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Capítulo 49: Mormón 7–9


Capítulo 49

Mormón 7–9

Introducción

Al estudiar el testimonio final de Mormón y los primeros escritos de Moroni, podrá entender mejor la función y el propósito del Libro de Mormón. Moroni declaró: “…os hablo como si os hallaseis presentes, y sin embargo, no lo estáis. Pero he aquí, Jesucristo me os ha mostrado, y conozco vuestras obras” (Mormón 8:35). El punto de vista profético de Moroni le permitió completar los registros nefitas con plena consciencia tanto de la maldad ascendente como de las grandes bendiciones espirituales de la dispensación del cumplimiento de los tiempos. En una época en que algunas personas pueden inclinarse a abandonar la fe al encarar grandes dificultades, las palabras de Moroni nos enseñan que debemos ver los milagros y las revelaciones como prueba de que “Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre” (véase Mormón 9:9). Por más que las condiciones espirituales y sociales del mundo estén en una situación de cambio y declinación constantes, el pueblo del convenio del Señor puede tener la plena confianza de que Él es el mismo eternamente.

Comentario

Mormón 7. Consejos al resto de la casa de Israel en los últimos días

  • En sus últimas palabras, Mormón se dirigió a los descendientes de los lamanitas y afirmó que son “un resto de la casa de Israel” (Mormón 7:1). A pesar de que los lamanitas eran enemigos mortales de Moroni, el amor que él les tenía demuestra la madurez espiritual de él y la importancia de las bendiciones completas del Evangelio. Considere el testimonio y los consejos finales de Mormón tal como si él le estuviese hablando a usted de forma directa. Él enseñó lo que usted debe saber (véase Mormón 7:1–7) y lo que usted tiene que hacer (véase Mormón 7:8–9) a fin de seguir “el ejemplo de nuestro Salvador” para que “os [vaya] bien en el día del juicio” (Mormón 7:10).

Mormón 7:2. “Sois de la casa de Israel”

Mormón 7:2, 5. El llamado final de Mormón a creer en Cristo

  • El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, reflexionó sobre el conmovedor llamado que Mormón hace a que los de los últimos días creamos en Cristo:

    “En este soliloquio de la muerte, Mormón surcó el tiempo y el espacio para llegar a todos, en especial a ese ‘resto de la casa de Israel’ que un día habría de leer su espléndido registro. Los de otro tiempo y lugar deben aprender lo que habían olvidado aquellos que se encontraban ante él: que todos deben ‘creer en Jesucristo, que es el Hijo de Dios’, quien después de Su crucifixión en Jerusalén había resucitado ‘por el poder del Padre… con lo cual ha logrado la victoria sobre la tumba; y en él también es consumido el aguijón de la muerte’ [Mormón 7:2, 5]…

    “Que ‘cre[amos] en Cristo’, especialmente al considerar tan trágicas y evitables consecuencias, fue el último llamado de Mormón y su única esperanza. Es el propósito principal de todo ese libro que saldría a luz llevando su nombre al mundo de los últimos días” (Christ and the New Covenant, 1997, págs. 321–322).

Mormón 7:8–9. El Libro de Mormón y la Biblia se apoyan mutuamente

  • La Biblia testifica del Libro de Mormón, y el Libro de Mormón testifica de la Biblia. Mormón declaró: “…se escriben éstos [el Libro de Mormón] con el fin de que creáis en aquéllos [la Biblia]; y si creéis en aquéllos [la Biblia], también creeréis en éstos [el Libro de Mormón]…” (Mormón 7:9).

    El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo que es imposible que no crea en el Libro de Mormón alguien que asegure realmente creer en la Biblia, si es que ha estudiado el Libro de Mormón con seriedad y aprendido su doctrina:

    “Nadie puede decir que este libro (poniendo su mano sobre la Biblia) es verdadero, es la palabra de Dios, es el camino, el cartel indicador en el sendero y el mapa por el que podemos saber cuál es la voluntad de Dios, y al mismo tiempo decir que el Libro de Mormón no es verdadero, si esa persona ha tenido el privilegio de leerlo, o escuchar su lectura, y aprender su doctrina. No hay una sola persona sobre la faz de la tierra que haya tenido el privilegio de conocer el evangelio de Jesucristo por medio de estos dos libros que pueda decir entonces que uno es verdadero y el otro es falso” (Discourses of Brigham Young, selecciones de John A. Widtsoe, 1954, pág. 459).

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    La Biblia y el Libro de Mormón testifican de Cristo

    Greg K. Olsen, © 1990 IRI

    Uno de los propósitos del Libro de Mormón es comprobar al mundo que la Santa Biblia es verdadera (véase D. y C. 20:11). Al leer el Libro de Mormón, el testimonio que uno tiene de la Biblia se vigoriza. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) contó el aprecio que les tenía a la Biblia y al Libro de Mormón, y la forma en que los dos testifican de Jesucristo:

    “Aprecio la Biblia, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Es una fuente de grandes verdades…

    “…Ese libro sacrosanto siempre ha tenido un valor inestimable para los hijos de los hombres. De hecho, fue un pasaje de la Biblia el que inspiró al profeta José Smith a ir a una arboleda cerca de su casa y arrodillarse a orar. A continuación se desplegó la gloriosa visión que dio comienzo a la restauración de la plenitud del evangelio de Jesucristo en la tierra. Esa visión también inició el proceso de sacar a luz nuevas Escrituras [el Libro de Mormón] que tendrían lugar junto a la Biblia al dar testimonio a un mundo pecador de que Jesús es el Cristo y de que Dios vive y ama a Sus hijos y todavía está íntimamente involucrado en la salvación y exaltación de ellos” (véase Liahona, enero de 1987, pág. 79).

Mormón 8:1–6. Moroni

  • Moroni fue testigo de la muerte de su padre, Mormón, y de la destrucción de toda la nación nefita. Sin embargo, su vida fue preservada, y cumplió con fidelidad su misión en la vida terrenal. El Señor escogió a Moroni para terminar de escribir “el triste relato de la destrucción” de los nefitas (Mormón 8:3).

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    Moroni queda solo después de la muerte de Mormón en la batalla

    Walter Rane, Cortesía del Museo de Historia y Arte de la Iglesia

    Antes de morir, Moroni escribió la última parte del libro de su padre (Mormón 8–9), recopiló el registro jaredita (el libro de Éter), grabó la visión del hermano de Jared que se encontraba en la parte sellada de las planchas (véase Éter 4:4–5) y además redactó su propio libro (el libro de Moroni). Y la misión de Moroni sigue en nuestra propia dispensación. Por las revelaciones modernas sabemos que Moroni posee “las llaves de los anales del palo de Efraín” (D. y C. 27:5). El Moroni resucitado ministró al profeta José Smith y le enseñó en varias ocasiones referente a su función en la restauración de la plenitud del Evangelio, incluso en la aparición del Libro de Mormón (véanse José Smith—Historia 1:30–60; History of the Church, tomo I, págs. 9–19). En representación de la función de Moroni en la Restauración, la Iglesia ha puesto estatuas del ángel Moroni encima de casi todos los templos.

  • En Mormón 8:1–6 se revelan las circunstancias en las que vivía Moroni, y ayuda al lector a comprender la urgencia de su mensaje. El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos aconsejó colocarnos en el lugar de los que hace tanto escribieron las Escrituras. Citando a Brigham Young, el élder Perry dijo:

    “‘¿Leen ustedes, mis hermanos y hermanas, las Escrituras como si ustedes mismos las estuvieran escribiendo hace mil, dos mil o cinco mil años? ¿Las leen como si ustedes mismos hubiesen estado en el lugar de aquellos que las escribieron? Si no lo sienten así, tienen el privilegio de hacerlo a fin de estar tan familiarizados con el espíritu y el significado de la palabra escrita de Dios como lo están con sus responsabilidades cotidianas’ (Discourses of Brigham Young, selección de John A. Widtsoe, Salt Lake City, Deseret Book Co., 1941, pág. 128)…

    “…Sigamos el consejo de Brigham Young e imaginemos que estamos en el lugar de Moroni, el último de los grandes profetas nefitas. La asignación que le había dado su padre de terminar el registro, el cual le fue encargado, era muy difícil. Debe de haber experimentado una gran conmoción al describir la destrucción total de su pueblo.

    “Debe de haber sentido la obligación de describir cómo los lamanitas persiguieron a los de su pueblo hasta que todos fueron destruidos. Con esa sensación de soledad, informa que su padre estaba entre aquellos que murieron. La única razón que tiene Moroni para seguir vivo es la de completar el registro, como lo percibimos por estas palabras: ‘Por tanto, escribiré y esconderé los anales en la tierra; y no importa a dónde yo vaya’ (Mormón 8:4)…

    “Lo único que tiene es la fe en que el Señor lo preservará durante el tiempo suficiente para terminar el registro y que algún día éste será descubierto por un elegido del Señor. Reconoce que los anales serán una voz de amonestación para generaciones futuras con respecto a lo que sucede cuando las naciones como la de él se alejan de las enseñanzas del Señor. Desde lo profundo de su corazón, Moroni habla a aquellos que finalmente recibirán el registro; lo que desea es evitar que aquellos que lo lean sufran la tribulación y la angustia que provienen de la desobediencia.

    “Primero escribe a los miembros de la Iglesia, y luego a aquellos que no han aceptado el evangelio de Jesucristo. Las últimas palabras de Moroni a los miembros de la Iglesia son una voz de advertencia que queda escrita; él las escribe con el punto de vista de la persona que teme que la historia de su pueblo se repita en el futuro” (véase Liahona, enero de 1993, págs. 15–16).

Mormón 8:14–18. “Bendito sea aquel que saque esto a luz”

  • Mormón 8:16 se refiere al profeta José Smith, quien fue escogido para llevar el Libro de Mormón al mundo (véase D. y C. 3:5–10). Muchos de los profetas de la antigüedad estaban al tanto de José Smith y suplicaron que tuviera éxito al traducir y publicar el contenido de las planchas de oro, con lo que cumpliría los propósitos de Dios (véanse Mormón 8:22, 24–25; D. y C. 10:46). El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, discursó sobre la función de José Smith de sacar a luz el Libro de Mormón:

    “La verdad, sencillamente, es que fue un profeta de Dios. ¡Ni más ni menos!

    “Estas Escrituras no vinieron tanto de José Smith sino más bien por medio de él; él fue el conducto mediante el cual se recibieron las revelaciones…

    “El profeta José Smith era un jovencito campesino, carente de estudios. La lectura de las versiones originales de algunas de sus primeras cartas revela cierta falta de refinamiento en ortografía y gramática, así como en expresión.

    “Que se hayan recibido revelaciones por medio de él en cualquier forma de refinamiento literario no es nada menos que un milagro” (véase Liahona, diciembre de 1974, págs. 34–35).

Mormón 8:19–20. “El juicio es mío”

  • El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, hizo algunos comentarios sobre la frase “el juicio es mío, dice el Señor”: “Me refiero al juicio final, esa ocasión futura en que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para ser juzgados conforme a nuestras obras (véanse 1 Ne. 15:33; 3 Ne. 27:15; Morm. 3:20; D. y C. 19:3)… Creo que el mandato que se encuentra en las Escrituras de ‘no juzgar’ se refiere de forma muy clara a este juicio final, como en la declaración que se hace en el Libro de Mormón de que ‘El hombre no… juzgará; porque el juicio es mío, dice el Señor’ (Morm. 8:20)” (“‘Judge Not’ and Judging”, Ensign, agosto de 1999, pág. 7).

Mormón 8:31. Las contaminaciones de los últimos días

  • Mormón 8:31 hace referencia a las “grandes contaminaciones” de nuestra época. Cuando servía como integrante de la Presidencia de los Setenta, el élder Joe J. Christensen aludió a que los grandes contaminantes que se mencionan no eran medioambientales sino mayormente espirituales:

    “En esta época, todos escuchamos y leemos mucho acerca del medio ambiente contaminado: la lluvia ácida, el esmog, los desperdicios tóxicos. Pero… existe otra clase de contaminación mucho más peligrosa: la contaminación moral y espiritual.

    “En una reciente conferencia, el élder Boyd K. Packer dijo: ‘Al hacer una prueba del medio ambiente moral, encontramos que el índice de contaminación empeora aceleradamente’ (véase Liahona, julio de 1992, pág. 73). El apóstol Pablo predijo ‘que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos’ (2 Timoteo 3:1). Y refiriéndose a los últimos días, el profeta Moroni declaró: ‘Sí, sucederá en un día en que habrá grandes contaminaciones sobre la superficie de la tierra…’ (Mormón 8:31).

    “Lamentablemente el efecto de esta gran contaminación tal vez se haga más evidente en los medios de comunicación como las películas, la televisión y la música popular. Al respecto, el senador [de Estados Unidos] Robert D. Byrd dijo: ‘Si en esta nación continuamos presentando imágenes de asesinatos, violencia, abuso de drogas… perversiones [y] pornografía… ante los ojos de millones de niños, año tras año, y día tras día, no debería sorprendernos que los cimientos de nuestra sociedad se pudran como si tuvieran lepra’ (en Michael Medved, Hollywood vs. America, Nueva York, Harper Perennial, 1992, pág. 194).

    “…La mayor parte de los sectores de los medios de comunicación parecen haber declarado la guerra en contra de lo que la mayoría considera más valioso: la familia, la religión y el patriotismo. Degradan el matrimonio y promueven e idealizan las relaciones premaritales y el adulterio. Las palabrotas [lisuras] y el lenguaje más vulgar y degradante bombardean los oídos de todos los que oyen… La exposición constante de violencia y de asesinatos degrada el valor de la mismísima vida humana” (véase Liahona, enero de 1994, págs. 11–12).

Mormón 8:34–35. Escrito para los que vivimos en estos tiempos

  • El presidente Ezra Taft Benson declaró que nuestro estudio del Libro de Mormón debe verse influido por el conocimiento de que Moroni vio nuestra época y escribió pensando en nosotros:

    “Debemos hacer del Libro de Mormón el centro de nuestro estudio… porque fue escrito para nuestros días. Los nefitas nunca tuvieron el libro, ni tampoco los lamanitas de la antigüedad. Fue escrito para nosotros. Mormón escribió cerca del fin de la civilización nefita. Bajo la inspiración de Dios, quien ve todas las cosas desde el principio, recopiló registros de siglos, escogió las historias, discursos y acontecimientos que serían de mayor provecho para nosotros.

    “Todos los escritores principales del Libro de Mormón testificaron que escribían para generaciones futuras…

    “Mormón mismo dijo: ‘…sí, os hablo a vosotros, un resto de la casa de Israel…’ (Mormón 7:1). Y Moroni, el último de los inspirados autores, realmente vio nuestros días y nuestra época…

    “Si ellos vieron nuestros días, y eligieron aquellas cosas que serían de máximo valor para nosotros, ¿no es eso suficiente razón para estudiar el Libro de Mormón? Constantemente deberíamos preguntarnos: ‘¿Por qué inspiró el Señor a Mormón (o a Moroni o a Alma) para que incluyera esto en su registro? ¿Qué lección puedo aprender de esto que me ayude a vivir en esta época?’.

    “Y hay un ejemplo tras otro de cómo contestar esta pregunta” (véase Liahona, enero de 1987, pág. 6).

Mormón 9:1–6. Desdichados en la presencia de Dios

  • El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó por qué las personas que no se arrepientan serán desdichadas en la presencia de Jesucristo:

    “No puede haber salvación sin arrepentimiento. El hombre no puede entrar en el reino de Dios llevando consigo sus pecados. No tendría sentido que el hombre fuese a morar con el Padre arrastrando todavía sus propios pecados…

    “Creo que hay mucha gente sobre la tierra, muchas probablemente en la Iglesia —por lo menos algunos en la Iglesia— que creen que pueden pasar por esta vida haciendo lo que les dé la gana, violando los mandamientos del Señor, y que, a pesar de eso, podrán finalmente ir a Su presencia. Tales personas creen que podrán arrepentirse, posiblemente, en el mundo de los espíritus.

    “Todas ellas deberían leer estas palabras de Moroni: ‘¿Seguiréis entonces negando al Cristo, o podréis mirar al Cordero de Dios? ¿Suponéis que moraréis con él, estando conscientes de vuestra culpa? ¿Suponéis que podríais ser felices morando con ese santo Ser, mientras atormentara vuestras almas una sensación de culpa de haber siempre violado sus leyes?’ [Mormón 9:3]” (Doctrina de Salvación, comp. por Bruce R. McConkie, tres tomos, 1995, tomo II, págs. 195–196).

Mormón 9:3–6. “Una sensación de culpa”

  • El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) explicó por qué la persona que ha pecado siente el peso de la culpa y la necesidad de arrepentirse:

    “Al iniciarse el arrepentimiento, debe cobrarse una profunda consciencia de culpabilidad, y al tenerla puede que llegue a haber sufrimiento de la mente, del espíritu e incluso, en algunas ocasiones, del cuerpo. Para poder vivir tranquilos, aquellos que han transgredido deben seguir una de dos alternativas. Una es enmudecer su conciencia o entumecer su sensibilidad con sedantes mentales para poder continuar con sus transgresiones. Los que eligen esta alternativa llegarán con el tiempo a endurecerse hasta perder su deseo de arrepentirse. La otra alternativa es permitir que el remordimiento los lleve a sentir completo pesar, luego a arrepentirse y finalmente a recibir el perdón.

    “Recuerden esto: el perdón nunca puede lograrse sin el arrepentimiento. Y el arrepentimiento nunca se produce a menos que seamos totalmente honrados y admitamos nuestras acciones sin presentar ninguna excusa ni justificación. La persona debe reconocer para sí que ha pecado, sin tratar de minimizar en la manera más leve la falta o de convencerse de que no es tan grave. Debe admitir el tamaño real de su pecado sin llamarle ‘gramo’ a lo que es un kilo. Los que deseen encarar el tema y transformar su vida tal vez descubran que el arrepentimiento es el camino más difícil al principio, pero hallarán que es un sendero infinitamente más deseable cuando prueben sus frutos” (véase “El evangelio de arrepentimiento”, Liahona, marzo de 1983, pág. 3).

Mormón 9:7–8. Revelaciones y las Escrituras

  • El élder Dallin H. Oaks explicó la conexión que existe entre las Escrituras y la revelación personal:

    “Lo que [a los Santos de los Últimos Días los] hace diferentes a la mayoría del resto de los cristianos en lo que respecta a la forma de leer y utilizar la Biblia y otras Escrituras es que creemos en la revelación continua. Para nosotros, las Escrituras no son la fuente final de conocimiento sino lo que precede a esa fuente final. El conocimiento máximo llega por revelación. Junto con Moroni, afirmamos que el que niega la revelación ‘no conoce el evangelio de Cristo’ (Morm. 9:8).

    “La palabra del Señor en las Escrituras es como una lámpara que sirve de guía a nuestros pies (véase Sal. 119:105), y la revelación es como una potente fuerza que aumenta en gran medida la luz de esa lámpara. Alentamos a todos a estudiar con detenimiento las Escrituras y las enseñanzas proféticas al respecto, y a buscar en oración obtener revelación personal para saber por cuenta propia lo que significan” (“Scripture Reading and Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 7).

Mormón 9:9–10. “Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre”

  • Moroni declaró que Dios es un ser inmutable que seguirá siendo “el mismo ayer, hoy y para siempre” (Mormón 9:9). Las revelaciones modernas confirman que la aparición del Libro de Mormón comprueba que Dios continúa “inspira[ndo] a los hombres y… llam[ándolos] a su santa obra” en la actualidad así como lo hizo en el pasado, “demostrando… que él es el mismo Dios ayer, hoy y para siempre” (D. y C. 20:11–12).

    Las Lectures on Faith [Disertaciones sobre la fe] enseñan que a fin de tener una fe perfecta en Dios, la persona debe tener una idea correcta de “el carácter, las perfecciones y los atributos” de Dios (1985, pág. 38). Una de las características de Dios es que no cambia: “[Dios] no cambia, ni es variable; es el mismo de eternidad en eternidad, siendo el mismo ayer, hoy y para siempre. Su vía es un giro eterno, sin variación” (Lectures on Faith, pág. 41). Contemple las bendiciones de saber que Dios sigue haciendo Su santa obra en nuestros días y que seguirá siendo el mismo ayer, hoy y siempre.

  • Moroni nos advirtió que hay quienes “[han] imaginado a un dios que varía” (Mormón 9:10). El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que no podríamos creer ni confiar en un Dios que cambia o que todavía está aprendiendo verdades nuevas:

    “En la mente de algunos bien intencionados Santos de los Últimos Días, la omnisciencia de Dios se ha visto limitada por el concepto del ‘progreso eterno’. Algunos equivocadamente han dado por sentado que el progreso de Dios está condicionado a que Él adquiera conocimiento adicional…

    “…Dios recibe enormes y continuos gozo y gloria al aumentar y hacer avanzar Sus creaciones, no por nuevas vivencias intelectuales.

    “Existe una gran diferencia, por ende, entre un Dios omnisciente y la noción falsa de que Dios se encuentra en una especie de investigación posdoctoral, todavía en busca de más verdades clave e informaciones vitales. Si esto último fuera el caso, Dios podría, en un momento dado, descubrir alguna verdad nueva que hasta entonces le resultaba desconocida, la cual podría reestructurar, disminuir o menoscabar las verdades que Él conocía antes. La profecía no sería más que predicción, y las cosas que se dieron por sentado al hacer planes para nuestra redención deberían ser replanteadas. Por fortuna para nosotros, sin embargo, Su plan de salvación se encuentra siempre en marcha y no constantemente en revisión” (All These Things Shall Give Thee Experience, 1979, págs. 14–15).

Mormón 9:10–26. Milagros

  • Fíjese en las pruebas que presentó Moroni que dan testimonio de los milagros de Dios: la creación de los cielos y la tierra (véase Mormón 9:17), la creación del hombre (véase el versículo 17) y los testimonios que aparecen en las Escrituras de los milagros de Jesús y los apóstoles (véase el versículo 18). Todavía se puede hallar a ese “Dios de milagros” que describe Moroni. El élder Dallin H. Oaks testificó que en la actualidad ocurren muchos milagros y que éstos suceden en la verdadera Iglesia de Jesucristo:

    “Todos los días ocurren muchos milagros en la obra de nuestra Iglesia y en las vidas de los miembros. Muchos de ustedes han presenciado milagros, tal vez más de los que se dan cuenta.

    “La definición de lo que es un milagro es ‘un acontecimiento beneficioso que se lleva a cabo por medio de un poder divino que los mortales no comprenden y que, por cuenta propia, no pueden duplicar’ [en Daniel H. Ludlow, ed., Encyclopedia of Mormonism, cinco tomos, 1992, tomo II, pág. 908]. La mayor parte de las personas sin religión, así como algunos religiosos, rechazan la idea de que haya acontecimientos que se llevan a cabo por el poder divino…

    “…Los milagros efectuados por el poder del sacerdocio siempre están presentes en la verdadera Iglesia de Jesucristo. El Libro de Mormón enseña que ‘Dios ha dispuesto un medio para que el hombre, por la fe, pueda efectuar grandes milagros’ (Mosíah 8:18). El ‘medio’ que se ha dispuesto es el poder del sacerdocio (véase Santiago 5:14–15; D. y C. 42:43–48), y ese poder efectúa milagros por la fe (véase Éter 12:12; Moro. 7:37)” (“Miracles”, Ensign, junio de 2001, págs. 6, 8).

  • El élder Bruce R. McConkie (1915–1985) habló sobre por qué a veces deja de haber milagros:

    “¿Por qué deja de haber señales y milagros en algunas épocas? ¿Por qué no suceden en todo momento y entre todos los pueblos? ¿Acaso los de la antigüedad tenían derecho a mayores bendiciones que nosotros que ahora moramos en la misma tierra que antes fue de ellos? Moroni contesta: ‘…el motivo por el cual’ un Dios de dones y milagros ‘cesa de obrar milagros entre los hijos de los hombres’ y de derramar Sus dones sobre ellos ‘es porque ellos degeneran en la incredulidad, y se apartan de la vía recta, y desconocen al Dios en quien debían poner su confianza’. Adoran a dioses falsos que definen en sus credos, y dejan de andar por los mismos senderos que recorrieron los santos de épocas anteriores.

    “Los que han cambiado son los hombres, no Dios; Él es el mismo sempiternamente. Todos los hombres que tienen la misma fe y viven conforme a la misma ley recogerán las mismas bendiciones” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 367).

Mormón 9:32–34. Moroni escribía en egipcio reformado

  • Moroni declaró que tenía la capacidad de escribir en por lo menos dos idiomas: hebreo y egipcio (véase Mormón 9:32–34). Observó que si las “planchas hubiesen sido suficientemente amplias”, habría escrito en hebreo, pero los que llevaban los anales emplearon el “egipcio reformado” a causa de la falta de espacio (versículos 32–33). En una parte anterior del Libro de Mormón, Nefi y el rey Benjamín reconocieron que usaban el egipcio. Nefi dijo que escribía en “el idioma de los egipcios” cuando grababa las planchas menores (1 Nefi 1:2). El rey Benjamín, al hablar con sus hijos sobre la importancia de las planchas de bronce, señaló que Lehi podía leer los anales porque “hab[ía] sido instruido en el idioma de los egipcios” (Mosíah 1:4). Por lo tanto, entendemos que Lehi enseñó el Evangelio y el egipcio “a sus hijos, para que así éstos los enseñaran a sus hijos” (Mosíah 1:4). Evidentemente, este patrón se prolongó durante las siguientes generaciones de personas encargadas de los registros hasta que el padre de Moroni le enseñó el idioma a él. No obstante, el que Moroni dijera que escribía en “egipcio reformado” (Mormón 9:32) indica que, durante los mil años transcurridos desde la época de Lehi, se habían introducido algunas adaptaciones para el uso de ese idioma, lo cual podría servir para explicar por qué Moroni terminó con el comentario de que, aunque “ningún otro pueblo conoce nuestra lengua”, Dios había preparado los medios para la posterior interpretación y traducción de los anales (Mormón 9:34).

Para meditar

  • ¿Qué aprende usted de la forma en que Moroni se preocupaba por los demás, incluso sus enemigos? (véase Mormón 7).

  • Moroni pasó muchos años solo; sin embargo, su fe y testimonio le dieron paz. ¿Cómo puede servirle a usted su testimonio cuando se sienta solo en el mundo?

  • ¿Cuáles son algunas de las “contaminaciones espirituales” que ve en la tierra hoy en día? ¿Cómo puede evitar ser manchado por ellas?

  • ¿Cuáles son algunos de los milagros que ha presenciado en su vida?

Tareas sugeridas

  • Estudie los siguientes pasajes de las Escrituras, buscando profecías sobre la aparición del Libro de Mormón:

    Isaías 29:4

    2 Nefi 3:19–20

    2 Nefi 26:16

    2 Nefi 33:13

    Enós 1:15–16

    Mormón 8:23

    Mormón 9:30

    Moroni 10:27

    Moisés 7:62

    José Smith—Historia 1:52–53

    Puede correlacionar estos versículos al ir a Isaías 29:4 y escribir “ir a 2 Nefi 3:19–20” en el margen junto a Isaías 29:4. Después vaya a 2 Nefi 3:19–20 y escriba “ir a 2 Nefi 26:16” en el margen junto a 2 Nefi 3:19–20. Repita el proceso con todos los versículos. Cuando llegue a José Smith—Historia 1:52–53, escriba “ir a Isaías 29:4” en el margen, haciendo la conexión con el principio.

  • Prepare un discurso de cinco a ocho minutos sobre las bendiciones de aceptar el Libro de Mormón. Las siguientes preguntas y recursos le podrán servir de guía para elaborar su discurso:

    Las bendiciones de aceptar el Libro de Mormón

    • Mormón 8:12. ¿Qué bendiciones recibirán quienes no condenen ni critiquen el Libro de Mormón?

    • Mormón 8:17. ¿Por qué es importante no buscarle fallas al Libro de Mormón?

    • Doctrina y Convenios 20:8–15. ¿Cuáles son algunas de las verdades que sabremos si aceptamos el Libro de Mormón?

    • Basándose en su propia experiencia: ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que ha recibido por haber aceptado el Libro de Mormón?

    • El presidente Ezra Taft Benson dijo: “Los bendigo con mayor comprensión del Libro de Mormón. Les prometo que a partir de este momento, si diariamente nos alimentamos de sus páginas y vivimos según sus preceptos, Dios derramará sobre cada hijo de Sión y la Iglesia bendiciones como las que jamás hemos visto” (véase Liahona, julio de 1986, pág. 72).