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Unidad 14, Día 1: Juan 7


Unidad 14: Día 1

Juan 7

Introducción

Jesús asistió a la fiesta de los tabernáculos en Jerusalén y enseñó a las personas en el templo cómo podían recibir un testimonio de que Sus enseñanzas provenían de Dios el Padre. Debido a que las personas estaban discutiendo en cuanto a quién era Jesús, Él usó imágenes de agua y luz para testificar de Su divinidad. También les enseñó acerca del Espíritu Santo.

Juan 7:1–13

Jesucristo asiste a la fiesta de los tabernáculos

¿Alguna vez te has preguntado si Jesús tenía hermanos y hermanas?

De acuerdo con las Escrituras, José y María tuvieron hijos que nacieron después de Jesús y que se habrían criado en la misma casa que Él. Sin embargo, debido a que Jesucristo era el hijo de María y de Dios el Padre, no de José, esas personas eran medios hermanos y medias hermanas de Jesús (véanse Mateo 13:55–56; Marcos 6:3).

Medita en cuanto a cómo habría sido crecer en la misma casa que Jesús.

¿Crees que habría sido más fácil creer en Él si te hubieras criado con Él? ¿Por qué sí o por qué no?

En Juan 7, aprendemos en cuanto a cómo algunos de los “hermanos” de Jesús (Juan 7:3, 5) le veían. La palabra hermanos aquí seguramente se refiere a los medios hermanos de Jesús, aunque también podría incluir a otros parientes cercanos.

Lee Juan 7:1–5 para ver lo que escribió Juan en cuanto a los hermanos de Jesús.

Piensa en la siguiente declaración del élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

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Elder Bruce R. McConkie

“Un testimonio de la divinidad de Cristo y del poder salvador de Su evangelio no se confiere automáticamente a través del parentesco. Éste se obtiene solamente por medio de la obediencia personal a las leyes eternas sobre las cuales su obtención se basa…

“Con frecuencia, se hace referencia especial a los hijos de José y María como los ‘hermanos’ de Jesús… Aunque se criaron en la misma casa y estuvieron bajo la benéfica [amorosa] influencia de José y María; aunque eran conscientes de las enseñanzas, del ministerio y de los milagros de Jesús, esos familiares tan cercanos no lo habían aceptado todavía como el Mesías” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973, tomo I, pág. 437).

Reflexiona en la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que algunos de los miembros de la propia familia de Jesús todavía no creyeran en Él, aun cuando sabían en cuanto a Sus enseñanzas y milagros?

Después de destacar que en el momento en que se registraron los acontecimientos en Juan 7 los hermanos de Jesús “no lo habían aceptado todavía como el Mesías”, el élder McConkie explicó: “Sin embargo, aparentemente todos ellos se convirtieron más adelante (Hechos 1:14); uno de ellos, que Pablo reconoce como ‘Jacobo, el hermano del Señor’ (Gálatas 1:19), iba a ministrar en el santo apostolado; y uno más, Judas, que se llamó a sí mismo ‘Judas… hermano de Jacobo’ (Judas 1), escribió la epístola de Judas” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo I, pág. 437).

Juan 7 registra los acontecimientos que sucedieron durante la fiesta de los tabernáculos en Jerusalén (véase Juan 7:2). Durante la fiesta, “que [los judíos] reconocían como la mayor y la más alegre de todas” (Bible Dictionary, “Feasts”), muchos judíos viajaban a Jerusalén para conmemorar las bendiciones de Dios sobre los hijos de Israel al viajar por el desierto después de su liberación de la esclavitud en Egipto (véase Levítico 23:39–43). También celebraban y daban gracias por la cosecha anual de frutas y grano (véase Éxodo 23:16). Esa fiesta duraba ocho días.

Fíjate en Juan 7:3–4 que los hermanos de Jesús querían que fuera a la fiesta de los tabernáculos en Jerusalén, aparentemente diciendo que, si Él era el Mesías, debía ir a Jerusalén y declararlo a todo el mundo allí.

Como se encuentra registrado en Juan 7:6–10, Jesús decidió demorar ir a la fiesta, pero alentó a Sus hermanos para que fueran. Varios días después de que la fiesta había comenzado, llegaron en secreto, sabiendo que algunos de los líderes judíos de Jerusalén querían matarlo, pero que Su hora de morir todavía no había llegado.

Lee Juan 7:11–13 para saber lo que la gente de Jerusalén decía en cuanto a Jesús.

Tal como en los tiempos de Jesús, en nuestros días también hay diversas opiniones en cuanto a Jesucristo. Algunas personas saben y testifican que Él es el Hijo de Dios y el Salvador de toda la humanidad. Otros creen que era un gran maestro o profeta. Sin embargo, otras personas rechazan la divinidad de Jesucristo y la veracidad de Sus enseñanzas, o tienen miedo a seguirlo abiertamente. Al seguir estudiando Juan 7, observa lo que puedes hacer para saber que Jesucristo es tu Salvador y que Sus enseñanzas son verdaderas.

Juan 7:14–36

Jesucristo enseña a los judíos en el templo

El templo era el lugar central para las celebraciones que tenían lugar durante la fiesta de los tabernáculos. Lee Juan 7:14–15 para averiguar lo que Jesús hizo allí. Podrías marcar la reacción de las personas en tus Escrituras.

Los judíos estaban asombrados de que Jesús pudiera enseñar con tanta profundidad y sabiduría sin saber de “letras”, o sin haber recibido capacitación de los rabinos judíos ni haber asistido a sus escuelas. Lee Juan 7:16–18 para saber lo que Jesús dijo que podían hacer las personas para saber si Su doctrina, o enseñanzas, eran verdaderas. Podrías subrayar quién le dio a Jesús la doctrina que enseñaba.

  1. Contesta lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Cómo puede alguien saber que la doctrina de Jesucristo en verdad proviene de Dios?

    2. De las enseñanzas del Señor en el templo aprendemos que si hacemos la voluntad del Padre Celestial, entonces recibiremos un testimonio de Su doctrina. Explica por qué piensas que ese principio es verdadero.

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President James E. Faust

El presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia, dijo: “Para adquirir un testimonio de los principios del Evangelio debemos ser obedientes en vivirlos. El Salvador enseñó: ‘El que quiera hacer la voluntad de él conocerá… la doctrina’ [Juan 7:17]. El testimonio de la eficacia de la oración se logra mediante la oración humilde y sincera. El testimonio del diezmo se obtiene al pagar el diezmo” (“Señor, ‘Creo: ayuda mi incredulidad’”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 22).

¿Qué enseñó el presidente Faust que debemos hacer para adquirir un testimonio de los principios del Evangelio?

Recuerda que algunos de los hermanos de Jesús todavía no creían que Él era el Mesías prometido, pero más adelante obtuvieron testimonios y se convirtieron. ¿Cómo podría el principio anterior haber ayudado a esos familiares a obtener testimonios de Jesucristo y de Sus enseñanzas?

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Bonnie L. Oscarson

Después de citar Juan 7:17, la hermana Bonnie L. Oscarson, Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, enseñó: “A veces tratamos de hacerlo al revés. Por ejemplo, quizás lo hagamos de esta manera: Estoy dispuesto a vivir la ley del diezmo, pero primero necesito saber que es verdadera. Tal vez incluso oramos para obtener un testimonio de la ley del diezmo y esperamos que el Señor nos bendiga con ese testimonio antes de llenar una boleta para pagarlo. Simplemente no funciona así. El Señor espera que ejercitemos la fe; para obtener un testimonio del diezmo tenemos que pagar de manera regular un diezmo íntegro y honrado. Este mismo modelo se aplica a todos los principios del Evangelio, ya sea la ley de castidad, el principio de la modestia, la Palabra de Sabiduría o la ley del ayuno” (“Convertíos”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 77).

Ya sea para la siguiente o para las dos asignaciones siguientes, si lo que te sientas inspirado a escribir es demasiado privado, podrías escribir la respuesta en tu diario personal o en una hoja de papel por separado, y escribir en tu diario de estudio de las Escrituras que terminaste la asignación.

  1. Completa la siguiente declaración en tu diario de estudio de las Escrituras al escribir en cuanto a un mandamiento o principio del Evangelio que has llegado a saber que es verdadero mediante tus esfuerzos de vivirlo: Yo sé que es verdadero porque al vivirlo, he . Podrías compartir lo que escribiste con alguien que piensas que podría progresar al oír tu testimonio.

  2. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe una verdad del Evangelio, un mandamiento o una enseñanza del que te gustaría recibir un testimonio más fuerte. Después escribe lo que harás para recibir un mayor testimonio de esa verdad, mandamiento o enseñanza al poner en práctica el principio que aprendiste en Juan 7:17.

Juan 7:19–36 explica que Jesús reprendió a los líderes judíos por rechazar Sus enseñanzas y milagros y por procurar matarlo. Esos versículos también relatan que muchas personas se preguntaban si Él era el Mesías y que los sacerdotes principales y los fariseos enviaron guardias para aprehenderlo.

Juan 7:37–53

Jesucristo enseña acerca del don del Espíritu Santo

Piensa en alguna ocasión en la que hayas tenido sed. Imagínate que tienes un vaso vacío en la mano. ¿Satisfaría tu sed el vaso vacío? ¿Qué más necesitarías?

Pausa un momento y toma un trago de agua. Al hacerlo, piensa cuán necesaria es el agua en tu vida. Podrías ofrecer una oración de gratitud al Padre Celestial por proporcionarte agua a ti y a tu familia.

La tierra de Israel no tenía un gran suministro de agua dulce para satisfacer las necesidades de las personas. Solo podían mantener la vida mediante la lluvia que rellenara su suministro de agua. El élder Bruce R. McConkie explicó que el agua era parte de “uno de los momentos más solemnes y dramáticos de la adoración judía” durante la celebración que estaba ocurriendo:

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Elder Bruce R. McConkie

“En cada uno de los ocho días de la fiesta de los tabernáculos… era costumbre que el sacerdote, como parte del servicio del templo, llevara agua en vasijas doradas desde el arroyo de Siloé, que fluía bajo la montaña-templo, y la echara sobre el altar. Después se cantaban las palabras de Isaías: ‘Por tanto, con gozo sacaréis agua de las fuentes de la salvación’. (Isaías 12:3). Fue en ese preciso momento culminante religioso que Jesús salió y ofreció bebidas de reanimación viviente que satisfarían el más profundo deseo espiritual del alma sedienta” (Doctrinal New Testament Commentary, tomo I, pág. 446).

Lee Juan 7:37–39 para ver lo que el Salvador ofreció a las personas.

La Traducción de José Smith de Juan 7:39 declara que “Espíritu Santo se prometió a los que creyesen, después de que Jesús fuese glorificado” (Traducción de José Smith, Juan 7:39 [en la nota b al pie de página de Juan 7:39]; cursiva agregada).

La frase “de su interior” (Juan 7:38) sugiere que el agua viva estará dentro del creyente y fluirá de él, en lugar de venir de una fuente externa. Podrías marcar en Juan 7:39 lo que representa el agua viva.

El Bible Dictionary [Diccionario de la Biblia] en inglés explica que “por alguna razón que no se explica en su totalidad en las Escrituras, el Espíritu Santo no obró por completo entre los judíos durante los años de la jornada terrenal de Jesús (Juan 7:39; 16:7). Declaraciones como que el Espíritu Santo no vino hasta después de que Jesús resucitara se deben referir por necesidad a esa dispensación en particular solamente, puesto que está ampliamente claro que el Espíritu Santo obraba en dispensaciones anteriores. Es más, se refiere solamente a que el don del Espíritu Santo no estaba presente, puesto que el poder del Espíritu Santo obraba durante el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús; de otra forma, nadie habría recibido un testimonio de las verdades que esos hombres enseñaron (Mateo 16:16–17; véase también 1 Corintios 12:3)” (Bible Dictionary, “Holy Ghost”).

Según las enseñanzas del Salvador en Juan 7:37–39, aprendemos que si venimos a Jesucristo y creemos en Él, entonces seremos llenos del Espíritu Santo. Aquellos que están llenos del Espíritu Santo tienen la capacidad de influir a otras personas para bien.

  1. Anota en tu diario de estudio de las Escrituras alguna ocasión en la que influyó en ti (fuiste lleno del) el Espíritu Santo y, como resultado, pudiste influir en otra persona para bien.

En Juan 7:40–53 leemos que los fariseos volvieron a desear que se arrestara a Jesús. Los guardias que se enviaron para aprehenderlo oyeron a Jesús predicar. Regresaron sin arrestarlo y dijeron a los fariseos que nunca habían oído a nadie predicar como lo había hecho el Salvador, lo que enojó a los fariseos. Nicodemo, el fariseo que había ido al Salvador por la noche (véase Juan 3:1–2), recordó a los otros fariseos y a los sacerdotes principales que su propia ley no permitía que se condenara a una persona hasta que hubiera tenido la oportunidad de que le escucharan.

  1. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Juan 7 y he terminado esta lección el (fecha).

    Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: