Seminario
Unidad 21: Día 1, Doctrina y Convenios 98


Unidad 21: Día 1

Doctrina y Convenios 98

Introducción

El 20 de julio de 1833, un grupo de entre 400 y 500 residentes de Misuri exigió que no llegaran más santos al condado de Jackson, y que se fueran los que ya estaban viviendo allí. Antes de que los santos en Misuri pudieran responder, un populacho comenzó a destruir sus propiedades y a amenazarlos de muerte. El 6 de agosto de 1833, el profeta José Smith recibió la revelación que se encuentra en Doctrina y Convenios 98, en la que el Señor instruyó a los santos sobre cómo responder a la persecución. Aunque probablemente habían llegado al Profeta en Kirtland algunas noticias de los problemas que había en Misuri (a una distancia de casi 1450 kilómetros), no habría podido enterarse de la gravedad de la situación en esa fecha, sino por medio de la revelación. En esta revelación, el Señor reconoció las aflicciones de los santos, los aconsejó que apoyaran la ley constitucional del país y les mandó observar sus convenios.

Doctrina y Convenios 98:1–22

El Señor aconseja a los santos guardar sus convenios en épocas de dificultades

En Doctrina y Convenios 98:1–22, el Señor aconsejó a los santos afligidos que dieran gracias en todas las cosas y esperaran pacientemente en el Señor.

Lee Doctrina y Convenios 98:11–12 y encuentra el mandamiento que el Señor dio a los santos.

Lee Doctrina y Convenios 98:13–15 y averigua qué dijo el Señor a los santos en cuanto a ser probados. En estos versículos aprendemos que demostramos nuestra fidelidad al Señor al guardar nuestros convenios, aun cuando sea difícil hacerlo.

Piensa por qué debe haber sido importante para los santos que vivían en Misuri en 1833 recordar la importancia de guardar sus convenios, aun cuando era difícil hacerlo. ¿Por qué crees que pudiera ser importante para nosotros en la actualidad recordar la importancia de guardar nuestros convenios en tiempos de dificultades?

Doctrina y Convenios 98:23–32

El Señor revela cómo deben responder los santos a la persecución

  1. Dibuja tres columnas en tu diario de estudio de las Escrituras. Titula la primera columna La ley del Señor sobre las represalias (D. y C. 98:23–32), la segunda columna La ley del Señor sobre la guerra (D. y C. 98:33–38) y la tercera columna La ley del Señor sobre el perdón (D. y C. 98:39–48). Deja espacio en cada columna para escribir los principios y las doctrinas que aprendas al estudiar esta lección. Conforme vayas avanzando por la lección, hallarás instrucciones en cuanto a lo que vas a escribir en esas columnas.

¿Cómo te sentirías si alguien te causara daño a ti o a tu familia? ¿Por qué crees que algunas personas quisieran tomar represalias (o venganza) contra la persona que les causó daño?

Lee Doctrina y Convenios 98:23–27 y busca lo que el Señor dijo en cuanto a la venganza y las represalias.

Quizás desees marcar las frases “no injuriáis” y “soportáis pacientemente” en estos versículos.

De acuerdo con lo que el Señor enseñó a los santos de Misuri, concluimos que si soportamos el maltrato con paciencia y sin tomar represalias, entonces el Señor nos recompensará. Escribe este principio en tu diario de estudio de las Escrituras, debajo del encabezado “La ley del Señor sobre las represalias”.

  1. Responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿De qué forma crees que sean dañinos las represalias y el buscar venganza?

    2. Piensa en alguien que conozcas, o que hayas leído sobre él, que haya manifestado paciencia al sufrir maltratos sin procurar vengarse. ¿Qué hizo esa persona para manifestar su paciencia a pesar de los maltratos?

El sábado 20 de julio de 1833, cuando se confabuló el populacho en el condado de Jackson, Misuri, no solo destruyó propiedades, sino que buscó hacerles daño a los líderes de la Iglesia. El siguiente relato narra cómo reaccionaron el obispo Edward Partridge y Charles Allen, un converso reciente de Pensilvania, de 27 años, a los maltratos del populacho en Misuri.

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populacho en Misuri

Un populacho se enfrenta a los líderes de la Iglesia en el condado de Jackson, Misuri.

“El populacho prendió al obispo Edward Partridge y a Charles Allen, y los arrastraron por entre la turba enloquecida, que los insultaba y vejaba por el camino a la plaza pública. Allí les dieron dos alternativas: o ellos renunciaban a su fe en el Libro de Mormón o debían abandonar la región. Los dos se negaron a repudiar el Libro de Mormón y tampoco querían salir del condado. Cuando se le permitió hablar, el obispo Partridge dijo que los santos de todas las épocas habían sufrido persecución, y que él estaba dispuesto a sufrir por la causa de Cristo, tal como lo habían hecho los santos de la antigüedad; que él no había ofendido a nadie y que si ellos lo maltrataban, estarían agrediendo a un hombre inocente. Entonces, su voz fue ahogada por los gritos de la multitud, muchos de los cuales gritaban: ‘¡Clama a tu Dios para que te libre…!’. Rasgaron la ropa de ambos hombres, Partridge y Allen, y les untaron con brea, mezclada con cal o cenizas de perla, u otro ácido corrosivo a la piel, y les cubrieron con plumas. Los dos soportaron el cruel bochorno y maltrato con tal resignación y mansedumbre, que la multitud enmudeció y estaban asombrados de lo que veían. Se permitió a los hermanos retirarse en silencio” (B. H. Roberts, A Comprehensive History of the Church, tomo I, pág. 333; véase también La historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos: Manual del alumno, segunda edición, Sistema Educativo de la Iglesia, 2003, pág. 144).

  1. Responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Qué te llama la atención sobre la forma en que el obispo Partridge y Charles Allen respondieron a la persecución que vivieron?

    2. ¿Qué podrías hacer para cumplir mejor el consejo del Señor en este aspecto?

En Doctrina y Convenios 98:28–32, el Señor aconsejó a los santos que si un enemigo los hería tres veces, y escapaba de la venganza de Dios, ellos debían advertir al enemigo, en el nombre del Señor, que no viniera más contra ellos. El Señor les aclaró además que si el enemigo continuaba hiriéndolos después de esa advertencia, entonces los santos quedaban justificados en “[pagarle] de acuerdo con sus obras” (D. y C. 98:31). Sin embargo, les dijo a los santos que si perdonaban a sus enemigos, aun cuando estuvieran justificados para realizar una represalia, ellos serían recompensados por su rectitud.

Doctrina y Convenios 98:33–38

El Salvador explica cuándo está justificada la guerra

¿Tienes familiares o amigos que hayan servido en una guerra por su país? ¿Te has preguntado qué ha enseñado el Señor en cuanto a la guerra?

Lee Doctrina y Convenios 98:33–34 para averiguar lo que el Señor les dijo a Sus antiguos discípulos acerca de la guerra.

Basándote en lo que lees en el versículo 33, llena los espacios en blanco para completar la siguiente frase: Que saliesen a la guerra contra ninguna nación, tribu, lengua o pueblo, el Señor . Podrías escribir esa verdad en tu diario de estudio de las Escrituras, debajo del encabezado “La ley del Señor sobre la guerra”. (Recuerda que el Señor dio esta ley específicamente a un pueblo que vivía en otro tiempo y en una cultura diferente. Aunque el principio de la ley es verdadero, en la actualidad estamos además sujetos a las leyes del país donde vivimos [véase Artículos de Fe 1:12]).

De acuerdo con Doctrina y Convenios 98:34, ¿qué se esperaba que hicieran primero estos antiguos discípulos si alguien les declaraba la guerra? (Escribe tu respuesta a esta pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras bajo el encabezado “La ley del Señor sobre la guerra”).

Lee Doctrina y Convenios 98:35–38 y averigua lo que el Señor les dijo a los antiguos discípulos que hicieran si su oferta de paz no era aceptada.

De estos versículos aprendemos que la guerra se puede justificar bajo las circunstancias prescritas por el Señor. Escribe esta verdad en tu diario de estudio de las Escrituras, debajo del encabezado “La ley del Señor sobre la guerra”.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en la que muchas naciones estaban sumidas en el conflicto, el presidente David O. McKay explicó las circunstancias en las que el Señor justificaba a Sus discípulos para entrar en la guerra:

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Presidente David O. McKay

“La guerra es incompatible con las enseñanzas de Cristo. El evangelio de Jesucristo es el Evangelio de paz. La guerra es la antítesis [lo opuesto] y produce odio…

“No obstante, existen dos situaciones que pueden justificar a un auténtico cristiano a entrar —ahora bien, digo entrar, no iniciar— una guerra: (1) El intento [por parte de alguien] de dominar y privar a otro de su albedrío, y, (2) La lealtad hacia su país. Probablemente exista una tercera situación, [a saber], defender a una nación débil de ser aplastada injustamente por otra nación fuerte y despiadada” (en Conference Report, abril de 1942, págs. 71–72).

Doctrina y Convenios 98:39–48

El Señor enseña a los santos cómo deben responder a sus enemigos

La ley del Señor sobre la guerra está relacionada con la ley del Señor sobre el perdón en Doctrina y Convenios 98:39–48. El siguiente relato de un acontecimiento que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial demuestra la ley del Señor sobre el perdón:

“En Holanda, durante la Segunda Guerra Mundial, la familia Casper ten Boom usaba su hogar como escondite para aquellos que eran perseguidos por los nazis. Esa era su manera de vivir de acuerdo con su fe cristiana. Cuatro miembros de la familia perdieron la vida por proporcionar ese refugio. Corrie ten Boom y su hermana Betsie pasaron unos meses de terror en el infame campo de concentración de Ravensbrück. Betsie murió allí, pero Corrie sobrevivió.

“En Ravensbrück, Corrie y Betsie aprendieron que Dios nos ayuda a perdonar. Después de la guerra, Corrie estaba decidida a compartir ese mensaje. En una ocasión, ella acababa de hablarle a un grupo de personas en Alemania que sufría los estragos de la guerra. Su mensaje había sido: ‘Dios perdona’. Fue entonces que la fidelidad de Corrie ten Boom dio a luz una bendición.

“Un hombre se le acercó y ella lo reconoció como uno de los guardias más crueles del campo de concentración. ‘Usted mencionó Ravensbrück en su discurso’, dijo él. ‘Yo fui guardia ahí…, pero desde ese entonces me he convertido en cristiano’. Él explicó que había procurado el perdón de Dios por las cosas crueles que había hecho; extendió su mano y preguntó: ‘¿Me perdonará usted?’.

“Corrie ten Boom entonces dijo:

“‘Quizás no fueron muchos segundos los que él estuvo ahí, con su mano extendida, pero a mí me parecieron horas mientras yo luchaba con la situación más difícil que jamás había enfrentado.

“El mensaje de que Dios perdona tiene una… condición: Que tenemos que perdonar a los que nos han herido…

“‘¡Ayúdame!’, oré en silencio. ‘Yo puedo extender mi mano; es todo lo que puedo hacer. Tú concédeme el sentimiento’.

“‘Inexpresiva y mecánicamente estreché mi mano con la que él extendía hacia mí. Al hacerlo, sucedió algo increíble: Una corriente me empezó en el hombro, recorrió mi brazo y explotó en nuestras manos unidas. Y entonces esa calidez sanadora pareció inundar todo mi ser, lo que hizo brotar lágrimas de los ojos.

“‘¡Lo perdono, hermano!’, exclamé, ‘con todo mi corazón’.

“‘Por un largo momento nos estrechamos las manos; el antiguo guardia con la antigua prisionera. Nunca había conocido el amor de Dios tan intensamente como en ese momento’ [Corrie ten Boom, Tramp for the Lord, 1974, págs. 54–55]”. (Keith B. McMullin, “Nuestra senda del deber”, Liahona, mayo de 2010, pág. 13).

¿Qué aprendes en esta historia acerca del perdón?

Lee Doctrina y Convenios 98:39–40 y encuentra la ley del Señor sobre el perdón.

De acuerdo con estos versículos, ¿qué debemos hacer cuando alguien nos pida perdón?

La frase “hasta setenta veces siete” en el versículo 40 implica que debemos perdonar a los demás todas las veces que ellos se arrepientan y procuren nuestro perdón, luego de habernos ofendido o herido. (Aunque se nos manda perdonar, esto no significa que debamos permitir que sigan haciéndonos daño).

Lee Doctrina y Convenios 98:41–43, y descubre otras verdades que el Señor enseñó a los santos concernientes a sus enemigos que les causan agravios y no se arrepienten.

Escribe un resumen de la ley del Señor sobre el perdón en tu diario de estudio de las Escrituras, bajo el encabezado: “La ley del Señor sobre el perdón”.

  1. Responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Por qué crees que se nos manda perdonar a los demás aun cuando ellos no nos pidan perdón?

    2. ¿Por qué se nos manda perdonar a nuestros enemigos?

Piensa en lo que puedes hacer en tu vida para seguir la ley del Señor sobre el perdón.

En Doctrina y Convenios 98:44–48, el Señor prometió que si los enemigos de los santos se arrepentían, entonces escaparían de Su venganza.

  1. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Doctrina y Convenios 98 y completado la lección el (fecha).

    Preguntas adicionales, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con mi maestro: