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Unidad 16, Día 2: Juan 17


Unidad 16: Día 2

Juan 17

Introducción

Antes de sufrir en Getsemaní, el Salvador ofreció Su gran oración intercesora. Oró para que Sus discípulos y todos los que lo siguieran a Él llegaran a conocer al Padre Celestial y obtuvieran la vida eterna, y oró para que pudieran ser uno con Él y con Su Padre.

Juan 17:1–8

Jesucristo se dirige al Padre Celestial en oración

Piensa en personas famosas de las cuales sepas algo.

Ahora piensa en las personas de tu vida a las que mejor conoces.

¿Cuál es la diferencia entre saber algo de alguien y realmente conocer a esa persona? En el siguiente espacio, escribe cosas que podrías hacer para llegar a conocer a alguien de verdad:

El Salvador enseñó en cuanto a la importancia de conocer al Padre Celestial y conocerle a Él. A medida que estudias Juan 17, busca verdades que te ayudarán a seguir el sendero que, con el tiempo, te llevará no solo a saber más del Padre Celestial y de Jesucristo, sino también a conocerlos mejor.

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Jesus Christ

Después de la Última Cena, el Salvador caminó con Sus discípulos al Jardín de Getsemaní. Antes de llegar al jardín, Jesús se detuvo para ofrecer una oración, la cual se conoce tradicionalmente como la Oración Intercesora. Un significado de la palabra interceder es hablar con alguien a favor de otra persona. En este caso, Jesucristo habló con el Padre Celestial a favor de Sus discípulos, suplicándole que ellos pudieran recibir la vida eterna.

Lee Juan 17:1–3 para saber cómo describió el Salvador la vida eterna. (Juan 17:3 es un pasaje de dominio de las Escrituras. Si lo deseas, marca ese versículo de un modo especial para que puedas localizarlo en el futuro).

En Juan 17:3 aprendemos la siguiente verdad: Para recibir la vida eterna debemos llegar a conocer al Padre Celestial y a Su Hijo, Jesucristo.

  1. Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Qué diferencia hay entre conocer al Padre y al Hijo y saber algo de Ellos?

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Elder Bruce R. McConkie

Lee la siguiente declaración del élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles, y señala lo que dijo él que significa conocer al Padre y al Hijo: “Una cosa es saber acerca de Dios y otra conocerlo a Él. Sabemos acerca de Él cuando aprendemos que es un ser personal a cuya imagen se creó al hombre; cuando aprendemos que el Hijo es la imagen misma de la persona de Su Padre; cuando aprendemos que tanto el Padre como el Hijo poseen ciertos atributos y poderes específicos. Pero los conocemos, en el sentido de obtener vida eterna, cuando disfrutamos y experimentamos las mismas cosas que ellos. Conocer a Dios es pensar lo que Él piensa, sentir lo que Él siente, tener el poder que Él posee, comprender las verdades que Él entiende y hacer lo que Él hace. Aquellos que conocen a Dios llegan a ser como Él, y a vivir la clase de vida que Él vive, lo cual es la vida eterna” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973, tomo I, pág. 762).

Para nosotros, llegar a conocer a Dios y ser como Él es posible a medida que recibimos el Espíritu Santo y participamos de todas las bendiciones de la expiación del Salvador. Sin embargo, este es un proceso que continuará a lo largo de esta vida, y aun después de esta vida (véase Moroni 7:48; 10:32–33).

  1. Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Por qué no puede una persona obtener la vida eterna sin conocer a Dios el Padre y a Jesucristo?

    2. ¿Cuáles son algunas maneras en que puedes llegar a conocer mejor al Padre y al Hijo?

En Juan 17:4–5 aprendemos que el Salvador informó a Su Padre que había acabado la obra que se le había dado, y pidió a Su Padre que lo glorificara con la misma gloria que había tenido en la vida preterrenal.

Lee Juan 17:6–8 para saber lo que Sus discípulos habían hecho para llegar a conocer al Salvador. Si lo deseas, marca lo que encuentres.

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Dominio de las Escrituras: Juan 17:3

  1. Lee en voz alta la siguiente copia del pasaje de dominio de las Escrituras de Juan 17:3:

    “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.

    A continuación, tacha tres palabras, cualesquiera que sean, de modo que no puedas verlas, y vuelve a leer el pasaje en voz alta, incluso las palabras que tachaste. Repite el mismo modelo de tachar palabras y leer el pasaje en voz alta hasta que todas las palabras estén tachadas. Luego, en tu diario de estudio de las Escrituras, escribe el pasaje de memoria lo mejor que puedas.

Juan 17:9–19

El Salvador ora por Sus discípulos

Lee Juan 17:9, 11–18 para saber por qué cosas oró Jesús a favor de Sus discípulos.

Fíjate que el Salvador mencionó que Sus discípulos seguirían viviendo en un mundo inicuo que los aborrecía. En Juan 17:14–16 aprendemos que, como discípulos de Jesucristo, debemos estar en el mundo pero no ser del mundo. Si lo deseas, anota ese principio en el margen de tu ejemplar de las Escrituras.

¿Qué crees que significa estar en el mundo pero no ser del mundo?

La siguiente declaración del élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, puede ayudarte a entender cómo vivir en el mundo pero no ser del mundo:

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Elder M. Russell Ballard

“En la Iglesia, a menudo decimos: ‘Estar en el mundo pero no ser del mundo’…

“Quizás debamos repetir la frase… como dos advertencias separadas. Primero, ‘Estén en el mundo’. Participen; manténgase informados. Traten de entender, tolerar y apreciar la diversidad. Hagan contribuciones significativas a la sociedad por medio del servicio y de la participación. Segundo, ‘No sean del mundo’. No sigan las sendas erradas ni se dobleguen para adaptarse o aceptar lo que no está bien…

“Los miembros de la Iglesia debemos tener más influencia sobre los demás que la que los demás tienen sobre nosotros. Debemos trabajar para detener la ola de pecado y maldad en vez de dejarla pasar indiferentes. Cada uno de nosotros debe ayudar a resolver el problema en vez de hacer oídos sordos o evitarlo” (véase “Los efectos de la televisión”, Liahona, julio de 1989, págs. 95–96).

Reflexiona en por qué desea el Señor que permanezcamos en el mundo pero no seamos del mundo.

  1. Explica en tu diario de estudio de las Escrituras cómo puede una persona estar en el mundo pero no ser del mundo en cada uno de los siguientes entornos: en la escuela, con los amigos y en línea. Luego escribe una forma específica en que procurarás seguir mejor al Salvador estando en el mundo sin ser del mundo.

Juan 17:20–26

El Salvador ora por todas las personas que acepten Su evangelio

A pesar de poner todo nuestro empeño, no permanecemos completamente limpios de los pecados y la maldad que existe en el mundo. Si no pudiéramos ser limpios de nuestros pecados estaríamos excluidos de la presencia de Dios para siempre, porque nada impuro puede morar en Su presencia (véase 1 Nefi 15:33–34).

Lee Juan 17:20–23 para saber por qué cosas oró Jesucristo. Si lo deseas, marca la palabra uno cada vez que aparezca en esos versículos.

Fíjate que el Salvador no solo oró por Sus apóstoles, sino también por aquellos que creerían en la palabra de ellos, para que todos pudieran ser uno como Jesús y el Padre son uno. Esos versículos dejan claro que el Padre y el Hijo son dos seres distintos. Jesús oró por la unidad espiritual, no por la unidad física.

¿Qué hace posible que nosotros lleguemos a ser uno con el Padre y el Hijo?

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Elder Jeffrey R. Holland

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó de qué manera podemos llegar a ser uno con el Padre y el Hijo: “La acepción literal del vocablo inglés atonement [expiación] lo explica por sí mismo: “at-one-ment” [unirse en uno], o sea, la unión de las cosas que hayan estado separadas o apartadas” (“La expiación de Jesucristo”, Liahona, marzo de 2008, pág. 34).

Una importante verdad que podemos aprender en Juan 17:20–23 es que, a medida que venimos a Jesucristo y recibimos las bendiciones de Su expiación, podemos llegar a ser uno con el Padre y con el Hijo.

Según lo que sabes del Padre Celestial y de Jesucristo, ¿por qué deseas llegar a ser uno con Ellos?

Lee la siguiente declaración del presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia, para averiguar qué bendición recibirán aquellos que procuran ser uno con el Padre Celestial y Jesucristo.

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President James E. Faust

“Debemos esforzarnos seriamente no sólo por saber acerca del Maestro, sino por luchar, como Él nos exhortó, a fin de ser uno con Él (véase Juan 17:21), para ‘ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu’ (Efesios 3:16)…

“Es mi testimonio que estamos enfrentando momentos difíciles, pero debemos tener valor para obedecer. Testifico que seremos llamados para demostrar nuestra fortaleza espiritual, pues los días venideros se hallan llenos de aflicción y dificultad. Pero con la certeza consoladora que proviene de una relación personal con Dios, obtendremos una sosegada valentía” (véase “Que te conozcamos a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo”, Liahona, febrero de 1999, págs. 3, 6).

  1. Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Qué harás para llegar a conocer mejor al Padre Celestial y a Jesucristo, y fortalecer tu relación con Ellos?

  2. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Juan 17 y he terminado esta lección el (fecha).

    Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: