apéndice (página 428).

Para meditar

  • ¿De qué modo necesita usted la oración para recibir las bendiciones de la Expiación?

  • El idioma del pueblo de Zarahemla se había corrompido porque no llevaban registros. ¿De qué manera nos ayudan los registros y el idioma a crecer espiritualmente?

  • ¿Qué ejemplos ha presenciado en su vida de acontecimientos que demuestran que Dios tiene un conocimiento previo de las cosas? (véase el comentario de Palabras de Mormón 1:7 en la página 138).

Tareas sugeridas

  • Escriba un poco sobre algunas de las “luchas” que ha tenido ante Dios que le han llevado a crecer espiritualmente (véase el comentario de Enós 1:2 en la página 134). De vez en cuando, repase estos acontecimientos espirituales que vaya a registrar para refrescar la memoria de cómo Dios lo ha guiado.

  • Estudie y converse con un amigo sobre los consejos “severos” que hayamos recibido de los profetas contemporáneos al advertirnos de peligros espirituales (véase el comentario de Enós 1:23; Palabras de Mormón 1:17 en la página 136).

  • Valiéndose como ejemplo de la historia de las ciento dieciséis páginas perdidas, prepare una lección corta sobre el conocimiento previo de Dios y Su capacidad de llevar a cabo Sus propósitos.