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Desarrollo y enseñanza del autodominio


Lección 18

Desarrollo y enseñanza del autodominio

El propósito de esta lección es el de ayudarnos a desarrollar un mayor autodominio y enseñarnos cómo desarrollarlo en nuestros hijos.

Introducción

Existe una narración que describe la forma en que se seleccionan y se amaestran los caballos árabes. Debido a que se les usarán en servicios muy importantes, estos caballos deben obedecer total y perfectamente a sus amos. Desde el principio, cuando se comienza a amaestrarlos, se les enseña a responder de inmediato a los mandatos del amo. Entonces son sometidos a una prueba para comprobar su comportamiento bajo circunstancias sumamente difíciles. La prueba consiste en mantenerlos dentro de una cerca por largo tiempo sin agua (el agua está afuera de la cerca); después de un tiempo se abre la puerta y lo caballos corren desbocados hacia el agua. Poco antes de llegar a ella, sin embargo, el amo toca un silbato y les da una orden. A causa de la gran sed que tienen, algunos no ponen atención; pero otros de inmediato se vuelven y corren hacia su amo. Estos caballos obedientes han aprendido la disciplina y son apartados para ejecutar los trabajos más importantes. Los otros son asignados para hacer trabajos de menor importancia. (Adaptado de Sterling W. Sill, Leadership, 1:62.)

Nuestros apetitos y pasiones son como estos poderosos y fogosos caballos; si se les permite correr en forma salvaje, sin freno y sin haberlos adiestrado, podemos perder el control de nosotros mismos y ser impulsados a serios problemas espirituales. Sabiendo esto, el Señor nos ha dado ayuda. En la misma forma en que a los caballos los llama su amo por medio de una señal, Jesucristo, nuestro maestro, tiene formas de llamarnos para que vayamos a Él.

El Señor nos ha dado el libre albedrío que poseemos; por lo tanto, tenemos la libertad de escoger lo que queramos hacer. Esas elecciones determinan nuestro futuro: si escogemos una vida recta, demostraremos que somos dignos de servir en el Reino de Dios. Pero para poder escoger correctamente, al igual que los caballos, necesitamos enseñanza y disciplina, la disciplina que nos enseñe a controlar nuestros apetitos y pasiones, que nos enseñe a seguir los llamados de nuestro Maestro, Jesucristo, aun cuando seamos tentados.

Leer Proverbios 16:32.

El autodominio es necesario para el progreso eterno

El autodominio es el poder que existe en nuestro interior de controlar nuestros deseos, hechos y hábitos. Este poder es necesario si vamos a volver algún día a la presencia de nuestro Padre Celestial; este poder requiere constante esfuerzo de nuestra parte, pero al desarrollar el autodominio, estaremos mejor preparados para tomar las decisiones adecuadas en el momento propicio.

El autodominio es especialmente importante para nosotros como poseedores del sacerdocio. No podemos aconsejar ni servir a nuestro prójimo en forma eficaz a menos que hayamos aprendido a controlarnos. Una vez que desarrollemos el autodominio, ayudaremos a nuestros hijos para que también ellos practiquen la disciplina.

Cuando nos bautizamos, comenzamos una vida dedicada a seguir a nuestro Salvador por los senderos de la vida eterna. Para poder seguirlo, debemos vencer las cosas del mundo, las debilidades y las imperfecciones. El Salvador enseñó: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). Además enseñó: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13–14).

Para entrar en la puerta estrecha, se requiere el control personal y el negarse a sí mismo. Significa vencer la tentación; pero el Señor promete que nos premiará si nos negamos a nosotros mismos. Promete que el conocer la verdad y vivir de acuerdo con ella nos hará libres de los efectos del pecado y de las consecuencias que acarrea el tomar decisiones o hacer elecciones equivocadas.

El autodominio nos hace libres

Nuestro Padre Celestial nos ha dado los mandamientos porque nos ama y desea protegernos del pesar y nos quiere ayudar a lograr el autodominio para poder así bendecirnos.

¿Cómo recibimos bendiciones y nos hacemos libres al obedecer los principios del Evangelio? Refiérase a los siguientes principios y analice cómo la obediencia nos libera mediante el autodominio.

La ley del diezmo

Cuando obedecemos la ley del diezmo, podemos aprender a vencer los deseos egoístas.

La palabra de sabiduría

Cuando vivimos esta ley, podemos estar libres de los efectos dañinos del tabaco, del licor y de las drogas.

La ley de castidad

Aprendemos a controlar nuestras pasiones físicas y mentales, manteniéndolas dentro de los límites que el Señor ha establecido. Esto nos ayuda a vernos libres de pesares y remordimientos.

Cuando hemos conseguido el autodominio, podemos formar hábitos tales como levantarnos temprano, estudiar las Escrituras cada día y llevar a cabo nuestras asignaciones con prontitud; tales hábitos nos libran de la confusión.

¿Cómo podemos lograr el autodominio?

Lea Alma 37:32–37.

¿Qué nos enseña este pasaje de las Escrituras acerca del autodominio? (Debemos sentir repugnancia por el pecado y la iniquidad, arrepentirnos, tener fe en Cristo, ser humildes, hacer el esfuerzo por vencer cada tentación, nunca cansarnos de hacer buenas obras, aprender sabiduría, guardar los mandamientos de Dios, orar y solicitar el consejo del Señor en todo lo que hagamos.)

Lograr el autodominio es un proceso de toda la vida; requiere un buen conocimiento de nosotros mismos y de los principios del Evangelio que debemos vivir. Significa también que debemos establecernos metas para vivir de acuerdo con esos principios y depender del Señor cuando necesitemos fortaleza y apoyo a medida que tratemos de alcanzar las metas que nos establezcamos.

Escriba o muestre en un cartel la siguiente lista:

  1. Conózcanse a ustedes mismos.

  2. Propónganse metas dignas.

  3. Dependan del Señor mediante la oración y el estudio de las Escrituras.

Conózcanse a ustedes mismos

A medida que logramos experiencias y aprendemos más acerca del Evangelio, llegamos a reconocer nuestras fuerzas y debilidades. Con este reconocimiento debemos sentir el deseo de vencer los malos hábitos y sentimientos, a la vez de desarrollar y fortalecer los buenos, lo que nos motivará a mejorarnos.

El presidente David O. McKay dijo que algunas de las cosas malas que encontramos en nosotros mismos son los celos, el odio, la envidia y la enemistad. De ellos él declaró: “Deben vencer todas estas malas tendencias, reprimiéndolas. Es donde el autocontrol entra en juego. ¡Repriman el enojo, los celos, la envidia!, porque todos ellos dañan el espíritu” (Gospel Ideals, pág. 356).

Cambiar lleva tiempo, y no es fácil reprimir estos sentimientos; pero si hacemos un verdadero esfuerzo, desarrollaremos la paciencia y el valor para vencer las malas actitudes que encontremos en nosotros mismos.

Propónganse metas dignas

Una buena manera de desarrollar el autocontrol es ponerse metas y hacer todo lo que podamos para alcanzarlas. Si tenemos una meta establecida firmemente en nuestra mente, tenemos confianza en nosotros mismos y nos esforzamos por lograr la metas, conseguiremos el autodominio que buscamos. Este proceso requiere perseverancia, pero el Señor nos ha dicho que debemos perseverar hasta el fin al vivir rectamente para conseguir la meta de la exaltación, o la vida eterna (véase D. y C. 14:7).

¿Cuál es la meta que está tratando de alcanzar actualmente?

Dependan del Señor mediante la oración y el estudio de las escrituras

Para vencer nuestras tentaciones y alcanzar las metas eternas, se requiere tener fe en Jesucristo. La oración regular y la lectura de las Escrituras nos ayudan a lograr esta fe y la fortaleza para vencer nuestros problemas. Además, en las Escrituras contamos con detalles sobre la vida de los siervos del Señor como ejemplos para seguir. Ellos nos ayudan a comprender que otras personas ya han conseguido el autodominio y que nosotros también podemos hacerlo.

Invite a los miembros de la clase a contar cómo vencieron problemas mediante la oración y la lectura de las Escrituras.

El desarrollo del autodominio por parte de nuestros hijos

Muestre la ayuda visual 18-a, “Los padres sabios enseñan el autodominio a sus hijos”.

En nuestro hogar es donde nuestros hijos deben aprender el autodominio, lo que requiere que nosotros demos un buen ejemplo a nuestros hijos. Si fallamos en controlar nuestros apetitos y pasiones, no podemos esperar que nuestros hijos controlen los suyos.

Es necesario que cuando les enseñemos el autodominio a nuestros hijos, sigamos un proceso ordenado. Si fracasamos en enseñarles en la forma correcta, o si somos demasiado autocráticos, ellos no podrán aprender a gobernarse a sí mismos. El usar los siguientes cuatro principios puede ayudarnos a disciplinar a nuestros hijos en forma adecuada.

Escriba la siguiente lista en la pizarra o muéstrela en un cartel:

  1. Establecer reglas.

  2. Enseñar a los niños a aplicar los principios del Evangelio.

  3. Dar responsabilidades específicas a los niños.

  4. Disciplinarlos con amor.

Establecer reglas

El presidente David O. McKay enseñó que los niños deben aprender la obediencia en una tierna edad. Si los padres no les enseñan la obediencia cuando son pequeños, más adelante tendrán dificultades para hacerlo. También indicó que debemos dejar que los niños se desarrollen y crezcan libremente; pero que si salen de los límites ya establecidos, debemos ser comprensivos, pero firmes, en nuestra disciplina” (véase Stepping Stones to an Abundant Life”, pág. 38).

Enseñar a los niños a aplicar los principios del evangelio

El presidente N. Eldon Tanner declaró: “Los padres deben enseñar a los niños, temprano en la vida, el glorioso concepto y hecho de que ellos son hijos espirituales de Dios, y que elegir seguir las enseñanzas de Jesucristo es la única manera de gozar del éxito y la felicidad tanto aquí como en la vida eterna. Se les debe enseñar que Satanás es real y que usará todos los elementos a su disposición para tentarlos a hacer lo malo y tratar de conducirlos por el camino equivocado, hacerlos sus cautivos y mantenerlos lejos de la suprema felicidad y exaltación que de otro modo ellos podrían gozar”.

También agregó: “Los niños no aprenden por sí mismos a distinguir lo bueno de lo malo. Los padres tienen que determinar el momento en que el niño está listo para asumir responsabilidades de acuerdo con su capacidad para tomar decisiones correctas, para evaluar las diferentes alternativas y para experimentar los resultados o las consecuencias de haberlo hecho. Mientras les enseñemos, tenemos la responsabilidad de disciplinarlos y asegurarnos de que hagan lo correcto. Si encontramos a un niño sucio, no esperamos hasta que él crezca para decidir si vamos a bañarlo o no; tampoco esperamos que él decida si va a tomar la medicina o no cuando está enfermo, o si va a ir a la escuela o a la Iglesia” (Seek Ye First the Kingdom of God, pág. 87).

Dar responsabilidades específicas a los niños

El élder L. Tom Perry ha señalado: “Debemos estar… seguros de que nuestra enseñanza es adecuada y de que hemos inculcado fe y confianza en el Señor en la vida de nuestros hijos. Debemos asegurarnos de enseñarles en la forma correcta y a medida que crezcan espiritualmente, necesitamos darles las oportunidades de expresar la fortaleza que están adquiriendo. Debemos confiar en ellos, tener fe en ellos y, entonces, darles responsabilidades” (en Conference Report, Conferencia de Área de São Paulo).

Existen muchas maneras de enseñar el autodominio a nuestros hijos. Una de ellas la explicó el élder F. Enzio Busche de la siguiente manera:

“Nosotros tratamos de guiar a nuestros hijos para que aprendan el autorrespeto… y luego dejamos que juzguen por ellos mismos. Por experiencia hemos descubierto que no podemos ser tan buenos maestros cuando descubrimos y ponemos de manifiesto los errores… que cuando le ayudamos a un hijo a descubrir sus errores por sí mismo. Cuando un niño puede comprender sus propios errores, se ha dado el primer paso que se requiere para el cambio.

“Recuerdo un día en que pedimos a nuestro hijo, después de haber cometido una falta, que él se impusiera su propio castigo y él mismo decidió que no debería ver televisión por un mes. Nos pareció un castigo un tanto severo, pero nos sentimos muy felices cuando su abuela nos contó que mientras él la visitaba insistió en que estaba mal que ella lo incitara a ver algún programa, aun cuando sus padres nunca llegarían a saberlo. No creo que pueda haber alegría más grande para los padres que la de ver que un hijo se comporta bien cuando se confronta ante una situación difícil” (“Provoke Not Your Children”, Ensign, marzo de 1976, pág. 42).

¿Qué hace el élder Busche para ayudar a sus hijos a desarrollar el autodominio? (Los ayuda a ganar el autorrespeto descubriendo sus propios errores, y los motiva a disciplinarse a sí mismos.)

Disciplinarlos con amor

Debemos hacer de nuestro hogar un lugar de felicidad donde nuestros hijos puedan sentirse seguros, protegidos y amados. Si ellos no encuentran la felicidad al vivir el Evangelio en el hogar, la buscarán fuera del Evangelio. Es importante, por lo tanto, que les demos más amor después de disciplinarlos por su desobediencia.

Lea D. y C. 121:43–44. ¿Por qué debemos demostrar amor crecido después que hayamos disciplinado a un niño? (Para que no piense que somos su enemigo; él no querrá estar con nosotros si piensa que somos su enemigo.)

Analice los siguientes ejemplos con los miembros de la clase y ponga énfasis en el hecho de que las soluciones requieren autodominio. Si lo desea, use ejemplos personales de algunos miembros de la clase en lugar de usar éstos que se dan a continuación.

  1. Esteban e Ingrid tienen tres hijos adolescentes que pelean y discuten constantemente. ¿Cómo podrían ayudar a sus hijos a desarrollar el autodominio y a dejar de pelear?

  2. Juan y Elsa desean tener la oración familiar diariamente en su hogar, pero los horarios de trabajo y de la escuela y otros deberes interfieren con sus deseos. Los miembros de la familia sienten que es imposible reunirse para tener la oración familiar. ¿Qué pueden hacer Juan y Elsa para ayudar a los miembros de su familia a desarrollar el autodominio para así tener sus oraciones familiares?

  3. El obispo le pidió a la familia Ulloa que contribuyera con dinero para ayudar con la construcción de un nuevo templo. Ellos dijeron que no podían porque sus entradas económicas nunca parecían ser suficientes para pagar todas sus cuentas. Sin embargo, parecen tener suficiente dinero como para divertirse, para comprar ropa nueva y para cosas que no son esenciales pero que desean tener. ¿Cómo puede esta familia desarrollar el autodominio y donar dinero para la construcción del nuevo templo?

¿Cómo actuará un individuo que haya alcanzado el autodominio frente a los otros miembros de la familia?

Conclusión

Nosotros, al igual que los caballos árabes en la historia del élder Sill, debemos desarrollar el autodominio. Si así lo hacemos, podemos prepararnos a nosotros mismos y a nuestra familia para enfrentar los desafíos de nuestro mundo. Debemos desarrollar la habilidad de tomar decisiones correctas y de controlar nuestros apetitos y deseos si vamos a tener éxito en la vida y volver algún día a la presencia de nuestro Padre Celestial.

Comparta su testimonio de que a medida que los miembros de la familia desarrollen el autodominio en forma concienzuda, podrán resolver gran parte de los problemas de su vida.

Canten el himno “Haz el bien”, Himnos, Nº 155.

Cometidos

  1. Seleccione un problema personal o familiar; siga los pasos delineados en la lección para lograr el autodominio sobre este problema.

  2. Lea las Escrituras para ver los ejemplos apropiados a seguir en el desarrollo de la autodisciplina y la paciencia.

  3. Tenga la oración familiar diariamente.

Pasajes adicionales de las Escrituras

  • Proverbios 25:28 (gobierne su propio espíritu).

  • Alma 38 (Alma da consejos a Shiblón de ser humilde y ejercer el autocontrol).

  • 2 Timoteo 2:3–5 (esfuércense para ser sus propios amos).

Preparación del maestro

Antes de presentar esta lección:

  1. Estudie el capítulo 4 de Principios del Evangelio, “La libertad de escoger”.

  2. Prepare las gráficas ya mencionadas en la lección o planee escribir la información en la pizarra.

  3. Planee cantar al término de la lección el himno “Haz el bien” (Himnos, Nº 155; ayuda visual 18-b).

  4. Pida a varios miembros de la clase que lean o presenten las historias y los pasajes de las Escrituras que se encuentran en esta lección.