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El huerto familiar


Lección 16

El huerto familiar

Esta lección deberá motivarnos a mejorar nuestra habilidad de plantar y de mantener un huerto.

Introducción

El presidente Kimball ha dicho: “Les alentamos a cultivar todo lo posible para su propia mantención: árboles y arbustos frutales, así como la mayor cantidad posible de vegetales. Inclusive aquellos que viven en apartamentos, con un poco de buena voluntad podrían plantarlos en macetas, latas u otro tipo de recipientes. Estudien los mejores métodos para proveerse de sus propios alimentos; hagan que su huerto sea, además de productivo, ordenado y hermoso. Si tienen niños en casa, háganlos participar en el proceso al asignarles responsabilidades” (véase “Preparación familiar”, Liahona, agosto de 1976, pág. 110).

El Salvador dijo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46). Si verdaderamente creemos en las palabras de nuestro Salvador, obedeceremos los consejos del Profeta.

Las recompensas que trae el huerto familiar

Hay muchas razones por las que deberíamos tener un huerto:

La unidad familiar

La familia que trabaja unida en un huerto desarrollará más unidad porque comparte un propósito común. El presidente Kimball ha dicho: “Confiamos en que hagan de ésta una actividad familiar, y que asignen a todos una tarea específica, incluso a los más pequeños. Existe mucho que aprender y cosechar en el huerto, mucho más de lo que nos ofrece la cosecha misma” (véase “Convirtámonos en puros de corazón”, Liahona, agosto de 1978, pág. 127).

El valor del trabajo

El huerto familiar ayuda a los niños a apreciar el valor del trabajo; después de ayudar a la familia a plantar y cuidar un huerto, ellos disfrutarán al ver los resultados.

La autosuficiencia

El plantar un huerto nos ayuda a desarrollar confianza y nos prepara mejor para atender nuestras propias necesidades. Sabemos que si surgieran problemas, sabríamos cómo enfrentarlos, porque habremos preservado fruta y plantado un huerto, árboles frutales y bayas. Otra bendición la constituye el saber que también podemos ayudar a los necesitados.

El aprendizaje y el gozo

El huerto nos recuerda las bellezas de este mundo, el que fue creado para nosotros por nuestro Padre Celestial, y puede darnos horas de instrucción y placer a medida que somos testigos del milagro del crecimiento. El presidente Spencer W. Kimball nos ha dicho que esto nos recuerda “la ley de la cosecha… según la cual cosechamos lo que sembramos. Aunque la tierra de que dispongan sea pequeña para cultivar, sembrar y cosechar, esto hace que la naturaleza humana se allegue a la naturaleza, tal como sucedió al comienzo con nuestros primeros padres” (véase “Los Profetas”, Liahona, agosto de 1978, pág. 123).

La salud

El Señor nos ama y desea que tengamos buena salud. El cultivar nuestras propias verduras y frutas nos ayudará a ser saludables; además, el alimento que compramos no es tan fresco como el alimento de nuestro huerto.

La reducción de gastos

En general, el tener un huerto familiar ayuda a reducir el costo de vida. Al consumir las frutas y verduras de nuestro propio huerto, ahorraremos el dinero que gastaríamos al comprarle a otras personas.

Hay que comenzar con un plan

Antes de comenzar a plantar nuestro huerto, debemos hacer planes específicos.

¿Dónde vamos a plantar?

Muestre la ayuda visual 16-a, “Un huerto familiar puede producir muchas clases de alimentos”, 6-b, “Se puede tener un huerto casi en cualquier parte”, y 16-c, “Algunas verduras pueden ser cultivadas en maceteros o macetas si no hay terreno disponible”.

Un huerto merece la mejor ubicación posible, ya que se transformará en un valioso pedazo de terreno. Debe ser un lugar que reciba por lo menos seis horas de luz solar por día.

El huerto debería estar, si fuera posible, cerca de la casa; de lo contrario, debería por lo menos tener fácil acceso. El terreno no debe estar demasiado inclinado para que el agua no arrase con la tierra y la semilla. Si por alguna razón el huerto estuviera en un plano inclinado, los surcos deben cortar la inclinación y no deben estar hacia abajo.

La tierra es también un elemento importante; si el contenido de arena fuera muy alto, la tierra no retendrá la humedad suficiente; y si tiene un alto índice de arcilla, el agua se acumulará encima de la primera capa y penetrará lentamente. Cualquiera que sea el problema, podrá solucionarse simplemente agregando un poco de tierra con la característica opuesta y abono orgánico o estiércol. Si usted viviera en una zona seca, necesitará agua para riego.

Quienes vivan en apartamentos (departamentos) se enfrentan con el problema de la falta de espacio. Estos miembros pueden plantar en macetas, baldes, o conseguir y cuidar un pedazo de terreno para plantar. Esto último fue lo que dos familias de Alemania hicieron para poder tener un huerto; en una carta que escribieron al presidente Kimball, dijeron:

“Somos dos familias de la Misión Francfort, Alemania, y quisiéramos contarle acerca de nuestro huerto.

“No nos fue fácil encontrar un pedazo de tierra en esta gran ciudad. Es un huerto pequeñito; y cuando lo alquilamos, parecía una selva. Tenía el cerco roto y caído, la casa también estaba en ruinas y el pasto silvestre lo cubría todo. Pero eso no nos desalentó.

“Primero, nosotros mismos construimos un cerco nuevo, arreglamos la casita y dimos vuelta la tierra; después, cuando llegó la primavera plantamos verduras; los vecinos nos decían que perdíamos el tiempo, que no crecería nada. Cerca del huerto corre un arroyito adonde íbamos en bicicleta con recipientes en los que traíamos agua. Así, oramos al Señor para que bendijera nuestro huerto y Él contestó nuestras oraciones; creció todo tipo de hortaliza. Es maravilloso ver el crecimiento de las plantas” (véase “Informe y desafío a los miembros”, Liahona, febrero de 1977, pág. 1–2).

¿Qué debemos plantar?

La segunda decisión que debemos tomar es lo que vamos a plantar. Algunos huertos tendrán suficiente espacio, mientras que en otros el espacio será limitado. En el segundo caso podríamos escoger alguna clase de cultivo que crezca hacia arriba (enredaderas) sobre palos, tales como tomates, plantas de bayas y frijoles (judías, porotos) trepadores. También se puede ahorrar un poco de espacio si se siembran semillas que dan una mayor cantidad de frutos, tales como algunos zapallos y tomates, en lugar de sembrar semillas que produzcan sólo un fruto, tales como la zanahoria.

Aunque tengamos que conservar espacio, debemos escoger alimentos que sean nutritivos para la familia. También debemos plantar solamente aquellos alimentos que tengan buen sabor y que gusten a los miembros de la familia. Las legumbres tales como las lentejas, la soja (soya), las arvejas y los cacahuetes (maníes) ayudan a reconstruir el tejido del cuerpo. La fruta y las verduras de hojas nos protegen de las enfermedades. Las legumbres de raíz o tubérculo producen energía para el cuerpo; los granos también proveen energía y serían un buen cultivo si dispusiéramos del espacio necesario. Por supuesto, al hacer la selección, debemos elegir solamente aquellos alimentos que crezcan bien en nuestro clima y terreno.

Muestre una gráfica o lámina, o escriba en la pizarra una lista de las frutas, las verduras, las legumbres, los tubérculos y los granos específicos que crezcan en su zona.

¿Qué clase de cultivo produce la mayor cantidad de alimentos en el mínimo espacio posible?

Sería conveniente dibujar un diagrama del huerto cada año a medida que planificamos los cultivos. No se debe plantar la misma clase de verduras en el mismo lugar año tras año. Si no se alternan, los cultivos llegarán a ser cada vez más inferiores.

Muestre la ayuda visual 16-d, “Modelo de diagrama de un huerto”.

¿Cuándo debemos plantar?

Otra cosa para tener en cuenta es decidir cuándo vamos a plantar ya que diferentes clases de hortalizas crecen mejor bajo condiciones diferentes. Algunos cultivos crecen mucho mejor en estaciones secas, mientras que otros prefieren una estación húmeda; algunos crecen mejor en un tiempo fresco, tales como la remolacha, el repollo, la zanahoria, la lechuga, la cebolla, la arveja y la espinaca. Otros, sin embargo, crecen en estaciones más cálidas, tales como los frijoles (judías, porotos), el maíz, el melón, el zapallo y el tomate. Tenemos que informarnos sobre qué clase de semillas podemos sembrar y cuándo debemos sembrarlas.

Muestre una gráfica o lámina que indique las fechas en que se deben plantar cultivos específicos en su zona.

La preparación de un lugar para el huerto

Cuatro o seis semanas antes de plantar el huerto, el lugar debe ser preparado removiendo la maleza, pedazos de madera, piedras, basuras y ramas. Se debe aflojar la tierra con una pala o un azadón de manera que el agua pueda penetrar fácilmente. El terreno estará listo para sembrar si está liso y no tiene grandes terrones.

La mayoría de los suelos (tierras) se pueden mejorar. Si se agrega abono, que consiste en material orgánico, ya sea vegetal o animal, mejora la composición del terreno, sin importar si éste fuera arenoso o gredoso. Esto también ayuda a producir más y mejores cultivos porque trae consigo gran cantidad de sustancias nutritivas que se depositan en el suelo. El abono preparado adecuadamente no puede ser hecho y agregado al terreno en el mismo día. Por lo general lleva de cuatro a seis meses el preparar un buen abono y, por eso, algunas personas hacen un montículo de abono cada año y lo agregan a su huerto al año siguiente.

No es difícil preparar abono orgánico. Primero, hay que encontrar un lugar donde prepararlo. Éste puede ser un área al descubierto, lejos de donde se bebe el agua; un hoyo o una pequeña caja de tres lados hecha de madera o alambre. En seguida, se pone una capa orgánica de abono de más o menos 15 cm (hojas, desechos de maíz, paja, cáscaras de verduras o fruta, o desperdicios de alimentos); esto se esparce sobre el lugar, teniendo cuidado de que no haya objetos de metal, ni huesos, grasa animal u otro material que no se descomponga rápidamente. A esta capa se le agrega desechos de animal o de aves. El estiércol vacuno, de oveja, de cabra, de caballo y de cerdo y el guano de ave constituyen una buena clase de abono orgánico. Jamás se deben usar heces humanas o estiércol de animales carnívoros pues esta clase de abono contamina el suelo.

Muestre la ayuda visual 16-e, “El montículo de abono”.

La elaboración de un montículo de abono se considera terminada cuando se cubre la capa de desecho con 5 cm de tierra. En seguida, se le hace un hueco a la parte de arriba del montículo para que de este modo se junte agua; a medida que se acumula más desecho, cada 15 cm se va cubriendo con 5 cm de tierra. Cada capa debe humedecerse a medida que se vaya agregando al montículo.

Éste debe mantenerse húmedo, pero no mojado, y se debe revolver con una horca (u horqueta) cada semana para permitir que penetre el aire hasta el centro. El montículo se descompondrá rápidamente si se “cocina” a más o menos 71 grados centígrados y, si no está caliente en el centro, se puede agregar más nitrógeno en forma de harina de semilla de algodón o harina de sangre. Cuando el montículo haya perdido totalmente el olor, el abono ya estará listo para agregar al suelo.

Pida a los hermanos que describan la forma en que ellos preparan el abono orgánico.

Cómo plantar el huerto

En zonas donde la estación de cultivo es muy breve, se puede comenzar un huerto utilizando macetas dentro de casa. Si se hace al aire libre, la semilla debe plantarse en hileras de manera que la verdura pueda distinguirse fácilmente de la maleza. Si pone una pita o cordel, lo ayudará a mantener la línea recta.

Siempre es una buena idea plantar hileras del mismo tipo de cultivo, como maíz, cada semana por varias semanas sucesivas para que así no madure todo de una vez. Por lo normal, las semillas no se deben sembrar a más profundidad de tres veces su diámetro. La tierra debe estar firmemente apretada alrededor de la semilla y debe haber suficiente espacio entre cada hilera para que se pueda aflojar el suelo alrededor de las plantas mientras crezcan; además, se debe dejar un espacio suficiente entre semilla y semilla.

Después que se haya sembrado la semilla, la tierra debe mantenerse húmeda porque si el terreno o la tierra se seca, la semilla no germinará.

Cómo cuidar el huerto

Todos los planes, la preparación y la plantación no serán de mucho beneficio si no se cuida el huerto después. Tal cuidado incluye cosas como:

El riego

En los lugares secos, el huerto debe regarse bien por lo menos una vez a la semana. Después de haber sido regada, la tierra debe mantenerse húmeda hasta un mínimo de 15 cm de profundidad. Recuerde que es mucho mejor regar cuando no calienta mucho el sol para prevenir que el terreno se seque y se endurezca.

El cultivo

La maleza le quita gran cantidad de agua a la planta y de la sustancia nutritiva que ésta necesita; por lo que la maleza se debe sacar con la mano o cavar con un azadón. Una capa de paja o de hojas secas puede impedir que la maleza crezca, pero esta capa debe removerse por lo menos una vez a la semana para poder soltar la tierra con un azadón y luego ponerla de vuelta.

El mantillo

Cuando las plantas hayan crecido varios centímetros de alto, deberá sacarse cualquier otra maleza que quede; debe ponerse una capa de aserrín, papel picado, césped, hojas o paja a una altura de siete centímetros entre las plantas y entre las hileras. El mantillo previene que el suelo se seque o se ponga muy caliente. Muchas personas que usan mantillo encuentran que así es mucho más fácil prevenir el crecimiento de la maleza.

El control de los insectos

El daño que los insectos causan a las plantas puede arruinar totalmente el cultivo. Estos pueden removerse a mano o se pueden lavar o exterminar mediante un insecticida; si se usa este último, asegúrese de que el alimento se lave antes de que se ingiera.

La cosecha

La fruta y las legumbres tendrán mejor gusto y el más alto valor nutritivo si se cosechan o arrancan poco antes de que se ingieran, se cocinen o se envasen. Algunas hortalizas, tales como los pepinos, se producen mejor si se cosechan a menudo; no se les puede dejar madurar mucho ni tampoco se debe dejar que se sequen. La verdura de hoja se debe cosechar cuando esté todavía tierna.

Muestre la ayuda visual 16-f, “Una buena cosecha es el resultado de un huerto bien cuidado”.

Conclusión

Podemos demostrarle al Señor que lo amamos y que confiamos en Él haciendo las cosas que nos piden Sus Profetas. Una de las cosas que ellos nos han pedido en la actualidad es que plantemos un huerto. Si planeamos, preparamos y cuidamos un huerto, manteniéndolo ordenado y produciendo lo suficiente, seremos bendecidos de muchas maneras.

¿Qué sucede con un huerto que planeamos, preparamos y plantamos, pero que no cuidamos?

El presidente Kimball nos ha dicho: “Mantengan sus patios y jardines bien arreglados. Cualquiera que sea su circunstancia, hagan que sus propiedades reflejen orden, hermosura y felicidad. Planeen bien y lleven a cabo su plan de una manera ordenada y sistemática” (Ensign, mayo de 1976, pág. 125).

Cometido

Consiga la cooperación de todos los miembros de la familia para plantar y cuidar un huerto hermoso y productivo.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • D. y C. 59:16–19 (las cosas buenas de la tierra provistas para el hombre).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Consulte en su biblioteca, con agricultores locales o con hortelanos que hayan tenido experiencia sobre:

    • Cuáles son los cultivos que se pueden producir mejor en un huerto familiar.

    • Un calendario de fechas de cultivos.

    • Cómo se prepara el abono para un huerto familiar.

    • Cómo regar y remover la maleza, de qué manera preparar el mantillo y cultivar, y cómo controlar el daño que hacen los insectos en un huerto familiar.

  2. Prepare las láminas o prepárese para hacer una lista en la pizarra con la información que va a usar en esta lección.

  3. Asigne a un miembro de la clase para que cuente del éxito que él haya tenido en su huerto familiar.

  4. Pida a varios miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras de esta lección.