Lección 20

Los reinos de gloria

Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia: Manual para el maestro


Objetivo

Hacer que los miembros reflexionen detenidamente en las herencias eternas de los tres reinos de gloria y alentarlos a vivir de forma tal que puedan heredar la gloria celestial y morar junto a sus familias en presencia de nuestro Padre Celestial.

Preparación

  1. Estudie Doctrina y Convenios 76; 131; 132:19–24; 137, y ore al respecto.

  2. Repase el material de esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante la lección.

  3. Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes:

    1. “La visión.”

    2. Material histórico adicional para esta lección.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo considera apropiado, utilice la siguiente actividad o una de su preferencia para comenzar la lección.

Dé un repaso breve de la lección de la semana anterior. Asegúrese de que los miembros de la clase recuerden las tres partes de nuestra existencia eterna: la vida preterrenal, la vida terrenal y la vida después de la muerte.

Después de ese breve repaso, explique que si no tuviéramos las revelaciones registradas en D. y C. 76, 131 y 137, sabríamos muy poco acerca de cuál sería nuestra condición después de la resurrección. Después lea la siguiente declaración del presidente Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, acerca de la visión que se registra en D. y C. 76:

“Voy a referirme a la ‘Visión’ sola, como la de una revelación que brinda más luz, más verdad y más principio que ninguna otra contenida en ningún otro libro que hayamos leído. Ella aclara la comprensión que tenemos de nuestra condición actual, de dónde venimos, por qué estamos aquí y a dónde vamos. Por medio de esa revelación, cualquier persona puede saber cuál será su función y su condición” (The Discourses of Wilford Woodruff, sel. G. Homer Durham, 1946, págs. 47–48).

Análisis y aplicación

Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase. Asegúrese de dejar el tiempo suficiente hacia el final de la lección para realizar un análisis significativo acerca del reino celestial.

1. Los reinos de gloria y “el testimonio de Jesús”.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 76:11–24, 40–43, 119.

• ¿Qué circunstancias llevaron a la visión que se registra en D. y C. 76? (Véase D. y C. 76:11–19; véase también el encabezamiento de D. y C. 76. Fíjese en la lámina que se encuentra en la pág. 134, la cual muestra la habitación en la que el profeta José Smith y Sidney Rigdon recibieron esa visión.)

Haga hincapié en que toda la visión testifica de Jesucristo y de Su Expiación infinita. La descripción que hace José Smith de la visión comienza y termina con un testimonio del Salvador. Pida a un miembro de la clase que lea en voz alta D. y C. 76:20–24; y a otro, D. y C. 76:119. Si lo desea, puede pedir a los miembros de la clase que lean D. y C. 76:40–43.

En Doctrina y Convenios 76, se revela que el Padre Celestial ha proporcionado tres reinos de gloria en los que la mayoría de las personas vivirán después de la resurrección: el reino telestial, el reino terrestre y el reino celestial. Cada uno de nosotros heredará un reino de gloria basado en la forma en la cual hayamos recibido “el testimonio de Jesús” (D. y C. 76:51). Aliente a los miembros de la clase a tener eso en mente al analizar esta revelación.

2. Perdición.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 76:25–39, 44–49. Comience escribiendo la palabra Perdición en la pizarra. Explique que el término perdición se refiere a un estado en el que se da cuenta de lo que se ha perdido y de que se sufrirá destrucción en lugar de recibir un reino de gloria. Quienes experimentan esto son los llamados “hijos de perdición” porque siguen a Satanás, que es llamado Perdición (D. y C. 76:25–26, 31–32). Asegúrese de que este análisis sea corto, evite la especulación y deje suficiente tiempo para analizar el reino celestial más adelante en la lección. Al igual que con los demás temas, concéntrese sólo en lo que enseñan las Escrituras y los profetas de los últimos días.

• Cuando Lucifer se rebeló en el Concilio de los Cielos, fue arrojado a la tierra (Apocalipsis 12:7–9; D. y C. 29:36–37; 76:25–28; Moisés 4:1–3). ¿Qué comenzó a hacer cuando fue expulsado? (Véase D. y C. 76:29; Moisés 4:4.) ¿Qué debemos hacer para ganar en nuestra vida la guerra contra Satanás? (Para obtener algunas respuestas a esta pregunta, véase 1 Nefi 14:14; D. y C. 10:5; 27:15–18.)

• ¿Qué reveló el Señor acerca del sufrimiento de los hijos de perdición? (Véase D. y C. 76:32–34, 36–38, 44–49.) ¿Por qué están condenados los hijos de perdición a experimentar un sufrimiento tan grande? (Véase D. y C. 76:30–31, 35. Para obtener una explicación de qué significa negar el Espíritu Santo, véase la siguiente cita.)

El profeta José Smith dijo: “¿Qué debe hacer el hombre para cometer el pecado imperdonable? Debe haber recibido el Espíritu Santo, deben habérsele manifestado los cielos, y después de haber conocido a Dios, pecar contra Él. Después que un hombre ha pecado contra el Espíritu Santo, no hay arrepentimiento para él. Tiene que decir que el sol no brilla, cuando lo está mirando; negar a Jesucristo, cuando se le han manifestado los cielos, y renegar del plan de salvación mientras sus ojos están viendo su verdad; y desde ese momento empieza a convertirse en enemigo” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs. 443–444).

3. El reino telestial.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 76:81–90, 98–106, 109–112. Dé comienzo al tema escribiendo Reino telestial en la pizarra y al lado dibuje una estrella. Explique que el reino telestial es el menor de los reinos de gloria. El Señor comparó su gloria con la de las estrellas (D. y C. 76:81, 98; véase también 1 Corintios 15:40–41 y la Traducción de José Smith de 1 Corintios 15:40 que se encuentra en la Guía para el Estudio de las Escrituras).

• ¿Quién heredará el reino telestial? (Véase D. y C. 76:81–83, 98–101, 103.)

• ¿Qué condiciones o limitaciones se les implantarán a quienes hereden el reino telestial? (Véase D. y C. 76:84–86, 102, 104–106, 112.)

Quizás deba explicar que el “infierno” del que se habla en los versículos 84 y 106 es la prisión espiritual, un estado temporario entre la muerte y la resurrección. Los de la prisión espiritual que no acepten el Evangelio finalmente resucitarán y heredarán el reino telestial. Pida a los miembros de la clase que lean los versículos 85 y 106 y el primer párrafo de la definición de la palabra “Infierno”, en la Guía para el Estudio de las Escrituras, pág. 97.

4. El reino terrestre.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 76:71–80, 91, 97. Dé comienzo al tema escribiendo Reino terrestre en la pizarra y al lado dibuje una luna. Explique que el Señor comparó la gloria del reino terrestre con la gloria de la luna (D. y C. 76:78, 97; véase también 1 Corintios 15:40–41).

• ¿Quiénes heredarán el reino terrestre? (Véase D. y C. 76:71–75, 79. Para que los miembros de la clase comprendan mejor estos versículos, léales la siguiente cita.)

El élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce, explicó: “Quienes estén destinados a heredar el reino terrestre son: (1) los que mueran ‘sin ley’: los infieles y los paganos que no escucharon el Evangelio en esta vida y que no lo aceptarían de corazón si lo escucharan; (2) los que escucharon el Evangelio en esta vida y lo rechazaron y después lo aceptan en el mundo de los espíritus; (3) los ‘hombres honorables de la tierra que [son] cegados por las artimañas de los hombres; y (4) los miembros de la Iglesia verdadera que son poco entusiastas, que tienen un testimonio pero que no son verídicos ni fieles a todas las cosas” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 146).

• ¿Qué condiciones o limitaciones se les implantarán a quienes hereden el reino terrestre? (Véase D. y C. 76:76–78.)

• ¿Qué podemos hacer para no ser “cegados por las artimañas de los hombres”? (Para encontrar algunas respuestas a esta pregunta, véase Efesios 4:11–15; 1 Nefi 15:24; Helamán 5:12; D. y C. 3:7–8; 21:4–6; 52:14–20.)

5. El reino celestial.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 76:50–70, 92–96; 131:1–4; 132:19–24; 137. Dé comienzo al tema escribiendo Reino celestial en la pizarra y al lado dibuje un sol. Explique que el reino celestial es el reino más alto de gloria. El Señor comparó su gloria con la del sol (D. y C. 76:70, 78, 96; véase también 1 Corintios 15:40–41).

• ¿Quiénes heredarán el reino celestial? (Véase D. y C. 76:50–53, 68–69. Para que los miembros comprendan mejor el versículo 53, si lo desea explique que el Santo Espíritu de la promesa es el Espíritu Santo, que confirma que las ordenanzas del sacerdocio que hayamos recibido y que los convenios que hayamos hecho son aceptables ante Dios. Esa aprobación depende de nuestra fidelidad.)

• Cerca de cuatro años después de que se reveló la visión que se registra en D. y C. 76, José Smith recibió una visión en la que vio a su hermano mayor Alvin en el reino celestial (D. y C. 137:1–5). Alvin había fallecido en 1823, antes de la restauración de la Iglesia. ¿Qué conocimiento adquirió José al ver a Alvin en el reino celestial? (Véase D. y C. 137:7–9.) ¿Qué otra cosa aprendió el Profeta acerca de quiénes heredan la gloria celestial? (Véase D. y C. 137:10.) ¿Por qué nos pueden traer consuelo esas verdades?

• Si heredamos el reino celestial, ¿qué bendiciones recibiremos? (Véase D. y C. 76:54–67, 94–95.)

• ¿Por qué nuestro testimonio de Jesús determina el reino que heredaremos después de la muerte? (Véase D. y C. 76:31, 35 [perdición]; D. y C. 76:82, 101 [telestial]; D. y C. 76:79 [terrestre]; D. y C. 76:51–53, 69; 121:29 [celestial].) ¿Qué significa ser “valientes en el testimonio de Jesús”? (D. y C. 76:79).

Además de analizar las respuestas de los miembros de la clase, es posible que desee leer también la siguiente declaración del élder Bruce R. McConkie:

“¿Qué significa ser valiente en el testimonio de Jesús?

“Es ser intrépido y arrojado, usar todas nuestras fuerzas, energía y habilidad en la guerra contra el mundo; es pelear la buena batalla de la fe… La gran piedra angular de la valentía en la causa de la justicia es la obediencia a toda ley de todo el Evangelio.

“Ser valientes en el testimonio de Jesús es venir a Cristo y ser perfectos en Él; es negarse a ‘toda impiedad’; es amar ‘a Dios’ con toda nuestra ‘alma, mente y fuerza’ (Moroni 10:32).

“Ser valientes en el testimonio de Jesús es creer en Cristo y en Su Evangelio con inalterable convicción; es conocer la veracidad y divinidad de la obra del Señor en la tierra.

“Pero eso no es todo. Es algo más que creer y saber; debemos ser hacedores de la palabra y no tan solamente oidores. Es más que adorar con palabras, más que limitarse a confesar el divino origen del Salvador; es obediencia y conformidad y corrección personal…

“Ser valientes en el testimonio de Jesús es ‘seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres’. Es perseverar ‘hasta el fin’ (2 Nefi 31:20). Es vivir nuestra religión, practicar lo que predicamos, guardar los mandamientos. Es la manifestación de la ‘religión pura’ en la vida del hombre; es: ‘Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo’ (Santiago 1:27). “Ser valientes en el testimonio de Jesús es controlar las pasiones y los apetitos y elevarse por encima de las cosas carnales y malignas. Es vencer al mundo tal como Jesús lo hizo, Él, que fue el más valiente de todos los hijos de nuestro Padre. Es ser moralmente limpios, pagar el diezmo y las ofrendas, guardar el día de reposo, orar con convicción y, si fuera necesario y se nos pidiera, sacrificar por su causa todo lo que tenemos.

“Ser valientes en el testimonio de Jesús es ponerse del lado del Señor. Es votar cómo Él lo haría, es pensar lo que Él piensa, creer lo que Él cree, decir lo que Él diría si se encontrara en la misma situación. Significa tener la mente de Cristo y ser uno con Él, tal como Él lo es con el Padre” (véase “Sé valiente en la batalla de la fe”, Liahona, abril de 1975, págs. 38–39).

• Once años después de que se revelara la visión registrada en D. y C. 76, el profeta José enseñó que hay tres grados dentro del reino celestial (D. y C. 131:1). ¿Quiénes serán exaltados en el grado más alto del reino celestial? (Véase D. y C. 131:1–3; 132:19.)

• ¿Qué bendición está a disposición sólo de quienes sean exaltados en el grado más alto del reino celestial? (D. y C. 131:4; 132:19–20. Es posible que tenga que explicar que “progenie” y “una… continuación de las simientes por siempre jamás” significa que quienes permanezcan en el convenio y sean exaltados al grado más alto del reino celestial tendrán hijos espirituales en las eternidades.)

• El presidente Joseph Fielding Smith, del Quórum de los Doce, dijo: “Todos los miembros de la Iglesia… deberían atesorar la sección 76 de Doctrina y Convenios como a una herencia de infinito valor. Ella debería fortalecer la fe de ellos y ser un incentivo para buscar la exaltación que se les promete a todos los que sean justos y rectos” (Church History and Modern Revelation, 2 tomos, 1953, tomo I, pág. 279). ¿Cómo puede esta revelación fortalecer nuestra fe e inspirarnos a buscar la exaltación? ¿Qué podemos hacer para vencer cualquier desaliento que podamos sentir al esforzarnos por obtener la gloria celestial?

Conclusión

Haga hincapié en que las grandes bendiciones de la exaltación en el reino celestial están a disposición de todos. Cada uno de nosotros puede llegar a ser perfecto por medio de Jesucristo y ser exaltado con nuestra familia en el grado más alto del reino celestial. La revelación que se encuentra en D. y C. 76 debería alentarnos a guardar los mandamientos y a recibir las ordenanzas de salvación para ser así merecedores de recibir esas grandes bendiciones.

Testifique de las verdades que se hayan analizado durante la lección tal como se lo indique el Espíritu.

Sugerencia adicional para la enseñanza

Divida la clase en cuatro grupos. Asigne a cada grupo uno de los pasajes de las Escrituras que se dan a continuación. Concédales tiempo para que lo lean y lo analicen. Durante el transcurso de la lección, en el momento apropiado, pida a los grupos que expresen lo que hayan aprendido de los pasajes que se les haya asignado.

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